lunes, 23 de septiembre de 2024

Tolerancia y firmeza

Domingo 29 de septiembre

Tolerancia y firmeza (Marcos 9,38-48)


En nuestras sociedades occidentales se ha implantado una virtud moderna que ha desplazado con creces a las tradicionales: la tolerancia. “Cada cual tiene derecho a vivir su vida y a ser respetado por los demás”; “cada cual es dueño de hacer de su vida lo que quiera, sin que los demás tengan que juzgarlo o, siquiera, opinar de él”. Esta orientación se ha vuelto radical reivindicando que todos tengamos que reconocer la identidad que cada persona siente en un momento de su vida.

El mensaje de Jesucristo es profundamente tolerante; él mismo tuvo actitudes que rompían el estrecho molde de la cultura judía de su tiempo. Pero, a la vez, Jesucristo es profundamente firme con todo lo que daña a las personas y les cierra las posibilidades de que el Espíritu las conduzca por su propio camino. Jesús fue firme con quienes querían condenaban a la adúltera; y con quien dando pábulo a sus deseos más mezquinos no encauzan su afectividad desde la familia. Jesús fue tolerante con Zaqueo y con el joven rico, pero fue intolerante con la actitud dañina de poner el corazón en el dinero y la avaricia. Instaba a algunos de los que había curado a volver a su casa, pero era firme ante la tibieza de quien quisiera seguirlo. Es tolerante con todo el que peca, pero no justifica nunca que se dañe a los pequeños y a los débiles.

Jesucristo siempre abre la puerta a todos, la puerta de su amor para que vivamos en su amor de entrega.


lunes, 16 de septiembre de 2024

Conocer a Manolillo

Domingo 22 de septiembre

“Conocer a Manolillo” (Marcos 9,30-37)



Las personas que tenemos un cargo de relevancia, aunque sea poca, en la sociedad o en la iglesia hemos de estar siempre atentos a que esa responsabilidad, que se nos ha entregado, la ejerzamos como un servicio, y no como un privilegio o como un honor.

El refranero, como siempre certero y cruel, así lo advierte: “Si quieres conocer a Manolillo, dale un carguillo”. Y es que algunas veces los “manolillos” cuando recibimos un pequeño cargo ya queremos que nos llamen “don Manuel”, y que las personas estén a nuestro servicio. Cargos políticos, alcaldes y cargos municipales, presidentes de asociaciones de vecinos o encargados de una sección en la fábrica, hermanos mayores de hermandades, responsables de un área u otra de la parroquia, párrocos... Todos estamos tentados de que el cargo se nos suba a la cabeza.

Para eso hemos siempre de estar atentos a vivir desde la humildad, que se expresa en estar al servicio de las necesidades concretas de las personas, buscando ser los primeros en colaborar con los trabajos más bajos e ingratos; y atentos también en bien de todos, en lo que de nosotros dependa; sirviendo con agrado al más pequeño, sin emplear acritud con nadie. Al modo de Jesucristo, que no se aferró a su dignidad divina, sino que se hizo hombre y pasó por uno de tantos; aceptando la muerte, y una muerte de cruz. Por eso, ahora, toda rodilla se dobla ante su Nombre bendito, por su amor y su humildad. 


lunes, 9 de septiembre de 2024

Cargar con la cruz

Domingo 15 de septiembre

Cargar con la cruz (Marcos 8,27-35)


La experiencia de fe en Jesucristo potencia lo mejor del ser humano, lo mejor que hay en cada uno de nosotros. La amistad, la relación profunda con Jesucristo nos libera de nuestros demonios, nos da humildad para superarnos y nos abre a una fraternidad que da sentido a nuestras vidas. Lo más auténtico del ser de nuestra persona encuentra resonancia en el Evangelio.

Pero hay experiencias profundas en la fe que no se explican desde meramente lo humano; una de ellas es el acoger desde un sentido pleno y luminoso a los momentos de sufrimiento y de cruz que tenemos que afrontar. Todos hemos de vivir momentos de sufrimiento. Todos, incluso, por ser honrados, por luchar por la justicia y el bien podemos vernos despreciados y perseguidos. Es ley de vida, si no te resignas a la injusticia y a la mentira de este mundo, esa injusticia y esa mentira se centrarán en ti.

Los seguidores de Jesucristo tenemos un consuelo y una fortaleza grande en los momentos de cruz: al participar de una entrega como la de Cristo, participamos y participaremos en una vida y en una resurrección como la suya. Unidos a Él, nuestra cruz se convierte en un yugo llevadero, y en una carga suave. Todos nosotros, como el apóstol Pedro, nos asustamos ante la cruz. Ojalá seamos, también como él, fuertes y generosos cuando nos toque acoger los sacrificios que la vida nos presente.


martes, 3 de septiembre de 2024

Imparable

Domingo 8 de septiembre

Imparable (Marcos 7, 31-37)

Cuando el Señor habla al corazón de una persona, su palabra poderosa se convierte en nosotros en una fuerza imparable, que ni nuestras cobardías, ni nuestros pecados, ni las censuras o prohibiciones pueden acallar. Los profetas son testigos de esta experiencia. Estamos hechos para la verdad y para el bien, y cuando los encontramos en profundidad qué difícilmente los dejamos de lado.

Quizás me diréis que la experiencia es la contraria; que muchas personas que han vivido momentos de encuentro con el Señor, después, han seguido o recaído en la injusticia y la mentira... En ellos, la palabra está aletargada, como la semilla que en la tierra está esperando para dar fruto. Así le ocurrió a Moisés que estuvo años y años pastoreando antes de reconocer aquella zarza que ardía sin consumirse y que le habló del sufrimiento de su pueblo y de la voluntad de Dios de salvarlos. Pero la Palabra allí estaba y germinó y dio fruto.

Este domingo celebramos la natividad de María de Nazaret. En ella la Palabra fue acogida y dio fruto sin tardanza, sin dilación, sin falsas prudencias. Ojalá nos sirva de ejemplo María para no retardar una respuesta plena a nuestra vocación. Cuando así lo hagamos, viviremos reconciliados con nosotros mismos, humildemente orgullosos de vivir conforme a la misión que nos han encargado.