Evangelio del domingo 1 de diciembre
del 2019
Noé: Segundas oportunidades (Mateo 24,37-44)
Nada se escribe en la historia sin
que alguien, en primera persona, lo conciba, lo impulse, lo persiga y lo
realice. Puede ser que esa persona pase desapercibida o quede en el anonimato,
pero detrás de todo cambio siempre hay una persona, o un grupo, que lo
posibilita.
Cada Adviento es como una nueva
posibilidad para nuestras vidas. Y, así, en el evangelio de este domingo se nos
recuerda la figura de Noé. Todos recordamos la narración del diluvio. Una
narración en la que se nos transmite una inundación tan terrible que parece que
cubrió hasta los montes más altos de Mesopotamia –narraciones de culturas
extrabíblicas así lo ratifican-, y cómo
con Noé se dio continuidad a la humanidad.
La figura bíblica de Noé encarna
muchos valores humanos y espirituales: la honestidad y la escucha fiel a Dios,
la laboriosidad y el ingenio –que le permitieron construir un enorme barco e
inventar el vino—, y la prudencia, la integridad y el pudor. Pero Noé es, sobre
todo, símbolo de la segunda oportunidad que siempre tenemos ante Dios. Después
que Dios la creara, las personas se pervirtieron por su maldad y violencia. La
violencia era tanta que Dios decidió destruir toda la humanidad. Pero viendo a
la honestidad y la rectitud de Noé quiso que en él todo tuviera un nuevo
comienzo. El signo de que siempre la bondad de Dios nos concede una segunda
oportunidad no puede ser más hermoso: el arco iris.
Estés como estés, piensa
que te conceden esa segunda oportunidad que necesitas, aprovéchala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario