lunes, 26 de diciembre de 2022

Lo que lleva a la paz

Evangelio del Domingo

Lo que lleva a la paz (Lucas 2, 16-21)


El día 1 de enero celebramos la principal fiesta de la iglesia para celebrar la memoria de la Virgen María: su maternidad divina, María Madre de Dios; también celebramos la jornada mundial de la paz con el deseo de que la paz llegue todo el mundo. No valoramos lo que significa la paz sino cuando vemos las consecuencias de la guerra: ancianos viviendo entre escombros y pasando frío, familias desplazadas de su tierra y de su vida, hombres jóvenes muriendo en trincheras encharcadas de barro, niños con miedo: hambre, frío, violencia, torturas, miedo y muerte.

Pero la guerra nace mucho antes que el estallido de la primera bomba. La guerra comienza en el corazón de las personas, y tiene forma de orgullo, de soberbia, de ira. La guerra va creciendo en los discursos de odio, en la criminalización del contrario, en su conversión en un títere sin alma en quien desahogar nuestras frustraciones. La guerra va tomando forma con la manipulación de las instituciones cuando un gobernante comienza a poner todos los poderes, y contrapoderes, de un estado bajo su única voluntad. Las guerras grandes y las pequeñas, las de nuestra casa, tienen el mismo origen: orgullo y victimismo. 

La vacuna para estos virus está en guardar en nuestro corazón, como la Virgen, todos los gestos de bondad que las personas tienen con nosotros y la misericordia que Dios Padre nos ha mostrado regalándonos la dignidad de ser sus hijos.


miércoles, 21 de diciembre de 2022

Contemplar su mirada

Evangelio del Domingo

Contemplar Su Mirada (Juan 1, 1-18)

“Hemos contemplado su gloria, de gracia y de verdad”, comenta el evangelista san Juan al narrarnos poéticamente la encarnación del Hijo de Dios como una persona cualquiera, en las entrañas de nuestra misma historia. Es grande que Dios nos creara; es más grande todavía que por su amor redentor nos sacaran de la oscuridad del sinsentido y de la muerte. Pero lo que no hay palabras para contar, ni poemas para cantar es cómo lo hizo. Que el Hijo de Dios mismo se hiciera hombre como nosotros, acogiera la debilidad de nuestra condición y aceptara nacer en un pesebre y morir en una cruz, desborda todo lo que podemos pensar.

Cuando miramos con amor a alguien, queremos abrazarlo y mostrarle nuestro deseo de comunión con él; sus alegrías nos alegran, su sonrisa nos hace sonreír. Cuando lo vemos padecer, nuestro amor no puede sufrir que vivamos ajenos a sus dolores. El amor es siempre comunión para el bien del otro, pero siempre es comunión. ¿Con qué amor no nos miraría el Hijo de Dios que quiso alegrarse y disfrutar con nosotros, sufrir y padecer con nosotros para ofrecernos su comunión?

Noche Buena y Navidad es tiempo de mirar al Niño Dios. Es también tiempo de contemplar con qué amor nos mirará Dios a nosotros para dejar el cielo y bajarse a nuestro barro para ofrecernos la gracia de su amor. Ante el pesebre calla un rato y considera hasta qué punto Dios te ama y con cuanto amor te mira. ¡Ay, Si fuéramos capaces de contemplar cómo Dios nos mira!


lunes, 12 de diciembre de 2022

Belén de Efratá

Evangelio del Domingo

Tú, Belén de Efratá (Mi 5,1-4)

Muchas veces los saberes ahogan la verdad, y las virtudes a la bondad. No se me malentienda, los saberes y la cualificación en la propia profesión son necesarios para resolver los problemas; son necesarias las virtudes para que los buenos sentimientos encuentren el camino de la realidad. Pero solo una mirada joven, que redescubre lo importante, que está abierta a lo novedoso, que se atreve a cuestionar las verdades que se han hecho “irrenunciables” nos hace avanzar.

El Mesías podría haber nacido en Jerusalén, la ciudad grande y poderosa, donde habría encontrado el amparo de los maestros de la ley y los piadosos de su tiempo. Pero no fue esa la voluntad de Dios. Dios Padre quiso que su hijo naciera en Belén, una pequeña aldea cerca Jerusalén; y que sus padres se fueran a Nazaret otra aldea pequeña cercana a un cruce de caminos en la levantisca Galilea.

