lunes, 24 de junio de 2024

Siendo rico, se hizo pobre

Domingo 30 de junio

Siendo rico, se hizo pobre (Marcos 5,21-43)

La sabiduría de los otros mueve a admiración o a envidia; a no ser que reconociendo nuestro desconocimiento dejemos libre un “espacio” en nosotros para aprender. La necesidad de llenarnos con riquezas materiales nos hace caer en un egoísmo que nos esteriliza para la vida y para los demás; solo los que comparten o arriesgan lo que tienen para generar riqueza, solo los que apuestan por disminuir pueden aumentar el bienestar de todos. El afán de ser honrados, de que hablen bien de nosotros nos va haciendo hipócritas, falsos, tibios; sin querer molestar a nadie con nuestra libertad de conciencia, la perdemos; sin buscar la verdad que brota de la realidad y de la vida nos conformamos con lugares comunes, con lo políticamente correcto, con ideas que ni iluminan ni nos mueven.

Para que las ruedas puedan acoger los ejes que soportan el carro y rueden, deben tener el centro vacío, hueco. Los chinos decían esto del emperador; su labor era estar ahí, sin hacer, sin ocupar el puesto de los demás, para que el reino avanzara como las ruedas de un carro.

Jesucristo siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Y nosotros solo cuando reconocemos la verdad de nuestra pobreza podemos abrirnos a las inmensa riqueza que es el conocimiento de Jesucristo en nuestra vida. Vacíate de ti mismo, póstrate ante el Cristo, como Jairo o como la hemorroisa, y sabrás qué significa la gracia de tener a Cristo como salvador, como Hermano.


lunes, 17 de junio de 2024

El arte de callar

Domingo 16 de junio
El arte de callar (Marcos 4,35-40)



Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a escuchar, según le atribuyen a un escritor famoso. Y parte tiene de verdad.

Adolecemos de falta de capacidad de escucha; antes de que el otro acabe de hablar y de explicarse, ya sabemos lo que nos va a decir, y ya estamos preparando nuestra respuesta. Se nota en nuestros recuerdos; siempre nos acordamos de lo que dijimos en tal o cual conversación, pocas veces lo que nos dijeron. Escuchar requiere silencio de nuestra parte. Escuchar de manera activa requiere un silencio que busca comprender al otro, que quiere adentrarse en lo que quiere decirnos con lo que nos dice, en lo que siente, en cómo se ha sentido, en cómo se comprende a sí mismo.

Cuando rezamos también necesitamos silenciarnos, acogernos en una escucha activa. Primero decir, y después saber por qué decimos lo que decimos, cómo nos sentimos al decirlo, por qué nos sentimos así. Es la confianza profunda en el amor de Dios la que nos permite ser sinceros con nosotros mismos. Después hemos de guardar silencio ante Él, silenciar lo superficial y lo profundo. Su música callada le dará una nueva sintonía a nuestra vida; una nueva paz, una nueva luz, un silencio que nos permite Vivir.

Así es, Jesucristo tiene poder para silenciar el mar embravecido interno que muchas veces es nuestro corazón.

martes, 11 de junio de 2024

De la espera y la esperanza

Domingo 16 de junio

De la espera y la esperanza (Marcos 4,26-34)


Para recoger frutos de un árbol plantado se necesita paciencia en la espera y paz de espíritu con esperanza. Cada árbol tiene su ciclo vital y hay que respetarlo. Así sucede con las personas. Cada uno tenemos nuestros ritmos, nuestras fases y periodos, y tenemos que acogerlos con paciencia y paz. Perder la paciencia en la educación de los niños, en la apertura de procesos en la comunidad cristiana y en los pueblos es simplemente perderlo todo. 

Tiene paciencia quien no se da más importancia de la debida, quien por amor espera siempre que el otro vaya creciendo en el bien, y quien tiene su confianza puesta solo en Jesucristo. La juventud suele ser impaciente; y el secreto de la sabiduría está en acoger ese crecimiento lento e inexorable del bien, aunque nos exija la cruz. Así lo vivió Jesucristo, que supo que solo cuando fuera levantado a lo alto atraería a todos hacia sí. 

Sea cual sea tu tarea no cejes en hacer el bien; no pierdas el norte desesperándote por creerte más de lo que eres; disfruta del silencioso crecer de lo que siembras, que la sonrisa y la comprensión es el mejor de los abonos. Y si toca sufrir y pasar por la cruz, no olvides que el mismo Hijo de Dios tuvo que pasar por ella.  El bien, como la salud, necesita paciencia y buenos alimentos, es decir, buenos ejemplos.


lunes, 3 de junio de 2024

La evidencia del mal

Domingo 9 de junio

La evidencia del mal (Marcos 3,20-35)


Si ustedes repasan el credo, que es la síntesis de lo que los cristianos hemos de creer, verán que no aparece ni el pecado, ni el pecado original, ni la figura de satanás. Y es que el mal, el mal que se mete en los entresijos de nuestra vida y nos destruye, no es una verdad de fe, sino una evidencia que solo hay que abrir los ojos para corroborarla.

En las relaciones más sinceras y auténticas, de amistad o de pareja, se mete el orgullo de creerse mejor que el otro, el recelo de sospechar que el otro me quiere mal, la manipulación de querer poner al otro a nuestro servicio, y lo que era una amistad de vida compartida se convierte en ruptura que hace sufrir a todos.

Toda instancia de poder y de prestigio social parece que tiene intrínsecamente la semilla de la discordia. El poder corrompe, se decía; hoy sospechamos que los corruptos tienen más fácil llegar al poder. Nadie escucha razones, sino el morbo de la frase altisonante y del insulto. Nadie parece buscar el bien común, sino el bien del partido del que quiere medrar. Los discursos que apelan al sentimiento visceral del rechazo al otro por su ideología están carcomiendo nuestra sociedad.

Nuestra condición humana parece lastrada. Necesitamos Alguien que en la transparencia de su vida clarifique las aguas que hemos enturbiado. Necesitamos a Alguien que amándonos aun pecadores, nos infunda su amor.