lunes, 29 de enero de 2024

Evangelizar

Domingo 4 de febrero

Evangelizar (Mc 1, 29-39).

La fe cristiana es misionera, expansiva, apostólica, evangelizadora por naturaleza.

Otras religiones se agotan en la relación de la persona con lo divino: se le pide bendiciones, se le exhorta a que ayude, se le da gracias por los bienes recibidos, se obedece sus normas, se le pide perdón... Para los cristianos la fe no es solo creer en Dios, para los cristianos la fe es un encuentro con Jesús que nos llama a seguirlo, a estar con él, a continuar su misión. El encuentro con Jesús da a cada cristiano un motivo personal para continuar su misión. Él mismo nos envía: “Como el Padre me envió así os envío yo”.

Todos los cristianos vivimos esa tensión misionera, evangelizadora de anunciar con nuestra vida y con nuestras palabras que Jesús es el Señor. La fe en Jesucristo es esencialmente apostólica, vivimos como una necesidad ser testigos del Señor. Nuestra fe no es para vivirla ni individualmente, ni solo en la familia, ni siquiera reducida al ámbito de nuestro pueblo. Cada persona, sea de la nación que sea, y sea cual sea su vida es un hermano al que ofrecer y con el que compartir el encuentro con Jesús.

“Ay de mí si no evangelizare”, dice san Pablo. “Vamos a otros lugares a evangelizar, que para eso he venido”, dice Jesús. Para nosotros el afán real de anunciar a Cristo, con nuestras palabras y nuestra vida, es el alma de nuestra fe. No convirtamos nuestra fe en una religión más.


martes, 23 de enero de 2024

¿Cómo eres, Jesús?

Domingo 28 de enero

¿Cómo es Jesús? (Mc 1, 21-28).

Cada pintor o escultor, cada cineasta o cada artista que se han imaginado a Jesús lo han hecho de distinta manera. Zeffirelli lo imaginó sereno y bello, con ojos claros y mirada enigmática; Passolini en su película El evangelio según san Mateo también lo plasmó de presencia misteriosa, pero con el aspecto de un joven cualquiera; Mel Gipson lo retrató en su pasión como un hombre con la fortaleza del mismo Dios. La última imagen cinematográfica de Jesús nos la ofrece Dallas Jenkins en la serie The Chosen (los elegidos); y nos ofrece un Jesús cercano y bromista, profundamente empático y con una capacidad milagrosa para, con un solo signo de sus manos, cambiar la vida de todos los que se encuentran con él; su misterio se muestra en su profunda humanidad.

Porque Dios quiso que su Hijo se hiciera hombre, tenemos el derecho, y casi la obligación, de imaginarlo y recrear su vida para que nos sirva de modelo. Nunca se agotará el misterio de su presencia. Ni los discípulos, ni los que lo vieron en su vida histórica podían tampoco agotar la profundidad de su existencia, de una autenticidad diáfana, de un amor entregado, de una cercanía íntima y respetuosa, viviendo siempre en las manos del Padre, compasivo con el que sufre, intransigente con el pecado que hace sufrir al hermano, poderoso en obras y palabras...; Camino, Verdad y Vida para todos. 

Jesús, ¿quién eres tú?


lunes, 15 de enero de 2024

Pescador de hombres

Domingo 21 de enero

Un nuevo oficio (Mc 1, 14-20).


Sus planes eran otros. Pedro y Santiago soñarían en tener hijos; Juan, que era más joven, en casarse y fundar su familia. Pero llegó el de Nazaret y les cambió la vida. “Os haré pescadores de hombres”, les dijo en un tono que sonaba un poco a broma. ¿Qué significaba aquello? El tiempo lo diría.

“Pescador de hombres” no consistió en reclutarlos para formar un ejército o engrosar una secta religiosa. El de Nazaret constantemente les decía: “A ver qué os parece...; un hombre tenía...”. Y hacer pensar a las personas no es el camino más rápido para tener asegurada su obediencia. “Pescador de hombres” tampoco consistió en tenerlos como servidores suyos, como hacen los grandes señores. El de Nazaret era el primero cuando había que arrimar el hombro y se cargaba con las tareas más duras e ingratas.