De “Bet-lejem”, Casa del Pan, inicio del que a sí mismo se llamó “pan de vida”, nos viene la salvación. De la tradición antigua, de los sabores campesinos y pobres, de las esperanzas de los que viven con lo necesario, de los que parece que no cuentan. Para encontrar al Mesías tenemos que ir a Belén.

Deja esos tontos afanes de grandeza, que llegan a lo ridículo. Abandona tanto inmoderado consumo, que te produce obesidad de cuerpo y de mente. Despójate de tus resistencias a la fe, que mueve al amor y la esperanza. Entonces verás al Salvador.


lunes, 5 de diciembre de 2022

Como flor de narciso

Evangelio del Domingo

Como flor de narciso (Is 35,1-10)

Las lecturas que se proclaman en las eucaristías del adviento tienen tres referencias fundamentales: Juan el Bautista, María de Nazaret y el profeta Isaías. Gran parte de las lecturas del adviento son de este profeta, que no solo muestra una experiencia profunda de Dios, sino que es uno de los mejores poetas de toda la historia de la literatura universal. La experiencia de Dios hace descubrir y apreciar la belleza del mundo.

Algunos textos del libro de Isaías se enmarcan en el pequeño reino de Israel, que rodeado de grandes potencias, tiene que mantener un difícil equilibrio para no ser campo de las batallas de los grandes imperios. Otros textos reflejan la situación de deportación y esclavitud que sobrevino después de la guerra, que los gobernantes de Israel no supieron o no pudieron evitar. Como por desgracia le ha ocurrido a la martirizada Ucrania. Los cantos esperanzadores de Isaías levantaban el ánimo de aquellos que, privados de todo, solo tenían ya su fe en el Señor de la historia.

Por eso, todos los que ahora sufrís y os sentís desbordados por las circunstancias no perdáis la fe. Isaías lo profetizó, la salvación de Dios es como la flor del narciso que florece en el mismo invierno. Los problemas no se resolverán todos por arte de magia, pero guardar en el corazón la hermosura de un amor que con misericordia nos acaricia es un tesoro que nadie te puede arrebatar.

¿Quién está solo teniendo a Jesucristo en lo más íntimo?


lunes, 28 de noviembre de 2022

Brotará un renuevo

Evangelio del Domingo

Brotará un renuevo (Is 11,1-10)

Casi de manera natural la venida de un niño a una casa, junto con las preocupaciones y los miedos –sobre todo de la madre-, siempre se vive con esperanza y con alegría. Dios quiso que la vida se afirmara a sí misma, y una nueva vida es renovación de la esperanza.

Hasta del tocón viejo y aparentemente muerto de la dinastía de Jesé, padre del rey David, va a brotar un vástago, un renuevo que permite soñar con un rey justo, con prosperidad para el pobre, con una vida en paz. Así llamarán a Jesús: “hijo de David”. También en el tocón de nuestra iglesia, débil y, en muchos lugares, aparentemente muerta, pugnan por brotar yemas de vida nueva en el Espíritu. ¡Qué grande es Dios y qué poder tiene la fe!

Esta es nuestra esperanza: Dios siempre busca maneras de hacer que el anhelo de paz y de justicia, que la comunión profunda y la apertura al misterio de su amor, se renueve en su pueblo. Preparemos el camino al Salvador, enderecemos lo torcido y allanemos lo abrupto, para que cuando llegue a nuestras vidas nos encuentre dispuestos a colaborar con él. Que desgracia sería que el Señor viniera a nuestros y no lo pudiéramos reconocer obcecados en el orgullo o la avaricia, cegados por la superficialidad y la corrupción. Preparémonos, porque es seguro que viene con el fuego de su Espíritu a darnos vida nueva.

Esperanza es nombre del Adviento. 


lunes, 21 de noviembre de 2022

De las espadas forjarán arados

Evangelio del Domingo

De las espadas forjaran arados (Is 2,1-5)

El signo y la consecuencia más clara del pecado es la violencia. Violencia verbal, violencia física, violencia como cancelación o indiferencia. A la violencia conducen nuestros rencores y nuestros orgullos, nuestra vanidad y nuestra avaricia, nuestra falta de templanza y de autocontrol. Por eso uno de los signos del tiempo nuevo del Mesías es la ausencia de violencia; así dice Isaías: “De las espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas, ya no se adiestrarán para la guerra”.

