lunes, 26 de diciembre de 2022

Lo que lleva a la paz

Evangelio del Domingo

Lo que lleva a la paz (Lucas 2, 16-21)


El día 1 de enero celebramos la principal fiesta de la iglesia para celebrar la memoria de la Virgen María: su maternidad divina, María Madre de Dios; también celebramos la jornada mundial de la paz con el deseo de que la paz llegue todo el mundo. No valoramos lo que significa la paz sino cuando vemos las consecuencias de la guerra: ancianos viviendo entre escombros y pasando frío, familias desplazadas de su tierra y de su vida, hombres jóvenes muriendo en trincheras encharcadas de barro, niños con miedo: hambre, frío, violencia, torturas, miedo y muerte.

Pero la guerra nace mucho antes que el estallido de la primera bomba. La guerra comienza en el corazón de las personas, y tiene forma de orgullo, de soberbia, de ira. La guerra va creciendo en los discursos de odio, en la criminalización del contrario, en su conversión en un títere sin alma en quien desahogar nuestras frustraciones. La guerra va tomando forma con la manipulación de las instituciones cuando un gobernante comienza a poner todos los poderes, y contrapoderes, de un estado bajo su única voluntad. Las guerras grandes y las pequeñas, las de nuestra casa, tienen el mismo origen: orgullo y victimismo. 

La vacuna para estos virus está en guardar en nuestro corazón, como la Virgen, todos los gestos de bondad que las personas tienen con nosotros y la misericordia que Dios Padre nos ha mostrado regalándonos la dignidad de ser sus hijos.


miércoles, 21 de diciembre de 2022

Contemplar su mirada

Evangelio del Domingo

Contemplar Su Mirada (Juan 1, 1-18)

“Hemos contemplado su gloria, de gracia y de verdad”, comenta el evangelista san Juan al narrarnos poéticamente la encarnación del Hijo de Dios como una persona cualquiera, en las entrañas de nuestra misma historia. Es grande que Dios nos creara; es más grande todavía que por su amor redentor nos sacaran de la oscuridad del sinsentido y de la muerte. Pero lo que no hay palabras para contar, ni poemas para cantar es cómo lo hizo. Que el Hijo de Dios mismo se hiciera hombre como nosotros, acogiera la debilidad de nuestra condición y aceptara nacer en un pesebre y morir en una cruz, desborda todo lo que podemos pensar.

Cuando miramos con amor a alguien, queremos abrazarlo y mostrarle nuestro deseo de comunión con él; sus alegrías nos alegran, su sonrisa nos hace sonreír. Cuando lo vemos padecer, nuestro amor no puede sufrir que vivamos ajenos a sus dolores. El amor es siempre comunión para el bien del otro, pero siempre es comunión. ¿Con qué amor no nos miraría el Hijo de Dios que quiso alegrarse y disfrutar con nosotros, sufrir y padecer con nosotros para ofrecernos su comunión?

Noche Buena y Navidad es tiempo de mirar al Niño Dios. Es también tiempo de contemplar con qué amor nos mirará Dios a nosotros para dejar el cielo y bajarse a nuestro barro para ofrecernos la gracia de su amor. Ante el pesebre calla un rato y considera hasta qué punto Dios te ama y con cuanto amor te mira. ¡Ay, Si fuéramos capaces de contemplar cómo Dios nos mira!


lunes, 12 de diciembre de 2022

Belén de Efratá

Evangelio del Domingo

Tú, Belén de Efratá (Mi 5,1-4)

Muchas veces los saberes ahogan la verdad, y las virtudes a la bondad. No se me malentienda, los saberes y la cualificación en la propia profesión son necesarios para resolver los problemas; son necesarias las virtudes para que los buenos sentimientos encuentren el camino de la realidad. Pero solo una mirada joven, que redescubre lo importante, que está abierta a lo novedoso, que se atreve a cuestionar las verdades que se han hecho “irrenunciables” nos hace avanzar.

El Mesías podría haber nacido en Jerusalén, la ciudad grande y poderosa, donde habría encontrado el amparo de los maestros de la ley y los piadosos de su tiempo. Pero no fue esa la voluntad de Dios. Dios Padre quiso que su hijo naciera en Belén, una pequeña aldea cerca Jerusalén; y que sus padres se fueran a Nazaret otra aldea pequeña cercana a un cruce de caminos en la levantisca Galilea.

De “Bet-lejem”, Casa del Pan, inicio del que a sí mismo se llamó “pan de vida”, nos viene la salvación. De la tradición antigua, de los sabores campesinos y pobres, de las esperanzas de los que viven con lo necesario, de los que parece que no cuentan. Para encontrar al Mesías tenemos que ir a Belén.

Deja esos tontos afanes de grandeza, que llegan a lo ridículo. Abandona tanto inmoderado consumo, que te produce obesidad de cuerpo y de mente. Despójate de tus resistencias a la fe, que mueve al amor y la esperanza. Entonces verás al Salvador.


lunes, 5 de diciembre de 2022

Como flor de narciso

Evangelio del Domingo

Como flor de narciso (Is 35,1-10)

Las lecturas que se proclaman en las eucaristías del adviento tienen tres referencias fundamentales: Juan el Bautista, María de Nazaret y el profeta Isaías. Gran parte de las lecturas del adviento son de este profeta, que no solo muestra una experiencia profunda de Dios, sino que es uno de los mejores poetas de toda la historia de la literatura universal. La experiencia de Dios hace descubrir y apreciar la belleza del mundo.

Algunos textos del libro de Isaías se enmarcan en el pequeño reino de Israel, que rodeado de grandes potencias, tiene que mantener un difícil equilibrio para no ser campo de las batallas de los grandes imperios. Otros textos reflejan la situación de deportación y esclavitud que sobrevino después de la guerra, que los gobernantes de Israel no supieron o no pudieron evitar. Como por desgracia le ha ocurrido a la martirizada Ucrania. Los cantos esperanzadores de Isaías levantaban el ánimo de aquellos que, privados de todo, solo tenían ya su fe en el Señor de la historia.

Por eso, todos los que ahora sufrís y os sentís desbordados por las circunstancias no perdáis la fe. Isaías lo profetizó, la salvación de Dios es como la flor del narciso que florece en el mismo invierno. Los problemas no se resolverán todos por arte de magia, pero guardar en el corazón la hermosura de un amor que con misericordia nos acaricia es un tesoro que nadie te puede arrebatar.

¿Quién está solo teniendo a Jesucristo en lo más íntimo?