domingo, 29 de septiembre de 2019

Estado-nación y solidaridad



Tribuna de opinión publicada en el Diario de Sevilla

Estado-nación y solidaridad
Hay quienes pretenden unir al concepto de nación española políticas de rechazo del extranjero, yendo en contra de los dinamismos profundos que alientan nuestra propia historia



 Ilustración: Rossell

lunes, 23 de septiembre de 2019

Sobre el otro mundo


Evangelio del domingo  29 de septiembre del 2019

Sobre el otro mundo (Lucas 16,19-31)


Hay cristianos a quienes les resulta incómoda la dimensión profética de la fe. Uno puede hablar en la homilía de la misa sobre las virtudes personales que deben acompañar a la vida cristiana, o sobre la experiencia íntima de la fe, o sobre la prudencia a la que nos invita el evangelio…, y su rostro siempre es de escucha atenta y de aprobación. Pero si se habla de la injusticia estructural de nuestro mundo, del cambio que están reclamando con sus sufrimientos los pobres, de la opresión y el latrocinio de los poderosos… su rostro se encoge, el entrecejo se les frunce y comienzan a pensar que para escuchar sobre política no vienen a la Iglesia.

Otros por el contrario se encuentran muy a gusto cuando se critica el poder y la injusticia de los más ricos; sus posturas políticas se ven alentadas y se sienten reconocidos en sus ideas y convicciones. Pero dejan de prestar atención cuando se habla de la dimensión trascendente de la fe, sobre la vida eterna, sobre la llamada a una Vida plena que Dios Padre hace a todos sus hijos después de esta vida. Les parece que hablar de la otra vida es dejar de prestar atención a la historia presente.

Las dos dimensiones de la fe son necesarias, e incluso, podríamos decir, solidarias una con otra. Porque la gloria de Dios es que sus hijos tengan vida, que los pobres puedan vivir con dignidad verdadera; quien ve el sufrimiento de los pobres y escucha la voz de Dios no puede sino acoger el compromiso profético de la fe; y quien ve el sufrimiento extremo de los pobres y tiene en su corazón el amor de Dios, no puede sino confiar en que la bondad de Dios les regala la Vida que aquí se les negó tan injustamente.

viernes, 20 de septiembre de 2019

El casino del hambre




Evangelio del domingo 21 de septiembre del 2019

El Casino del hambre (Lucas 16,1-13)

Vivimos en un mundo en el que la actividad económica no se rige por la lógica de las necesidades de las personas, sino por la lógica de la especulación. El artífice de la economía no es el productor, ni el consumidor, sino el que especula con los productos. El peso de la economía no está ya en el mercado de abastos, o la tienda de ordenadores donde compras; el peso de la economía está en el mercado bursátil, donde se llega a especular hasta con las cosechas destinadas a la población de muchos países. Se negocia con el hambre de los pobres. Este mercado bursátil es como un juego de apuestas, en el que si compras el valor que se encarece ganas mucho dinero… Si lo que se encarece es el precio del trigo, ganas dinero tú con el hambre de otros.

La complejidad del mundo que vivimos sólo es aparente, porque las preguntas decisivas siguen siendo las mismas: ¿tienen las personas posibilidades de una alimentación y un entorno sano, y una vivienda digna?, ¿tienen los jóvenes acceso a su desarrollo personal y a un trabajo que les permita crear su propia familia?, ¿tienen las personas más débiles o desprotegidas acceso a la salud y a ayudas sociales adecuadas?

Vivimos en un mundo que tiene capacidad de producción de los bienes de consumo para satisfacer las necesidades de la población mundial. Que haya cientos de millones de personas viviendo en pobreza extrema y con hambre nos revela la profunda injusticia que lo está corroyendo. Cada uno tiene que decidir si pone su energía, su creatividad y su tiempo del lado del dinero asesino o del Dios de la vida. No podrás servir a Dios y al dinero; piensa qué estás haciendo en realidad.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Campo a través


Evangelio del domingo 15 de septiembre del 2019


Campo a través (Lucas 15,1-32)

No, no era senderismo, era ir campo a través; por los sembrados, por los olivares, orientándonos por la intuición de que tras la loma que remontábamos íbamos a encontrar un camino, o que al culminarla veríamos la torre de la iglesia… Más de una regañina nos ganamos por llegar tarde, sucios y con las piernas arañadas de los matojos que no pudimos, o no quisimos, esquivar: era tiempo de aventura; aventura con pantalones cortos, que es la que más se saborea.

El buen pastor que –sin atender a matemáticas—deja 99 ovejas en el desierto para ir en busca de la que se le había perdido, no caminaba senderos, iba campo a través. Subiendo lomas, bajando cerros, sorteando setos, cruzando cauces secos de torrenteras, mirando y mirando, aguzando el oído, hasta encontrar la que había perdido.

Páramos de superficialidad y tedio cobarde; valles de frondosos arbustos, todos con frutas ácidas, las de la pornografía, las del consumismo, las de la televisión basura o carroñera; desfiladeros de adicciones químicas o telemáticas que anulan la voluntad; roquedales de egoísmo y xenofobia, de intolerancia y rechazo al diferente; zarzas de sentimientos obsesivos en las que dar un paso significa enredarte más y herirte con la desesperación por liberarte; pozos profundos en los que te metieron el desprecio y la injusticia de los demás, hipotecas abusivas, salario de explotación…. Estos son los pasos del buen pastor que te busca.

No sólo en el Sagrario o en la Biblia puedes encontrar al Señor, siguiendo los pasos del Buen Pastor, acercándote a tu hermano que sufre.

jueves, 5 de septiembre de 2019

Publicidad para realistas


Evangelio del domingo 8 de septiembre del 2019

Publicidad para realistas (Lucas 14,25-33)


Estamos acostumbrados a que la publicidad de cualquier cosa nos la venda más grande, más tecnológica, con más virtudes de las que de verdad tiene. Sin que sea “publicidad engañosa”, se exageran los aspectos buenos silenciando los puntos débiles del producto publicitado. Aquello del 99.99 euros, para no pasar la barrera sicológica de los 100, es un clásico. Por muy lúcidos que nos creamos, siguen engañándonos como a niños.

Pero una cosa es no caer en la publicidad engañosa, y otra bien distinta es poner las exigencias más radicales de tu propuesta sin ambages, sin disimulos, con crudeza realista que llama a sorpresa: “quien no carga con su cruz y me sigue no puede ser discípulo mío”; “quien no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”; “quien no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y sus hijos, no puede ser discípulo mío”…

Jesucristo no quiere engañarnos; él sabe, y quiere que comprendamos, las limitaciones de nuestro corazón y nuestra voluntad; que somos frágiles, nuestros razonamientos inseguros y nuestra voluntad voluble; que sólo teniéndolo a él como guía y maestro podemos vivir la plenitud de la vocación a la que somos llamados, la plenitud del amor. Jesucristo no quiere edulcorarte los aspectos duros y difíciles de nuestro mundo. Te afronta para que afrontes con madurez lo que de verdad quieres.


“¿Quieres vivir la autenticidad de ser persona?, ¿quieres vivir con realismo y humildad tus debilidades; y aspirar con dignidad a vivir con justicia y solidaridad? (…) Sígueme, poniendo en mí tu confianza, toda tu confianza; no te defraudaré.”