lunes, 28 de octubre de 2024

Día de los difuntos

2 de noviembre día de los difuntos

Recordando (Juan 14, 1-6)


Recordando lo mejor de los nuestros se nos llena el alma de nostalgia y de ternura. Nos alegramos íntimamente de los momentos que con ellos compartimos; momentos seguramente sencillos, sobre los que nadie escribiría una novela, pero que fueron los que nos hicieron ser quienes somos. Ese mismo recuerdo nos hace sentir una nostalgia grande, que puede ser dolor punzante cuando a quien recordamos nos dejó recientemente.

Recordar a nuestros difuntos nos hace más personas. Los recordamos con agradecimiento, con indulgencia, con comprensión. Es un recuerdo que se hace oración porque la muerte siempre nos sitúa en el umbral de esta vida y nos hace mirar a la oscuridad y el enigma de la otra. Desde que la persona es persona, eso es así. Los primeros rasgos de humanidad se dan con el culto a los difuntos; los primeros textos escritos se encontraron en sus tumbas. Como si toda nuestra humanidad se cifrara en reconocer que nuestra dignidad personal, que nuestro amor y nuestra libertad no sucumben con la muerte.

Eso que era un anhelo profundo de cada persona se hizo realidad en la muerte y la resurrección de Jesucristo. En Él sabemos que nuestra vida tiene esperanza (y responsabilidad) de vida eterna. La resurrección de Cristo le da su verdadera dimensión y sentido a nuestra vida. Él que entregó su vida por nosotros es ahora el corazón de nuestras vidas.


jueves, 24 de octubre de 2024

¿Puede curar la fe?

Domingo 27 de octubre

¿Puede curar la fe? (Marcos 10, 46-52)



Varias veces en los relatos de los evangelios escuchamos a Jesús decir: “Tu fe te ha curado, vete en paz”; o “que te suceda según tu fe”. Incluso la fe de otros –de la madre o de unos amigos-- se convierte en causa de sanación. 

Jesús nos salva de muchas cegueras espirituales, de muchas parálisis personales, nos da vida cuando vivimos en sombras de muerte. Hemos sido testigos muchas veces. La fe de una persona permite también que Dios reactive todas las energías de su cuerpo y de su espíritu para la sanación. La confianza, la fe y la esperanza consiguen lo imposible. También somos testigos de ello. 

Especialmente, cuando creemos en Jesucristo como Señor del universo, no hay situación difícil en la que no podamos sentirlo cercano, comprensivo con nuestros dolores y problemas, ya que Él los asumió primero. Hasta de nuestros pecados y de las contradicciones de nuestra historia nos permite descansar en Él. Hay muchas enfermedades psico-somáticas; por lo mismo hay también muchas curaciones que vienen de una actitud vital abierta a la luz y al amor. 

Ante la oración de alguien que sufre, ante la oración de un pobre, Dios padre se compadece y puede otorgarle el favor que pide, que puede servir de signo para una salvación plena. ¿Quién se atreve a poner límites al amor de Dios? La vida ya es un milagro; y en la vida se dan milagros sin cuento a quien tenga ojos para ver. Realmente la fe cura.


lunes, 14 de octubre de 2024

Dar la vida

Domingo 20 de octubre

Dar la vida (Marcos 10, 35-45)


Podría parecer que esta expresión “dar la vida” tiene dos significados distintos. Uno sería “engendrar una vida nueva”, como los padres que han dado vida a su hijo; otro sería “entregar la propia vida”, como el militar que pierde la vida en una misión por el bien de su país. Una cosa es “engendrar” y otra “entregar”, pero mirado con detenimiento no está tan lejos una de la otra.

