lunes, 27 de enero de 2025

La alegría de la pureza

Día 2 de febrero 

La alegría de la pureza (Lucas 2, 22-40)



El próximo domingo celebramos el día de la Virgen de la luz, de la Candelaria; que rememora la presentación del niño Jesús en el Templo y la purificación de su Madre cuarenta días después de su nacimiento. 

Los judíos pensaban que el parto dejaba impura a la mujer. Pero la espiritualidad cristiana ve en esa entrada de María con el Niño en sus brazos una auténtica procesión de luz. El Templo de Jerusalén quedó iluminado con la luz de Jesús. Por eso, desde muy antiguo esta fiesta se celebra con lucernarios en los que cada cristiano lleva una vela significando la luz con la que Cristo lo ilumina. Como María, la Iglesia sabe que Cristo es la luz de nuestra humanidad. Unas creencias y unos ritos extraños se ven transformados cuando es Jesús quien los realiza. La humanidad de Jesús tiene poder para cambiarlo todo.  

Cuando acogemos la presencia del Señor en nuestra vida, podemos decir con el anciano Simeón: “Ahora puedo vivir en paz porque mis ojos han contemplado tu salvación”. Cuando experimentamos el perdón, la misericordia, la llamada de Dios en lo cotidiano de nuestro existir sabemos que Cristo es “la luz que alumbra a todos los pueblos a todas las naciones”. Por eso, cada cristiano tenemos la misma tarea que la Virgen llevar la luz de Cristo por donde vayamos. Echemos a un lado orgullos, rencores, cobardías, y caminemos con la alegría y la humildad de las bienaventuranzas. 

lunes, 20 de enero de 2025

Conocer a Cristo

Día 26 de enero 

Conocer a Cristo (Lucas 4,14-21)



El viernes pasado los chavales de la confirmación tuvieron una catequesis que presentaba la catequista con una frase de san Jerónimo: “Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo”. Los católicos hemos cometido el error de pensar que podíamos creer en Cristo sin conocer las Escrituras, sin rezar con la Biblia. Y sin su vida y sin su palabra reducimos a Cristo a una imagen a la que presentar nuestros deseos y necesidades. Reducimos la fe a lo que tiene de confianza en la bondad de Dios, pero nos privamos de acoger el sentido profundo y la luz que trae para nuestra vida. En vez de acoger el impulso de su Espíritu para vivir su llamada y colaborar con su misión, tenemos la tentación de utilizarlo para lo que a nosotros nos interesa.

Abre alguno de los evangelios; busca un texto pequeño en el que Jesús hable a sus discípulos, o ayude a alguna persona en dificultad, o cuente una parábola; reléelo con tranquilidad y busca una luz para tu vida. No pretendas comprenderlo todo; no te entretengas en lo que no entiendes; busca la luz que Dios tiene para ti en esas palabras de Cristo, y acógela con humildad. Quien se acerca a la Escritura, se acerca a Cristo y se llena de la luz que trae a nuestra vida. 

No es complicado; no es difícil; solo hay que leer un texto pequeño con fe y humildad, con el deseo profundo de conocer a Cristo para seguirlo y tenerlo como maestro.


martes, 14 de enero de 2025

Alentando alegría

Día 19 de enero 

Alentando la alegría (Juan 2,1-11)



El evangelio de san Juan siempre sorprende. Como saben, es el último de los cuatro que vio la luz; y, por eso, sigue un esquema distinto, complementando y profundizando su presentación de la persona de Jesús. En el evangelio de Juan todo ocurre cotidianamente, sencillamente, pero mostrando una luz que llega hasta el último rincón de nuestra historia. Así ocurre con la primera manifestación del Señor, que no la acompaña con una estrella o unos magos de oriente, tampoco la avala con una voz del cielo. La primera manifestación del Señor se produce en la boda de una aldea, en Caná, y solo la ven su madre y los criados que servían. ¡Qué humildad la de nuestro Dios!

Jesús se manifiesta como el esposo de la humanidad. Y lo mismo que el esposo llena de ternura y de alegría a su mujer, él viene a consolarnos, a salvarnos, a llenarnos con su ternura y su alegría. El ungido con el óleo de la alegría viene a traer alegría y gozo a toda la humanidad. Ningún cristiano tiene derecho a tener cara de pocos amigos y el espíritu avinagrado cuando el Señor se manifiesta alentando la alegría y la fiesta. Qué hermosas son las personas que en todo momento se muestran como bálsamo en las situaciones difíciles, y tienen una palabra alegre a los que las rodean. Qué necesarias son personas que olvidándose de sus pequeños o grandes problemas alientan la alegría a su alrededor. Bienaventurados los que animan a sus hermanos, tienen como su maestro al Señor.


lunes, 6 de enero de 2025

Desde Nazaret

Día 12 de enero 

Desde Nazaret (san Mateo 2,1-12)


Se lo contaron sus padres y él lo corroboró con sus propios ojos: cuando a la higuera le brotan yemas, se acerca el verano, y cuando una mujer ya ha tenido un niño ni se acuerda de los dolores del parto. Vio y se asombró de la hermosura frágil y delicada de los lirios del campo. Escuchó historias de pastores que se habían enfrentado a los lobos para defender su rebaño. Vio como su madre para remendar la ropa no usaba tela nueva, sino la que ya estaba un poco vencida, para que lo nuevo no tirara de lo viejo y el desgarrón fuera aún peor...

En Nazaret vio a los hombres en la plaza esperando que los llevaran a trabajar, y la amargura de los débiles y los viejos cuando ya no los llamaban los primeros. En Nazaret contempló el sufrimiento de los ciegos y los tullidos, condenados a la mendicidad; y la alegría de los nuevos esposos el día de su boda. En Nazaret supo de la crueldad de los poderosos, y de la hipocresía de quienes los rodean.

En Nazaret, sobre todo de su familia, acogió el rostro de un Dios de misericordia y justicia; un Dios que siempre contaba con las personas y las llamaba a una misión. En Nazaret supo un día que su misión era la de ser Hijo del Padre, el Hermano de todos. En el silencio humilde y sereno de aquella aldea comenzó todo. En el Jordán se desbordó el Espíritu, y supo que el tiempo llegaba a la plenitud. 

No había caminos, los tendría que abrir él; y lo hizo.