Para pescar peces hay que mojarse, y para pescar hombres hay que comprenderlos y amarlos. A las personas se nos pesca cuando nos sabemos comprendidos y acogidos, cuando se nos ofrece un camino de bondad concreto que recorrer, y cuando quien hace todo eso se muestra débil y humilde, necesitado de nosotros. Pescar hombres con las redes del amor de Dios, que no enredan, sino que llenan de paz y dan libertad. El Señor nunca manipula; nos muestra en algunos momentos su rostro, pero después deja que lo busquemos y lo encontremos en libertad.

¿Estamos actuando así quienes decimos actuar en su nombre? 


lunes, 8 de enero de 2024

"Rellamada"

Domingo 14 de enero

“Rellamada” (Jn 1, 35-42).


No se tiene fe por una decisión ética, ni por creer en una verdades convincentes. La fe es un encuentro personal con Cristo, que nos ilumina y le da un sentido nuevo a toda nuestra vida. Los profetas acogieron ese encuentro como una llamada. El Señor irrumpía en su vida y les encargaba una misión ante el sufrimiento o el pecado de su pueblo. Ante la presencia del Señor, se sorprendían y se reconocían indignos e incapaces, pero el Señor insistía, les prometía su ayuda y los liberaba de las parálisis que les impedirían llevar adelante la misión.

Encuentro inesperado, ayuda que sorprende, misión en favor del pueblo... La llamada que Dios te hizo también fue así. Tal vez se te olvidó porque los sentimientos primeros se pasaron, pero cada uno de nosotros, cada creyente tenemos en nuestra historia de fe una serie de encuentros personales con el Señor, en los que nos ofrece participar de su vida y su misión. Las mediaciones son varias: un fracaso amoroso, como en el profeta Oseas; la indignación ante la injusticia, como en el profeta Amós; el rechazo a la religiosidad popular vaciada por la hipocresía, como Isaías; el grupo de amigos que llevó al encuentro con Jesús, como Pedro o Natanael; el testimonio de alguien a quien respetas y consideras tu maestro, como Juan y Andrés... 

Todos los creyentes tenemos esos momentos de encuentro personal con el Maestro; y quizás tú necesites renovar el tuyo. Dedícale un rato, y que la humildad y el anhelo te guíen.   


miércoles, 3 de enero de 2024

Anegados de gracia

Domingo 7 de enero

Anegados de gracia (Mc 1,7-11).



De la mano del Padre brota Amor Inefable hacia su Hijo: el Espíritu; que lo convierte en agua y lo anega por entero corazón y piel, mente y espíritu, ojos y manos; un agua que, a través del cuerpo del Hijo, de su carne anhelante y serena, todo lo purifica. El Jordán, tantas veces túrbido por la tierra y el cieno, se muestra límpido y transparente, azul y cristalino. Juan el Bautista, con ojos abiertos y gozosos de admiración, lo contempla casi incrédulo: sus manos y una pequeña concha están siendo los instrumentos que usa Dios para comunicarnos la pureza de su gracia.

¿Quién pudiera imaginar que el Hijo de Dios se pusiera en la fila de los pecadores para recibir el bautismo de conversión al que Juan había llamado desde el desierto? ¿Quién pudiera imaginar que unas comunidades débiles y pequeñas como las nuestras, compuestas de pecadores, sin los grandes y los sabios de este mundo, pudieran se cauce de la gracia y la amistad con Dios, que trae la alegría al corazón y la paz a nuestro mundo?

Contemplar el rostro humilde, bondadoso y sereno de Cristo en el Jordán, nos llena de la alegría de la fe; saber que nosotros hemos de ser como el Bautista, instrumentos para que muchos acojan la verdad y la gracia de Dios, nos hace conscientes de nuestra dignidad y nuestro pecado. Nos consuela saber que también nosotros hemos sido bautizados en las aguas cristalinas del Jordán, en la pila bautismal de nuestras parroquias; y que es Él, en nosotros, quien realiza el milagro de la fe y el sacramento.