Cuando queremos dar vida, tenemos que estar dispuestos a entregar la vida. Lo saben bien los padres. Dar vida a los hijos no es solo engendrarlos, sino vivir la experiencia cotidiana y profunda de darles su vida hasta quedarse sin ella, para recuperarla más bella y hermosa, nueva y fecunda. Lo saben bien los consagrados y los misioneros, que renuncian a su familia, a sus amigos..., entregan toda su vida para dar vida a los más pobres de la tierra, y una vida eterna, ya que le entregan lo más preciado, a Jesucristo mismo. Lo sabe todo aquel que busque vivir en profundidad; la vida verdadera requiere renuncias y sacrificios. De ningún comodón se escribió nunca nada; siempre la vida cómoda acaba dejando vacío el corazón.

Jesús, como en todo, también vivió esto hasta lo más profundo. Por eso decía: “El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.” Cada uno de nosotros hemos de preguntarnos a qué servicio y a qué entrega estamos llamados en nuestra vida.


lunes, 7 de octubre de 2024

La dama Pobreza

Domingo 13 de octubre

La dama Pobreza (Marcos 10, 17-30)

“Poderoso caballero es don Dinero”, dictaminaba Francisco de Quevedo en una metáfora que sigue siendo de actualidad. Pocas cosas no las compran las riquezas, solo las que dan sentido profundo a la vida: la amistad verdadera, el auténtico amor, la dignidad de la propia vida, el consuelo y la fortaleza de la fe. “Quien quisiera comprar el amor con las riquezas de su casa se haría despreciable”, sentencia la Biblia en el Cantar de los Cantares del rey Salomón.

Es más, solo cuando usamos el dinero y los bienes materiales con generosidad, y los ponemos al servicio de los demás, vivimos de acuerdo con nuestra dignidad humana. El egoísmo, la avaricia, la tacañería, la rapacidad, la mezquindad nos hacen menos personas y nos alejan de la voluntad de Dios. ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de los cielos!, dice el Señor en el texto del evangelio del próximo domingo. Necesitamos los bienes materiales para vivir, para eso los creó Dios; pero no vivimos para ellos. 

Quien se encuentra con el amor siente la profunda necesidad de entregarse a quien ama, y de compartir con él todo lo que tiene. Por eso, quien se encuentra con la inmensidad del amor de Dios gusta de vivir en austeridad y pobreza, conformándose con poco, queriendo compartir lo que tiene con los pobres, sintiendo como un agravio al amor a Dios el alejarse de sencillos buscando una vida de falsas apariencias. San Francisco se declaraba enamorado de la dama Pobreza.


martes, 1 de octubre de 2024

Imágenes de Dios

Domingo 06 de octubre

Imágenes de Dios (Marcos 10,2-16)



¿Qué realidad de nuestro mundo puede servirnos como imagen de Dios? 

Sabemos que la Biblia, antes de que el Padre enviara a su Hijo, “imagen de Dios Invisible”, prohibía toda representación de Dios, incluso pronunciar su nombre. Por eso, aunque a los creyentes le tenemos devoción a distintas imágenes religiosas de un artista inspirado, ya sean esculturas o pinturas, sabemos que toda son meras imágenes, y que la realidad de Dios está siempre más allá. Dios es espíritu y debemos adorarlo en espíritu y verdad.

El mundo ha sido creado por Dios, y hay muchas realidades del mundo que nos hablan de Él: el colorido y la atmósfera cálida un atardecer, el murmullo de los árboles y los pájaros de un bosque... Dios crea al hombre y a la mujer, dice el libro del Génesis, a su imagen y semejanza; y desde entonces el amor entre la mujer y el hombre –sus lazos de ternura que les acercan a la plenitud, la entrega sincera de un amor mutuo, su generosidad al engendrar y cuidar a los hijos, su disposición a cuidar el uno del otro en la riqueza y en la pobreza, en la salud y la enfermedad...—es la imagen más cercana a un Dios que se define a sí mismo como amor.

Ojalá cada uno de nosotros, en cualquier circunstancia, vivamos siempre en ese amor de entrega, en un amor grande que de sentido a toda nuestra vida.