lunes, 26 de febrero de 2024

Mercadear con la Palabra

Domingo 03 de marzo

Mercadear con lo santo (Jn 2, 13-25).


Todo cambio personal requiere hacerse violencia. No cambiamos a mejor sin un esfuerzo consciente y voluntario para buscar el bien. La cuaresma cristiana subraya la dimensión del “negarnos a nosotros mismos” para acoger la voluntad de Dios. Si nos dejamos llevar por nuestras inclinaciones no es de extrañar que acabemos con grasa sobrante en el cuerpo y en el alma; no más relajados, sino con una intranquilidad improductiva que nos quita la paz interior. Toda transformación social que luche contra la injusticia, contra la pobreza deshumanizadora que roba el desarrollo personal a los niños y a los jóvenes, requiere valentía y arrojo. Ningún cobarde sigue a Jesucristo.

El texto del evangelio que leeremos el próximo domingo así lo atestigua: la purificación del templo de Jerusalén, la expulsión de los mercaderes. Jesús se opone frontalmente a la forma en la que desde la religión se oprimía y se engañaba al pueblo judío. Bajo excusa de la ley de Dios se les saqueaba el bolsillo y se le dejaba fría el alma. No era esa religión verdadera y Jesús se enfrenta con ella.

La Primera Alianza era relación de adoración al Padre de la vida, de respeto al hermano, de compasión con el pobre; pero se había prostituido. La Nueva y Eterna Alianza es comunión personal con Jesús de Nazaret, Dios Crucificado y verdadero Templo Santo. ¿Tendrá que venir de nuevo Jesucristo con un látigo a expulsar a quien intenta egoístamente mercadear con su Palabra?


martes, 20 de febrero de 2024

Experiencia de luz

Domingo 25 de febrero

Experiencia de luz (Mc 9, 2-10).


Cuando Jesús va a iniciar el camino hacia Jerusalén, donde se va a enfrentar con las autoridades judías y los discípulos van a vivir el momento de la prueba más grande, se los lleva a un monte alto, y allí les hace experimentar la luz y la plenitud del amor con el que los ama. Juan, Pedro y Santiago vieron, en la transparencia de la carne de su amigo, un amor que todo lo iluminaba. Después vendrían los enfrentamientos, la clandestinidad, el prendimiento, la muerte en cruz; pero ellos ya sabían, oscuramente, de un amor que todo lo ilumina.

En nuestra vida también es así. Toda entrega, todo compromiso, todo amor sincero nace de la experiencia de la luz íntima que tiene la vida. Descubres la luz que tiene una persona en su interior, y te enamoras de ella. Te admiras de la belleza y la perfección de la naturaleza, y te conviertes en sincero ecologista. Miras el alma de quien está sufriendo, y te entregas en su consuelo y su cuidado. Te sientes inundado un día por el amor de Dios, y ya no puedes dejar de creer en Él, en todo momento.  

En esta cuaresma no te quedes en la oscuridad de tus pecados, de tus pequeños o grandes egoísmos, en la mediocridad de tus transgresiones. Cuaresma es tiempo de mirar la grandeza de Dios. Arrepiéntete de tus pecados, pero pon tu corazón en la Buena Noticia de que Jesucristo es la vida y el destino de la humanidad y de cada persona.  Experimenta que Él siempre nos enriquece con su amor.


martes, 13 de febrero de 2024

Conversión

Domingo 18 de enero

Conversión (Mc 1, 12-15).


Cuaresma es tiempo de conversión, de replantearnos nuestra vida para concedernos un espacio para la libertad. Adocenados en la rutina diaria nos acostumbramos a lo que no nos llena, ni nos hace bien. Necesitamos parar, acoger la riqueza de nuestros sentimientos y nuestra alma, respirar al ritmo de Dios y decir: Aquí estoy, Señor. Eso basta.

Concédete un espacio y un tiempo de libertad: un rato de oración personal en la iglesia o un paseo en soledad, y pregúntate si tienes que seguir haciendo las cosas y sintiendo la vida como hasta ahora lo estás haciendo; pregúntate si lo que haces responde a lo que quieres, o a las concesiones que has hecho a tu propio pecado o al pecado de los demás; mira qué te está quitando la paz, qué te está llevando al rencor, cuándo de cobardía disimulada hay en tu vida.

Ceniza y desierto son los dos símbolos con los que se inicia la Cuaresma. Una ceniza que se nos impone en la frente y un desierto al que acompañamos a Jesús en el primer domingo. Ceniza y desierto son realidades marcadas por la ausencia de vida, por la negación; nada crece en ellos, nada en ellos puede subsistir. Y cuando afrontamos la nada en lo que somos, cuando dejamos que nuestras “negaciones” muestren el poder cotidiano que tienen en nosotros, y gritamos a quien puede salvarnos, Jesús se nos manifiesta como el agua que da vida al desierto calcinado por nuestro egoísmo.


lunes, 5 de febrero de 2024

Glorificar

Domingo 11 de enero
Glorificar (Mc 1, 40-45).



De todas la maneras que las personas podemos reaccionar ante el bien que recibimos, “glorificar” es la más elevada. Podemos “corresponder” a un favor recibido; también podemos “agradecerlo”; “encomiar” a la persona que nos ha ayudado; o también “bendecirlo”, “alabarlo”, incluso “aclamarlo” en público... todas éstas son actitudes ante el bien recibido. Pero cuando la persona prorrumpe en bendiciones y alabanza, y glorifica íntimamente a quien le ha hecho tanto bien, su alma se extasía, sale de sí misma para vivir en la gloria de la bondad del otro. La glorificación brota desde el fondo del alma y llega a lo más alto. 

En el evangelio del próximo domingo un pobre, un enfermo, un marginado de la sociedad se atreve a acercarse un poco a Jesús y a suplicar su bondad reconociendo su poder. Jesús se acerca, salta las vallas de los rechazos religiosos y sociales, de los miedos y los prejuicios y lo acaricia curándolo. El leproso viéndose curado “empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones”.

Hoy siguen siendo los pobres y los enfermos de distintas dolencias, que se han puesto en las manos bondadosas de Jesucristo, de los que con mayor fuerza brota un agradecimiento que da paso a dar gloria desde lo íntimo de su corazón. La autosuficiencia no es agradecida, ni feliz. La conciencia de la propia pequeñez ante Cristo nos hace subir a las profundidades de un amor que nos colma.