lunes, 17 de febrero de 2025

Amor incondicional

23 de febrero

Amor incondicional (Lucas 6, 27-38)



Cuando un bebe viene a nuestra casa nos volvemos a dar cuenta de qué tipo de amor es el que nos hace personas. El niño pequeño no ha hecho nada por sus padres, o por sus abuelos, o por sus hermanos mayores, y, sin embargo, recibe incondicionalmente todas las atenciones necesarias, y más. Una sola sonrisa del bebe vale para borrar noches de desvelo y preocupación.

Lo que nos hace personas es un amor incondicional, entregado, sufrido, que no mira el bien propio sino el del otro, que encuentra su alegría en el gozo del otro. Así se nos hace personas, y solo cuando podemos entregar a otro esa experiencia de amor nuestro corazón descansa en paz. Así es también el amor de Dios, Él nos hizo a su imagen y semejanza, capaces, con necesidad de amar de manera incondicional.

A veces nos sobrarán motivos para guardar rencor, incluso para odiar; la prudencia nos invitará a ayudar esperando una ayuda recíproca por parte del otro. Todo esto es humano, pero el soplo del Espíritu que hace vivir nuestra alma viene de otro sitio. Necesitamos que nos amen con nuestros defectos, perdonando nuestros errores, acogiendo nuestros traumas, sin cálculos de beneficios. Así también necesitamos amar. Sin un amor así, nada humano permanece, nada puede llamarse amor. Donde no hay pon amor y sacarás amor, que decía san Juan de la Cruz.


lunes, 10 de febrero de 2025

Beligerancia cristiana

16 de febrero 

Beligerancia cristiana (Lucas 6, 20-26) 

 

Algunas veces vivimos un cristianismo “de rebajas”, en el que todo cabe. La misericordia de Dios parece que nos sirve de excusa para conformarnos con nuestros pecados y con nuestras cobardías. Pero el Señor en muchas ocasiones señaló comportamientos y actitudes que alejan del Reino de Dios e impiden su seguimiento. 

Una de esas actitudes es poner el corazón en las riquezas. No se puede servir a Dios y al dinero, dice el Señor. ¡Ay de vosotros los ricos porque ya tenéis vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros os que estáis satisfechos porque tendréis hambre!, clama en el evangelio del próximo domingo. Todo lo que divide a las personas y nos hace romper la fraternidad está en contra de su Evangelio. Para san Pablo el afán por las riquezas es una idolatría, vacía el corazón de una herrumbre que nos condena. 

Cristo nos enseña a dar gracias a Dios por todos los bienes que ha creado para nosotros y podemos compartir unos con otros. Hay empresarios que crean riquezas para que muchos las puedan disfrutar y se complacen en crear puestos de trabajo y bienes y servicios para todos. Estos no están lejos del Reino de Dios. Pero el que especula con las necesidades de los pobres para acumular dinero, no crea que quedará impune.