lunes, 25 de abril de 2022

Humilde valentía de la fe

 Evangelio del Domingo

Humilde valentía (Jn 21, 1-19)

El evangelio de san Marcos se compuso en Roma y tenía tras de sí el testimonio apostólico de san Pedro. Y como las personas de fe son así, Marcos es el que con más claridad refleja las limitaciones, las tentaciones y las negaciones del primero de los papas de la Iglesia. Por el contrario, el que nos transmite el texto más tierno y trascendente de la relación entre Pedro y Jesucristo es el evangelio de san Juan. Paradojas que solo desde la fe se entienden.

Cuando Dios decide encarnarse, lo hace con todas las consecuencias. No solo con las posibilidades y limitaciones de nuestra condición biológica, también las de nuestra condición histórica. Y para que el evangelio se fuera extendiendo a todas las personas y todos los pueblos puso a Pedro como signo de unidad y de caridad en la Iglesia. “Pedro, ¿me amas?”, le pregunta una y otra, y otra vez; y ante la respuesta humilde y sincera de aquel pescador de Galilea lo llama a una misión muy superior a sus fuerzas: “Apacienta mis ovejas”.

Cuando nuestra humildad y la gracia de Dios mate la raíz del orgullo que nos desazona y nos desorienta, podremos vivir en fecunda entrega a la misión que Jesucristo nos confía. Ojalá tengamos la humilde valentía de Pedro para asumirla. Solo tú puedes hacer lo que Dios a ti te pide. En este aquí y este ahora tú también puedes responder a Jesús: “Señor, a pesar de mis debilidades y caídas, tú sabes que te quiero”.


lunes, 18 de abril de 2022

Creer sin ver

 Evangelio del Domingo

Creer sin ver (Jn 22, 19-31)

Creer siempre es una apuesta, una aventura; como amar; como crear. La fe no es mera credulidad; quien cree en Dios encuentra todo su ser comprometido en esa confianza. Deja a un lado la superficie de la vida y se adentra en lo profundo de su propia humanidad. 

Hay razones para creer en Dios; muchas. Pero hay ocasiones en las que todas esas razones se oscurecen; y todo lo que eran luces se convierten en sombras ante la tiniebla que segó la vida de quien amamos. La muerte del marido, de un hijo… convierte en absurda toda palabra de esperanza, en burla toda frase de consuelo. Queriendo acariciarnos tocan la herida que tenemos en carne viva. Eso le ocurrió al apóstol santo Tomás. Los otros le hablaban de que Jesús había resucitado, pero tanto era su sufrimiento que no pudo sino expresarse con la violencia de su dolor: “Si no meto mis dedos en sus yagas, no creo.” 

Todas las comunidades cristianas contamos con el testimonio de personas que han perdido a quien más querían; y que, con todo su sufrimiento, se agarraron a la fe en Cristo muerto y resucitado; y sin comprender, y con el apoyo de los compañeros de la comunidad, comenzaron a sentir el bálsamo que necesitaba su herida, a recorrer el camino nuevo que la vida les había deparado, a encontrar fuerzas para seguir respirando; y han llegado a vivir la bienaventuranza de los que creen sin ver. 

Como todos tendremos que hacer algún día.


lunes, 11 de abril de 2022

El crisol del sufrimiento

 Evangelio del Domingo

El crisol del sufrimiento (Pasión del Señor)

Cuando las dificultades afrontan nuestra vida y tenemos que definirnos ante el sufrimiento propio o el ajeno manifestamos lo mejor o lo peor que hay en nosotros. Así les pasó a Pedro y a Judas que, ante la aparente impotencia de su maestro para ser el mesías esperado, uno lo negó y el otro lo traicionó. Otros fueron fieles hasta acompañar a Cristo en su pasión, así lo hicieron Simón de Cirene, ayudándolo a llevar la cruz, y Verónica, enjugando su rostro del sudor y la sangre.

Esta dualidad de nuestra alma se dio también en el mismo suplicio de la cruz. A cada lado de Jesús había crucificados dos ladrones. Uno de ellos renegaba y lo insultaba; el otro, recriminando a su compañero y confiando en Jesús, consiguió su salvación. San Dimas se hizo consciente a las claras de su situación: “¿Ni siquiera temes a Dios estando en el mismo suplicio?”; reconoció su culpa y su pecado: “Lo nuestro es de justicia porque pagamos por lo que hemos cometido”; y, por último, confió toda su esperanza en la misericordia y el poder de Jesús: “Llévame contigo cuando llegues a tu Reino”.

Ojalá cuando nos toque a nosotros afrontar las dificultades y el dolor en nuestra vida, o el mal y la injusticia de este mundo tengamos estas actitudes de reconocer nuestra propia fragilidad, de humildad sincera y de confianza en Cristo que tuvo san Dimas, para que también nosotros escuchemos como él: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.


lunes, 4 de abril de 2022

El principio de la plenitud

 Evangelio del Domingo

El principio de la plenitud (Lc 22, 14ss)

Jesús era una persona transparente; no ocultaba a sus discípulos que su misión en Jerusalén pasaba por ser despreciado por los jefes y las autoridades, y por ser apresado y torturado hasta entregar la vida. Repetidamente se lo había indicado; aunque ellos no podían creerlo y seguían pensando que en algún momento algo ocurriría para impedirlo.

No fue así. Nada impidió que Dios Padre en su propio Hijo mostrara el amor sin límites con el que nos ama. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos –dijo el Señor-. Pero él dio la vida por nosotros de una manera que impresionó a todos los que la vieron y a los que hemos tenido noticia de ella.

El Señor entregó su vida en la plenitud del amor. No hubo dolor que no cargara sobre sus hombros, no hubo herida que no acogiera en su propia carne, no hubo vejación ni violencia que no sufriera; y todo ello en paz, perdonando, consciente de que su misión era amar hasta el extremo, hasta mostrar el poder de conmover en lo más íntimo a todos.

La base del cristianismo no es una institución, por muy importante que sea la Iglesia; ni unas ideas, por muy interesantes que sea la doctrina moral de la Biblia. El fundamento del cristianismo, de nuestra fe es una persona, Cristo. Y solo acudiendo a él, dialogando con él, abriéndonos a su presencia, todo acaba por tener sentido.