lunes, 28 de marzo de 2022

En el camino, comprensión



 Evangelio del Domingo

En el camino, comprensión (Jn 15, 1-11)

Todos tenemos cosas que reprocharnos. A todos nos pueden decir: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Por eso, a nadie debemos juzgar, ni condenar. En el camino de nuestra vida tenemos siempre que comprender a quien tropieza y cae; a quien, en un momento de su vida, tuvo una debilidad. Esto no significa que las cosas que hagamos no tengan importancia. Lo malo es malo, y lo bueno, bueno. Lo que hace daño, hace daño, valga la redundancia; de tal manera que lo que construye y aprovecha es lo que debemos hacer.

Pero insisto, todos tenemos cosas que reprocharnos; por eso también todos podemos escuchar las palabras que Jesús ofrece a aquella mujer sorprendida en adulterio a quien los vecinos de Jerusalén querían lapidar. También nosotros podemos escuchar: “Tampoco yo te condeno”. Nos lo dice el mismísimo Hijo de Dios. Así que, si Él no nos condena, no debemos condenarnos a nosotros mismos, ni revivir eternamente la vergüenza y el arrepentimiento de aquello que hicimos. Solo debemos recordar la mirada de comprensión y perdón, el gesto de acogida, con la que Jesucristo rehabilitó nuestra dignidad dañada.

Ni podemos cancelar el pasado, ni dejar que el pasado anule la bondad y la hermosura que el futuro nos puede deparar. Al escuchar a Jesús decir: “En adelante, no peques más”, sabemos que Él confía en nosotros, para que vivamos conforme al amor con el que Él se entregó. Que Él se entrega para que vivamos en su amor.


martes, 22 de marzo de 2022

Al final, la reconciliación

 Evangelio del Domingo

Al final, la reconciliación (Lc 15, 11-32)

Nuestra vida está llena de conflictos y sinsabores; y mientras más cercana y querida es la persona con la que nos sentimos agraviados, más dolor vivimos, y más nos cuesta perdonar. Hay hermanos que llevan décadas sin hablarse por alguna razón de relativo peso. Hay parejas que a pesar de estar juntas no dejan de echarse en cara agravios del pasado, de años y años atrás. Vivir con rencor es, directamente, un sin vivir. 

El evangelio del próximo domingo es la conocida parábola de Hijo Pródigo. Razones hubiera tenido el Padre para rechazar al Hijo Menor que le pidió su herencia en vida para no esperar a su muerte. Razones tenía el Hijo Mayor para rechazar la calurosa acogida del Padre a aquel Hijo Ingrato. Razones tenía el Padre para recriminar al Hijo Mayor que se hubiera sentido tantos años desgraciado e infeliz a su lado, sin derecho ni a festejar con sus amigos, y sin alegrarse al recuperar a su hermano…

“Razones”, “razones”, “razones”, pero la única razón válida esta en el abrazo y la reconciliación. ¿Hasta cuándo guardar “dignamente” rencor?, ¿hasta dónde llevar nuestro orgullo herido? Era “Dios mismo quien estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuenta de sus pecados”, nos dirá san Pablo.

Debajo de la costra del resentimiento, late en ti un inmenso deseo de abrazo; de ser abrazado en tus errores y de abrazar al hermano que contigo erró.


lunes, 14 de marzo de 2022

En el principio, el encuentro

 Evangelio del Domingo

En el principio, el encuentro (Lc 13, 1-9)

El encuentro está siempre al principio de todo lo verdaderamente importante. Del silencioso crepitar de una zarza que ardía sin consumirse brota la Voz que llama a Moisés a ir a liberar a sus hermanos. En ese encuentro silencioso con “El-que-Es” está el comienzo de todo.

La costumbre hace que no nos sorprenda que en la iglesia sigamos recordando un acontecimiento perdido en los anales de la historia: la narración de cómo un grupo de israelitas escaparon de la esclavitud a la que estaban sometidos. Todos los pueblos, en algún momento, se han visto sometidos a la esclavitud, pero aquellos acontecimientos sucedieron en figura para nosotros. 

Como Moisés, muchos estamos en una vida que no sentimos como a nuestra; nos dejamos llevar por la rutina, pero no nos sentimos encajados en lo que hacemos. Como Moisés, el sufrimiento de nuestros hermanos que sentíamos lejano y apagado por la distancia y el tiempo vuelve a nosotros con el calor de las brasas. Como a Moisés, o como a la Samaritana, o como a Pedro, viene a nuestro encuentro Quien nos devuelve nuestro verdadero rostro en los que sufren. Los migrantes explotados, los refugiados de Ucrania o de África, las familias con amenaza de desahucio, los jóvenes en paro, los enfermos y los ancianos, los niños y las familias que viven desestructuradas, los enfermos mentales, los soldados que mueren en el sinsentido de la guerra… Si Dios te encuentra, buscarás dar frutos de verdad. 


lunes, 7 de marzo de 2022

En el principio, la promesa

 Evangelio del Domingo

En el principio, la promesa (Lc 9, 28-36)

Comprometidos son aquellos que se hacen una mutua promesa. El compromiso se da en el matrimonio, simbolizado en un anillo, y en muchos aspectos de la vida con un contrato o dando la palabra. La promesa nos abre al dinamismo de la confianza: nos fiamos de quién nos entrega su palabra y nos disponemos a cumplir nuestra.

¿Y cuándo es Dios mismo quien nos ofrece promesa de cuidarnos y entregarnos su propia vida? ¿Quién puede compararse con el Dios que ha creado el mundo y el universo entero, para establecer con él un pacto, o un acuerdo, o para solicitarle que nos dé su Palabra, o para ofrecerle la nuestra? Los creyentes vivimos en esa osadía. Experimentamos que Dios mismo viene a nosotros, y como una madre ante su hijo temeroso, o como un amigo ante un amigo angustiado, nos dice: “No temas yo estaré contigo siempre.” A veces se nos olvida lo más elemental; y para el creyente lo primero es la promesa de Dios que nos llena de confianza y de seguridad. Si Dios está con nosotros, ¿qué habremos de temer? 

Dios no nos promete solo tierra y descendencia, como hizo con Abraham. Dios nos prometió a su Hijo Único; y su Hijo vino a la tierra y se entregó por nosotros; y nos ofrece su Espíritu para que vivamos, en todo momento, con el gozo personal de vivir la plena comunión. ¿Qué más se puede pedir? ¿Qué podemos negarle si nos lo pide? 

Somos como recién comprometidos con quien nos ama.