Sobre
Puertas y Fronteras
Cuando
me disponía a escribir esta pequeña reflexión sobre las actitudes de los
cristianos ante la inmigración, se me viene a la memoria el texto en el que
Jesús dice: “Yo soy la Puerta, quien
entre por mí se salvará” (Jn 10,9). Los
inmigrantes que llegan a nuestro país se encuentran, normalmente, con muchas
vallas y con pocas puertas. Parece como si, en muchas ocasiones, les hubiéramos
cerrado la puerta, tanto de nuestro corazón como de nuestra legislación.
Ciertamente los cristianos y los grupos de Iglesia están, en muchas ocasiones,
en la vanguardia de la solidaridad con los inmigrantes, pero siguen
observándose en nuestras parroquias y grupos prejuicios y reticencias,
actitudes que intentan cerrar toda entrada a los inmigrantes en nuestra
convivencia cotidiana, y que justifican un recelo ante los inmigrantes que ni
siquiera es razonable.