martes, 26 de noviembre de 2024

Tiempo de promesas

Domingo 01 de diciembre 

Tiempo de promesas (Lucas 21,25-36)


Hermoso es el tiempo de las promesas. Promesas hechas de las vidas incipientes de los niños en los que ponemos nuestra esperanza. Promesas inmaduras y, sin embargo, sinceras de amor adolescente. Promesas de amigos que se conocen bien. Promesas, las más ciertas, de cuidado y apoyo de los padres a sus hijos. La realidad viene con su ambigüedad y sus limitaciones, pero las promesas nos abren a la verdad y al bien que anhelamos. Hermoso es el tiempo de las promesas de Dios. En Quien no hay inmadurez, ni doblez; estando seguros de su cumplimiento.

Quien vive en la promesa vive en sus propias fuerzas, desde su propia decisión, con la generosidad propia de quien nada tiene. Pero atraído e impulsado por un amor que colma y dinamiza; que excita el deseo cuando lo va colmando. 

Es tiempo de sacudirse el conformismo con el que vivimos nuestro pecado y nuestras limitaciones. Es tiempo de olvidarnos de nuestros lastres y acoger lo que Dios ha soñado para nosotros desde siempre. Adviento es despertar para soñar con el realismo y la lucidez del creyente, del que sabe que todo dependerá de su amor. Adviento es el tiempo de las promesas acogidas en esperanza. Adviento es tiempo, también, de hacer promesas, correspondiendo a la promesa de Dios. ¿Qué quieres prometer al Señor en este tiempo? ¿Qué vida quieres comprometer con él? No seas rácano, que ya sabes que Él da siempre el ciento por uno.


lunes, 18 de noviembre de 2024

Lo que de verdad importa


Domingo 24 de noviembre 

Lo que de verdad importa (Marcos 18,33-37)


autor alemán, Schopenhauer, escribió un libro que tituló: “El arte de tener razón”. Y mostraba 38 caminos para tener razón en una discusión, independientemente de la verdad. Eran estratagemas argumentales para salir victorioso en una discusión. En nuestro mundo parece tener renovada actualidad este ensayo. 

En base a razones se maltrata a personas, se las ridiculiza, se justifican medidas que empobrecen a las familias, se deciden guerras. Cuando el tener razón se antepone a la verdad es imposible el amor y la misma humanidad. El amor tiene verdades que la razón no entiende. El amor siempre busca la verdad del otro, aun escondida en medio de su ambigüedad y su pecado. Cuando discutimos por tener razón, perdemos el horizonte de la verdad que nos hace libres. Con razones seremos poderosos, pero no más humanos, ni más felices.

Ante Poncio Pilatos, prefecto de la provincia romana de Judea, Jesús, recorriendo las etapas para la entrega de su Vida, sintetizó su misión: “Ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”. 

¿En qué verdad se resume tu vida? No busques en ti la respuesta, porque te encontrarás con una oscuridad grande. Quien nos da su vida y nos enseña a darla, tiene la verdad que necesitamos.


miércoles, 13 de noviembre de 2024

Un tema tabú

Domingo 17 de noviembre 

Un tema “tabú” (Marcos 13,24-32)


La muerte y, aún más el fin del mundo, son temas tabú en nuestra cultura. Por una parte, la fe cristiana durante mucho tiempo estuvo alienada en el premio o el castigo eterno que merecerían nuestros pecados; y en vez de ser una fe que llenara de sentido y plenitud nuestra vida, la llenaba de miedo y de temor. Por otro, nuestra cultura ha ido alejando a la enfermedad terminal y la muerte a los hospitales y tanatorios, y vivimos en la ensoñación y en la falsedad de una vida que no muestra su fin.

La vida en la Tierra se acabará y nuestra vida biológica llegará un día a su fin. Estas son verdades palmarias. Cuando el Evangelio nos habla de que “el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor y las estrellas irán cayendo del cielo” nos está revelando, precisa y sorprendentemente, que el destino de nuestra vida no es la muerte, sino la comunión con Cristo: “Entonces verán al Hijo del hombre con gran poder y gloria”. 

Lo que le da verdadero sentido a nuestra vida aquí en esta Tierra, es la relación personal con Cristo, que nos hace vivir en comunión profunda con los nuestros; y eso es lo que podremos vivir en plenitud después de esta vida. Solo el amor perdura. Todo lo que no sea amor: orgullo, vanidad, envidia, avaricia, miedo, dolor, angustia... será polvo. El amor interesado no es amor, sino propio interés. ¿Cuánto pesa el amor en lo que vives? Quien tenga poco amor, ¿poco amor vivirá eternamente? Tenlo en cuenta.


lunes, 4 de noviembre de 2024

Enseñar a mirar

Domingo 10 de noviembre 

Enseñar a mirar (Marcos 12,38-44)



Damos un paseo y observamos a los adolescentes que parlotean animadamente sin casi escucharse unos a otros; al anciano que lentamente va dando el paseo de la tarde en soledad; a la madre que sale del coche con cuatro bolsas en las manos y que encuentra sitio para no soltar a su hijo y poder atinar con la llave en la cerradura; al migrante magrebí que entra en una casa con fachada desvencijada, casi ruinosa; también podemos contemplar cómo la luz va cediendo sitio a la oscura serenidad de la noche...

Una de las tareas más importantes en la educación es enseñar a mirar. Saber mirar y fijarse en los detalles nos ofrece datos importantes para conducirnos en la vida. Una madre o un padre que mira a sus hijos sabe si están nerviosos o tristes, si algo les preocupa o si están excitados por algo, por mucho que ellos quieran disimular. Esta mirada requiere empatía, entrar en el mundo de la persona que observamos, y comprender cómo siente y cómo se siente, por qué hace las cosas y la hondura personal de lo que hace. Esa mirada es un análisis que va más allá de lo que se ve, descubriendo el corazón de a quien está mirando.

Jesús ve a una anciana que echa una monedita en el cepillo del Templo y descubre que ha echado más que otros que hacían grandes donativos: ella había echado todo lo que tenía para vivir. ¡Quién nos enseñara a ver el mundo y a nuestros hermanos con la mirada de Dios!