lunes, 25 de noviembre de 2019

Noé: segundas oportunidades


Evangelio del domingo 1 de diciembre del 2019
Noé: Segundas oportunidades (Mateo 24,37-44)


Nada se escribe en la historia sin que alguien, en primera persona, lo conciba, lo impulse, lo persiga y lo realice. Puede ser que esa persona pase desapercibida o quede en el anonimato, pero detrás de todo cambio siempre hay una persona, o un grupo, que lo posibilita.

Cada Adviento es como una nueva posibilidad para nuestras vidas. Y, así, en el evangelio de este domingo se nos recuerda la figura de Noé. Todos recordamos la narración del diluvio. Una narración en la que se nos transmite una inundación tan terrible que parece que cubrió hasta los montes más altos de Mesopotamia –narraciones de culturas extrabíblicas así lo ratifican-, y cómo  con Noé se dio continuidad a la humanidad.

La figura bíblica de Noé encarna muchos valores humanos y espirituales: la honestidad y la escucha fiel a Dios, la laboriosidad y el ingenio –que le permitieron construir un enorme barco e inventar el vino—, y la prudencia, la integridad y el pudor. Pero Noé es, sobre todo, símbolo de la segunda oportunidad que siempre tenemos ante Dios. Después que Dios la creara, las personas se pervirtieron por su maldad y violencia. La violencia era tanta que Dios decidió destruir toda la humanidad. Pero viendo a la honestidad y la rectitud de Noé quiso que en él todo tuviera un nuevo comienzo. El signo de que siempre la bondad de Dios nos concede una segunda oportunidad no puede ser más hermoso: el arco iris. 

Estés como estés, piensa que te conceden esa segunda oportunidad que necesitas, aprovéchala.

lunes, 18 de noviembre de 2019

la hermosura del sacrificio


Evangelio del domingo 24 de noviembre del 2019
La hermosura del sacrificio (Lucas 23,35-43)


Cuando en religión se habla de sacrificio, parece que se encienden las alarmas e, instintivamente, se nos despierta la suspicacia. Sacrificio admirable es el de los deportistas; o aquel que quiere adelgazar para tener una mejor figura. El sacrificio  que se hace estudiando para conseguir un buen puesto de trabajo ya comienza a levantar sospechas, “se podía conformar con un puesto menos importante”, “al fin y a la postre, muchos que no estudiaron han conseguido triunfar”. Sacrificarse por los hijos o por la pareja parece ya cosa del pasado, un anacronismo que ya no se lleva: “antes de que el matrimonio conlleve sacrificios, mejor separarse”, “los niños traen mucho sacrificios, con uno ya tenemos bastante (y de sobra)”.

Ya no hay novelas de amores sacrificados, en fiel abnegación; las sustituyeron otras de amores atormentados, tórridos y destructivos. Sacrificarse por la justicia y la vida de los otros, apostar toda la vida en realizar un ideal de entrega… de eso ya ni se habla –tantas veces quienes hablaban con palabras edulcoradas nos han defraudado…-.

Y sin embargo es el sacrificio abnegado y gratuito de nuestros padres lo que nos ha hecho ser lo que somos. Y será nuestro sacrificio generoso y fecundo el que le dé sentido verdadero a nuestra vida. Jesucristo muestra ser el primogénito de la humanidad por su sacrificio  en la cruz. Su sangre derramada, consecuencia de su vida entregada, nos redime del egoísmo y la superficialidad que lastran nuestra vida.

Piensa un rato: ¿Quién merece el sacrificio cotidiano de tu vida?

lunes, 11 de noviembre de 2019

el pobre no nace, se hace


Evangelio del domingo 17 de noviembre del 2019
El pobre no nace, se hace (Lucas 21,5-19)

El misterio de ser persona se esclarece desde la lógica del don. Todos recibimos la vida, la nuestra y la de nuestros hijos, como un don. Por eso, el acto de acumular, de acaparar, de arrebatar al débil y al indefenso sus medios de vida es el acto más terriblemente inhumano. Todos nacimos desnudos y tiritando, con necesidad de cuidados y de protección. Y eso hace más incomprensible la actitud de quien se aprovecha de la fragilidad del otro para explotarlo y expoliarlo.

No se nace pobre, te hace pobre quien aprovechándose de tu fragilidad te da un salario de miseria con un contrato basura. No se nace pobre; te hace pobre quien te sube el precio del piso (o de la habitación) hasta que tienes que elegir entre comer o tener un techo donde cobijarte. No naciste pobre, te hicieron pobre al hacinar a tus padres en un barrio suburbial y sin servicios con todas las familias que por sus carencias estorbaban en los barrios ricos. No naciste pobre, las riquezas de tu país fueron expropiadas por corporaciones financieras que sólo buscaron su enriquecimiento. No se nace pobre, la codicia de personas inhumanas empujan a la indigencia a tantas familias como vemos sufrir por el desorden egoísta de nuestro mundo.

Cada vez que rezamos “venga a nosotros tu Reino” estamos pidiendo que este desorden, que provoca el sufrimiento y la muerte de tantos, acabe. Aquel día, hasta los Templos dedicados a Dios, recubiertos de dorados y con valiosas imágenes, en que los pobres no sean acogidos y confortados acabarán destruidos, sin que quede piedra sobre piedra. Dios, por su misericordia, ha unido su suerte y la nuestra a la suerte de los pobres.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Contra toda evidencia


10 de noviembre del 2019
Contra toda evidencia (Lucas 20,27-38)

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Contra toda evidencia quieren hacernos creer que sólo somos una cosa más entre las cosas; que nuestro cuerpo se resuelve en un saco de músculos y huesos, más o menos bien conformados; que nuestro tiempo sólo son horas, semanas, años que se suceden; que nuestra vida sólo consiste en experiencias que se suceden hasta su decrepitud y aniquilamiento.

Nos intentan hacer creer todo esto contra la evidencia palmaria del espíritu que da sentido a nuestro cuerpo, nuestro tiempo y todas las experiencias que vivimos. Ni las pruebas ostensibles del amor y la libertad que vivimos, ni la trascendencia de la belleza que nos envuelve, ni la conmoción de la ternura que vivimos, parece que puedan convencer a quien sólo quiere vernos como un trozo de materia, sujetos solo de placer y de dolor.

Pero esto no es así. Somos personas con dignidad; nuestra vida es un regalo, un don, inmerecido, inconmensurable, que nos hace ser humanos; se nos ha hecho el regalo de ponernos en el camino de hacernos personas; se nos regala cada día la oportunidad de hacernos merecedores de ese don; y Quien nos ha entregado hasta su propia intimidad, su Palabra, hace que nuestra vida sea para siempre.

Convéncete mirando a cualquier personas que te rodea: imagina sus anhelos y sus miedos, sus frustraciones y sus logros, su pecado y su bondad --¡tan parecidos a los tuyos!--. Después contémplate a ti mismo, en la eternidad serena de tu espíritu, en el que no eres ni joven ni viejo, donde tus cualidades dejan paso a la verdad más radical y evidente: eres.