lunes, 27 de mayo de 2024

Por las calles del Pueblo

Domingo 2 de junio

Por las calles del Pueblo (Marcos14,12-26)


La Eucaristía tiene tanta densidad de sentido que nunca se termina de decir todo lo que significa. Fue la última cena de Jesús, premonición de su pasión; es actualización de la entrega de su vida en la cruz, el amor más grande; fue y es comida fraterna de quienes comparten la misión de anunciar el evangelio; es invitación constante a la conversión de nuestra vida tibia y superficial; es comunión íntima que quiere regalarnos el Padre con su Hijo por la acción del Espíritu; es sacramento en el que la comunidad experimenta que es Cuerpo de Cristo en la historia para proseguir con toda su misión; es Santísimo Sacramento ante el que postrarnos, no como ante ningún poder ajeno, sino ante la grandeza de un amor que en todo nos puede; la eucaristía es pan, paz, alegría, perdón, esperanza nuestra de cada día... ¿Cómo abarcar tanto con nuestra mente pequeña, aunque nuestro corazón tenga siempre anhelo de más?

En el día del Corpus, Jesucristo vuelve a las calles de su Pueblo, como en aquellos días por Cafarnaúm o Magdala, rodeado del agradecimiento de los que hemos recibido de Él la vida, y de la esperanza de todos sus amigos.  Algunos, como en Nazaret, mirarán incrédulamente pensando si de alguien tan corriente como el hijo de un carpintero puede venir la salvación. Pero nosotros lo hemos experimentado, de algo tan corriente como un poco de pan, nos llega todo el amor de Dios hecho sacramento.

 


martes, 21 de mayo de 2024

El donante y el donado

Domingo 26 de mayo

El donante y el donado (Mt 28,16-20)


El amor es don. Don acogido en gratitud; don que ilumina nuestra vida; don que le da sentido a todo lo que hacemos. El amor es don en sí mismo, por sí mismo. No se cifra el amor en lo que de él recibimos; no necesitamos nada para amar porque el amor se vive siempre en gratuidad. Pero cuando amamos y somos amados, recibimos un mundo, el mundo entero desde un Edén de plenitud.

Es verdad que en el amigo encontramos compañía y en la pareja ternura; es verdad que en los hijos encontramos ilusión y esperanza. Pero cuando llega el momento en el amigo no puede acompañarnos, o la pareja no puede mostrarnos ternura o vivimos un desengaño con los hijos, no dejamos de amarlos; en muchos casos esta prueba se convierte en crisol de nuestro amor.  Cuando amamos queremos darnos por entero a quien amamos. Y, por ese amor, en todo lo que le entregamos nos entregamos nosotros mismos. El amor no se conforma con menos que con la entrega sin reservas al otro. 

El Padre porque nos ama no se conforma con entregarnos algo distinto a Sí Mismo, y por eso nos entrega a su propio Hijo. El Hijo, porque nos ama, se nos entregó por entero y ahora nos entrega entero su Espíritu. Porque el amor de Dios es Amor, hemos de confesar que el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo son donación de su más íntima intimidad, de su ser más verdadero. Mas, ¿cómo entender que Dios se nos entregue así?, ¿quién podrá comprender el Amor? 


lunes, 13 de mayo de 2024

Dador de vida

Domingo 19 de mayo

Dador de vida (Juan 20,19-23)


Temblor que resquebraja lo anquilosado, viento que barre el pecado, fuego que enardece el corazón, ven Espíritu Santo, Señor y Dador de vida.

Cincuenta días después de la Pascua, hablándoles de su Reino de justicia y amor para los hombres, Jesús envía su Espíritu a sus seguidore, a los doce y a otros de sus seguidores que estaban en Jerusalén. Rompe su cascarón de miedo y de recelo y los lanza a hablar y a amar, a anunciar el amor del Padre hecho carne en Jesucristo y a vivir en el amor de Cristo hecho comunidad de creyentes.

El Espíritu en cada uno de los creyentes produce frutos distintos. Lo mismo que el agua que riega la tierra, que a la semilla de trigo le hace multiplicarse para pan, a la vid preñarse de racimos y al olivo le hace reverdecer en aceitunas, el Espíritu a cada persona la impulsa por caminos distintos; pero a todos nos hace salir de nuestra rutina, de nuestras ideologías para vivir en un amor que nos da la libertad. El Espíritu alienta el amor fecundo de los jóvenes y la luz que brota de la sonrisa de los niños. El Espíritu impulsa y consolida en la sociedad iniciativas de mayor justicia; y dinamismos evangelizadores en parroquias y comunidades. El Espíritu pone en el centro siempre el amor del Padre y a los pobres que son sus preferidos. 

Cuando nos dejamos llevar por el amor del Espíritu somos alegres y fecundos.


lunes, 6 de mayo de 2024

Entre la tierra y el cielo

Domingo 12 de mayo

Entre la tierra y el cielo (Marcos 16,15-20)


La enseñanza de Jesús resucitado a sus discípulos, antes de ascender a los cielos y dejarles su misión encomendada, versó sobre el Reino. El Reino de paz y de justicia, el Reino de libertad y de gracia que acontece cuando las personas tenemos solo al Padre por Rey, solo al Hijo como Señor, solo al Amor como anhelo de vida.

La misión de la Iglesia está entre la tierra y el cielo. Estamos llamados a anunciar el Nombre de Jesús con las actitudes de misericordia y de compasión que él tuvo con nosotros, pobres y pecadores. Con los signos de cercanía y de liberación de las esclavitudes que Él realizó. Una misión muy terrena y carnal: dar de comer al hambriento, denunciar las injusticia que se cometen contra los pobres, acariciar y acompañar al enfermo... Pero, a la vez, muy de los cielos, porque anunciamos que solo nos salvamos en el Amor de aquel que entregó su vida por nosotros, en el Amor de aquel que se dio por entero en su vida y se entregó por entero en la cruz. Anunciamos, y nos proponemos vivir, un Amor que está muy por encima de la tierra, un amor que es del cielo.

Paradojas de la Iglesia que reflejan las paradojas y las contradicciones de la condición humana, las tuyas y las mías. Vivir es amar; sin amor no merece la pena la vida; amar es entregar a quien amas enteramente la vida. Nuestra vida está siempre entre la tierra y el cielo.