lunes, 26 de septiembre de 2022

Nada sin fe

Evangelio del Domingo

Nada sin fe (Lucas 17, 5-10)

Nada hay en esta vida sin fe. Algunos presumen de no tener fe, pero eso es un absurdo, un contrasentido, una actitud inhumana. Fe es la confianza en el amigo en quien confiamos; fe es entregar el corazón a la persona a la que quieres; fe es poner tu vida completamente al servicio de tus hijos; fe es llenar el alma con la belleza que nos rodea; fe es acoger con sinceridad el sentimiento de compasión por la persona que sufre y disponerte a ayudarla en algo.

Sin fe, los científicos no investigarían la nueva hipótesis que revolucionará nuestra imagen del mundo, y que antes de ser comprobada requiere de años y años de entrega a lo que no saben si ratificarán los experimentos. Sin fe no se entregaría el artista a su intuición estética para captar la esencia de los sentimientos humanos como hasta ahora nunca se había hecho. Cuando nos falta la fe nuestro espíritu languidece. Pero con solo un poco de fe --“si vuestra fe fuera al menos como un pequeño grano de mostaza”, dice el Señor-, caminamos en esperanza. Sin fe el hombre no sería persona.

Vivir en la fe es acoger una existencia plena. Pero la fe, cuando es auténtica, siempre exige entrega y gratuidad. Creemos en lo que es más grande que nosotros; en lo que merece asumir cualquier penalidad; ante lo que, después de habernos entregado por entero, podemos decir: “siervo inútil soy, solo he hecho lo que tenía que hacer”. 

Piensa un poco: ¿Quién merece, en verdad, que le entregues así tu vida?


lunes, 19 de septiembre de 2022

El cielo está lleno

Evangelio del Domingo

El cielo está lleno (Lucas 16, 19-31)


El cielo está lleno de personas que, habiendo sufrido dificultades sin número en la tierra, ahora están profundamente agradecidas por vivir en la fiesta del amor del Padre.

El evangelio del próximo domingo nos narra la parábola del pobre Lázaro, un mendigo que murió a las puertas de la casa de un ricachón derrochador, que ni siquiera se dignó mirarlo un solo día. Lázaro fue el cielo; y aquel rico, vano y derrochón, fue al infierno por su falta de compasión.

El cielo está lleno de personas pobres alegrándose, por fin, en la presencia bondadosa del Padre y del Hijo, cantando y bailando con la alegría del Espíritu; también en el infierno habrá algunos, los que preocupados por miles de estupideces rechazan la mirada de los pobres y de los que sufren. Lo más terrible de todo es que alguno de estos se llaman cristianos y son devotos de tal o cual imagen...

Nosotros ya sabemos el mandamiento de la nueva alianza: “Amaos unos a otros como yo os he amado, con más ternura y generosidad cuanto más débil y pobre es la otra persona. Este mandamiento es más grande que todas las promesas que hayas podido hacer; es lo que dará eficacia a tus oraciones; es lo que hace aceptable la ofrenda que hagas a Dios". 

Mira al pobre a los ojos y después haz lo que puedas y sea un bien para él.


lunes, 12 de septiembre de 2022

Pisotean al pobre

Evangelio del domingo

“Pisotean al pobre” (Lucas 16, 1-13)

Estamos viviendo momentos duros para muchas familias. Los precios de los productos básicos no paran de subir; y los sueldos, que subieron un poco hace unos meses, ya dan menos de sí que antes. Con la carestía de la vida, los pobres son más pobres. Muchas familias trabajadoras, en cuanto tienen un problema, --una enfermedad o quedarse en paro uno de los cónyuges- se ven en grandes dificultades para atender al alquiler o la hipoteca, a los gastos de los niños, y a lo necesario para comer.

Pero no todos nos estamos empobreciendo; como siempre, hay quien se enriquece con el sufrimiento y la angustia de los pobres. Así lo decía el profeta Amós: “pisoteáis al pobre, elimináis a los humildes”. Y así se sigue haciendo. Hay grandes empresas que se están enriqueciendo en esta situación; el propio gobierno sanea el déficit del estado a costa de empobrecer a los más humildes. Muchos sufren, y unos pocos atesoran para su propia ruina.

El Reino de Dios, que Jesús inicia con su vida, su muerte y resurrección, es un reino en el que los pobres, todos los pobres, tienen vida, y vida en abundancia. El Señor no quiere un mundo de ricos, sino un mundo en el que todas las personas tengan lo necesario para desarrollarse en libertad. “Nadie puede servir a dos señores; no se puede servir a Dios y al dinero”, dice Jesús. Tiene que llegar el día en los que los humildes del pueblo abramos los ojos y el corazón, y juntos hagamos que en la tierra, como en el cielo, se haga la voluntad del Padre.


lunes, 5 de septiembre de 2022

Su abrazo

Evangelio del Domingo

Su abrazo (Lucas 15, 1-32)

La palabra “alegría” acompaña al papa Francisco en sus escritos más importantes. Nos habla de la alegría de anunciar el evangelio, de la alegría del amor de pareja y de familia, de la alegría de la fraternidad y de la alabanza que brota en nuestros labios ante la hermosura de la creación. Dios Padre nos creó para la alegría y la alabanza.

El pecado nos provoca tristeza. La codicia, la tristeza de no tener más, de no acumular más. El afán de poder siempre nos hace tropezar con quien es más poderoso que nosotros. Los distintos vicios, aunque nos proporcionan un placer momentáneo, dejan en nuestro corazón un poso de tristeza por la indignidad a que nos llevan, por el daño que hacemos y nos hacen. La envidia, los arrebatos de genio, la indolencia y la pereza, el orgullo, la cobardía... Lo que nos quita la alegría viene del pecado. 

También está la tristeza de “los buenos”; de los que en vez de entregarse sin condiciones a los demás buscan alguna recompensa: reconocimiento, alabanzas, influir en el comportamiento de los otros, ser vistos como personas nobles... Si cuando somos “buenos” no vivimos alegres, es que hemos puesto nuestra alegría no vivir en Dios y en su Hijo Jesucristo, sino en nuestra propia gloria y voluntad.

Deja a un lado la tristeza y decídete a buscar el abrazo del Padre que te reconciliará con tus debilidades y con las de tu hermano. ¿Quién necesita algo más que su abrazo?