domingo, 18 de julio de 2021

Petición a Santiago

 

Evangelio del Domingo 25 de julio de 2021

Petición a Santiago (Mateo 20,20-28)

Acabamos este curso de comentarios al evangelio del domingo precisamente el día de Santiago, patrón de nuestro país, España. Y me vais a permitir hacerle un ruego a este apóstol valiente y de fe profunda y sincera.

Ante el interrogatorio intimidante del Sanedrín judío, bajo amenazas de quienes solo querían perpetuarse en el poder dijo Santiago: “Hay que obedecer a Dios ante que a los hombres”, y les dio nuevamente testimonio de la resurrección de Jesús, y de que es el sentido verdadero de la vida de cada persona. Santiago profesó el seguimiento de Jesús con tal fidelidad que se hizo colaborador del acontecimiento más grande de toda la historia.

Y a Santiago le pediría que en esta España nuestra haya profesionales que con fidelidad se entreguen en su profesión verdaderamente al bien común, y ciudadanos que busquen aportar lo mejor de sí a la sociedad.

La necesidad de médicos, enfermeros y personal sanitario verdaderamente profesional se ha puesto claramente de manifiesto en esta epidemia que todavía sufrimos. Pero hacen falta profesores, arquitectos, científicos, empresarios y emprendedores que hagan de su trabajo una verdadera profesión, una entrega fiel al bien común. También necesitamos ciudadanos maduros y responsables que no se dejen llevar mas por eslóganes simplistas y redondos, o por una polarización visceral que quiere resucitar fantasmas del pasado; ciudadanos que se sientan responsables del destino de nuestra tierra; que no se pregunten qué puede hacer mi país por mí, sino qué puedo yo aportar para construir España.

A esta tarea cívica, la fe en Jesucristo, como mostró el apóstol Santiago, tiene mucho, mucho que aportar. Feliz verano.   

martes, 13 de julio de 2021

El Señor es mi pastor

 

Evangelio del Domingo 18 de julio de 2021

El Señor es mi pastor, nada me falta (Marcos 6,30-34)

Hubo un tiempo en el que creía que con mi tesón, mis fuerzas y mi inteligencia podía triunfar en la vida. Creía que el mundo giraría en torno a mí, y nada me tendría que faltar. Pero vinieron las dificultades, los desengaños, las traiciones –propias-, y descubrí que una persona sola no es nada.

Hubo un tiempo en el que confiaba ciegamente en mis amigos, en mi pareja, en la fuerza que tiene la unión de voluntades para conseguir un fin. Pero vinieron las desavenencias, los celos estúpidos, las debilidades –propias y ajenas-, y descubrí que no solo las fuerzas, sino también las carencias de uno se multiplican por dos cuando somos dos.

Hubo un tiempo en el que la afirmación de la vida era el valor más grande; en el que lo cotidiano y lo pequeño se engrandecían en el valor de lo presente. Pero vino la enfermedad y el dolor, y el presente solo era un momento oscuro a la espera de más oscuridad.

Hubo un momento, definitivo, en el que comprendí que andaba cansado y desorientado, como oveja sin pastor; y me convencí –por fin- de que ni mi libertad, ni mis logros, ni mi propia vida tenía sentido si todo no toma asiento en una bondad grande que nos abraza en la alegría y el dolor, en la soledad y la compañía, en la vida y la muerte. Somos personas, no semi-dioses, y necesitamos la mirada, la guía, el abrazo y la cura del buen pastor.

Un día, Jesús de Nazaret vio a su pueblo y los vio cansados y desorientados como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles. Cuánto necesitamos la enseñanza del Buen Pastor que de sentido con su palabra a nuestra vida. Él no solo enseña y conforta, también crea, con su palabra, lo inesperado.

jueves, 8 de julio de 2021

Una fe peligrosa

 

Evangelio del Domingo 11 de julio de 2021

Una fe peligrosa (Marcos 6,7-13)

Es un dato tristemente contrastado en muchos países que el cristianismo es, en la actualidad, la religión que más perseguida. En algunos países está prohibida y en otros se la confina tras los muros de los pocos templos que se permiten, en otros se la ridiculiza y se exageran sus errores. Miles y miles de personas son represaliadas y perseguidas cada año, algunos son asesinados. Y es que la fe cristiana es peligrosa por su talante apostólico, porque la experiencia profunda de la fe nos llama a los creyentes a compartir con los demás el sentido hondo y luminoso que ofrece Cristo a nuestras vidas.

Un cristianismo de misas solemnes y ritos antiguos, o un cristianismo de folklores y tradiciones festivas, no encontrará mucha persecución; al contrario, recibirá subvenciones de quien quiere instrumentalizarla como medio de propaganda personal. Un cristianismo de sacristías hacia dentro, que no cuestiona la injusticia de la sociedad en la que vive, que no tiene en su centro los sufrimientos de los pobres, no será perseguido; un cristianismo que tenga en más importancia su beneficio que el mandato misionero de Cristo, no será perseguido.

Cuando los cristianos entramos a cuestionar una economía que descarta a los más pobres, una moral de lo políticamente correcto que pierde el horizonte de la sensatez y del bien; cuando los cristianos vivimos y anunciamos que Cristo es Señor, y que ninguno de los “señores” de este mundo es nada en comparación con él…, empezamos entonces a ganarnos la marginación y la persecución.

Cristo nos envía a ser apóstoles, a que busquemos la justicia en el mundo, a que tengamos la evangelización como prioridad de toda su vida, teniéndolo como auténtico sentido de la vida.