lunes, 24 de febrero de 2020

La opción de Rudy


Evangelio del 01 de marzo del 2020
La opción de Rudy (Mateo 4, 1-11)


Me dices, Rudy, que quieres bautizarte. Eso me ha alegrado mucho. Que un muchacho como tú, dominicano, de 17 años, quiera orientar su vida desde la fe en Jesucristo es una magnífica noticia. Si te dejas guiar por el Maestro siempre estarás acompañado y siempre tendrás puestos los ojos en una luz que superará todas las tinieblas que te rodeen. El bautismo es una decisión importante y tienes que tomarla conscientemente, por eso vamos a tener algunos encuentros para que vayas con claridad de corazón hacia las aguas de la fuente de la vida.

Tú ya crees en Jesús, ya sabes que puedes acudir a él y que él tiene palabras de vida eterna. Pero has de profundizar en esa fe, en esa experiencia tuya.

Te encontrarás en situaciones, ya te has encontrado, en que la vida te pondrá en la coyuntura de poder escoger un camino fácil a costa de engañar a un amigo y abusar de su confianza; o de aprovecharte de una muchacha para después tirarla como pañuelo de papel; también te habrás enfrentado con la posibilidad del dinero fácil con algún trapicheo…  Tú ya sabes que para vivir en amistad con Jesucristo has de alejarte de todas esas tentaciones. El Señor te quiere bueno, cabal, generoso, dispuesto siempre a ayudar a los demás y  humilde. Nuestra fe tiene la inmensa luz de saber que ni el dinero, ni la aceptación de los demás, ni nosotros mismos somos el dios de nuestra vida. Nuestro único Dios y Señor es el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, en quien reside toda hermosura y toda bondad, toda grandeza y toda misericordia. Sólo en Él has de confiar.

Esta semana dedica un tiempo a descubrir esos momentos en los que  has de elegir entre el egoísmo o la amistad con Jesucristo.

lunes, 17 de febrero de 2020

La mediocridad no es camino


Evangelio del 23 de febrero del 2020
La mediocridad no es camino  (Mateo 5, 38-48)


No hay camino intermedio, o buscamos la santidad, o viviremos en el infierno. La gran tentación de todos nosotros es la mediocridad; buscar una posición que ni nos haga parecer egoístas, ni comprometa nuestra comodidad o nuestro estatus; querer vivir sintiéndonos cristianos pero sin querer aprender como discípulos del Maestro. Es una posición que se acerca a la hipocresía sin serlo del todo porque se define más por cobardía.

Y no es una tentación solo para los cristianos, y en nuestra vida de fe; es un engaño –que eso significa tentación- que está presente en todo lo que merece la pena; en todo amor que puede plenificar a la persona. Amar sin entregarnos, ser padres a tiempo parcial, amigos de los que no se complican la vida… Todos conocemos lo que significa este nadar y guardar la ropa, que cuando se trata del amor, de la amistad, de la confianza es simplemente un engaño.

Y no se trata de lo que haces, sino de la actitud vital, interior, profunda con la que vives. Puedes tener una vida sencilla: tu familia, tus niños, tu trabajo, tu tarea en la parroquia o en alguna asociación, que vas compaginando como puedes, con tus momentos de descanso y de reposo…; y viviendo profundamente el amor de Dios cada instante de tu vida. Tampoco se te exige que nunca te equivoques, sino en que vivas en clave de entrega y de donación, de ofrenda y de acción de gracias.

La clave está en vivir desde lo que acojas como voluntad de Dios. No te olvides que los egoísmos pactados y compartidos nunca llegan a ser amor,  y te dejarán helado el corazón.

lunes, 10 de febrero de 2020

Moral sin moralismos

Evangelio del 16 de febrero del 2020
Moral sin moralismo  (Mateo 5, 17-37)


Hay quien dice: “Yo no sigo norma moral ninguna, yo soy libre para hacer lo que en cada momento quiera”. La vida nos ha enseñado a los que peinamos canas que es el camino más derecho y rápido para caer en todas las esclavitudes: esclavos  la incultura, porque no se nos apetecía estudiar; esclavos de la droga, porque un día decidimos experimentar aquello que denostaban nuestros padres; esclavos de nuestros prontos violentos que aleja de nosotros a las personas más valiosas.

Pero también podemos ser esclavos creyendo que nuestra vida se resuelve en cumplir las normas que nos imponían nuestros padres, o que nos imponen nuestros amigos, lo políticamente correcto o la sociedad de consumo. El corazón de la persona no se llena con el cumplimiento de normas, necesitamos levantar la mirada, respirar hondo y henchir nuestro espíritu con un camino de vida que la dote de sentido. Claro que no hay que hacer a los demás el mal que nosotros no queremos que nos hagan; pero, ¿sólo con eso se conforma nuestro corazón cuando ve a tantas personas sufriendo? Claro que hemos de respetar a la persona con la que hemos unido nuestras vidas; pero, ¿socavada de rutina y de conformismo puede una relación hacernos felices? Sólo alimentando el fuego del amor generoso y gratuito en nuestras vidas podemos llegar a ser personas cumplidas.

El cristianismo no es simplemente una moral, con normas y pecados. Ser cristiano es vivir en amistad profunda con Cristo y desear poner sus sentimientos en los nuestros, su mirada en nuestros ojos. No te preguntes si puedes o no puedes hacer tal o cual cosa; mira si esa decisión te encamina por la senda del Maestro o te separa de Él, y te quedas sin su cercanía, sin su perdón, sin su Vida. El suyo nunca es camino de mediocridad.

lunes, 3 de febrero de 2020

Luces de fe


Evangelio del 09 de febrero del 2020
Luces de fe  (Mateo 5, 13-16)


Aunque pueda ser sorprendente la evangelización de China comienza antes que la de Alemania o Polonia, a través, según parece, de unos monjes nestorianos alrededor del año 600. Estos monjes nombraron al cristianismo, para facilitar su identificación en un continente tan diverso culturalmente, como la “religión de la Luz”. Cristo es la Luz del mundo y toda la creación comienza haciéndose la Luz. También los cristianos estamos llamados a ser “sal de la Tierra y luz del Mundo”. 

Hay personas luminosas, muchas. Personas que, por donde quiera que van, irradian paz y bienestar; personas que buscan la palabra oportuna para hacer sonreír, y que gustan de ayudar al otro.  Es verdad que todos tenemos nuestros malos momentos y nuestras debilidades, nuestras obsesiones y nuestros puntos flacos, pero no hemos de juzgar a nadie por ellos.

Hay también personas, menos, que buscan poner luz donde más sombras hay. La injusticia, el sufrimiento de inocente, los abusos hacia los débiles, la experiencia de sinsentido de la existencia… son interpelaciones que resuenan en su corazón y a las que tienen que responder. Hacen de las causas justas, sus propias causas, y en esto encuentra verdadero sentido su fe.

Después tenemos los que llenos del amor y de la luz de Dios contagian su misericordia y su alegría a los desconsolados y a los tristes; y no sólo se entregan ellos a construir un mundo más humano sino que saben que es Dios mismo quien lo impulsa, y anuncian esa buena nueva a todos, para que todos puedan dar un paso hacia el amor en su vida, y entre todos construyamos la Ciudad de Dios. Esos, que algunos les llaman santos, son los verdaderamente imprescindibles.