La guerra es la multiplicación exponencial de todo mal y la exteriorización de todo pecado. Pero la guerra se fragua en el corazón y en la mente de las personas. En unas por su afán de poder, en otras por dejarse contagiar con el virus del odio ante el distinto. Antes de que el gobierno ruso bombardeara Kiev, la mayoría de la población rusa llamaba “nazis” a los ucranianos y a su gobierno. Sin demonizar al otro no eres capaz de matarlo o justificar su asesinato. Por eso, desconfía de quien te presente la vida o la historia con trazos maniqueos, como una historia de buenos y malos.

Desconfía también de ti mismo cuando en vez de mirar al otro (a tu familiar, a tu compañero de trabajo, a tu vecino...) con ojos de acogida, lo miras como un rival o un enemigo, y lo reduces a aquello que te limita. Lo verás como un obstáculo a eliminar, no como un hermano con el que compartir. Acoger al distinto es sembrar semillas de paz, preparar la venida del Mesías.


lunes, 14 de noviembre de 2022

Venga tu Reino

Evangelio del Domingo

¡Venga a nosotros tu Reino!

Cuando los judíos hablaban del Reino de Dios, casi todos entendían que estaba por llegar el Mesías, un guerrero valiente y justo, más incluso que el rey David; y que los iba a salvar de los romanos y los explotadores, y los iba a hacer vivir en la paz y en la prosperidad... Algunos cristianos piensan que el Reino de los Cielos se dará después de esta vida; y en él seremos juzgados, unos para condenarse por sus pecados y otros para salvarse por sus méritos y virtudes...

Pero Jesucristo nos dice bien claro en el Evangelio que el Reino de los Cielos es como la levadura que una mujer pone en una cuartilla de harina, y que poco a poco va fermentando toda la masa (Lc 13,21). Y también nos dice que el Reino no llegará de manera espectacular (Lc 17,20). Lo que muestra que Jesús es el rey de todos los reyes, y el señor de todos los señores es su perdón en la cruz, y su entrega por amor a nosotros y para redimir a la humanidad entera. El Reino del amor vendrá con amor; el Reino de la paz vendrá con paz; el Reino de la justicia vendrá cuando todos los que escuchamos su voz acojamos la voluntad del Padre.

Venga tu Reino, en lo cotidiano y en lo pequeño; en el seno de nuestras familias y en el pueblo que mira por los más frágiles. Venga a nosotros tu Reino. No queremos ser nosotros los señores, sino siervos tuyos, Señor.  Llegará el día en el que toda lágrima sea enjugada y toda injusticia resarcida. En el poder de tu amor confiamos.


lunes, 7 de noviembre de 2022

Jesucristo se hizo pobre

Evangelio del Domingo

Jesucristo se hizo pobre (2 Cor 8,9)

“Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá”, les dice Jesús a los discípulos preparándolos para la persecución y para darles esperanza en los momentos de dificultad. Tendremos dificultades y problemas, pero tenemos la certeza absoluta de que el Señor hará llegar nuestra vida a buen puerto. Él se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Este es el lema de la jornada de los pobres que celebramos el próximo domingo.

Se empobreció haciéndose hombre, sin aferrarse a su categoría de Dios, para hacerse entrañable y cercano; se empobreció haciéndose trabajador manual sin hacer carrera entre los sabios y entendidos de su tiempo; se empobreció aceptando ser signo de contradicción, y poner su vida en el candelero de los juicios de unos y de otros; se empobreció al someterse a la pasión y la cruz, pobreza radical y absoluta; siguió empobreciéndose al entregarnos su cuerpo y su sangre en la eucaristía. Cada escalón que el Señor desciende en la pobreza es una riqueza para todos nosotros. No hay riqueza mayor que compartir la plenitud de su vida y vivir siempre en comunión con Él.

La pobreza de Jesús contrasta con el orgullo y el afán consumista de nuestra sociedad. La riqueza, injusta e insolidaria, depredadora de la armonía de la naturaleza y que amenaza con destruirnos, es causa del empobrecimiento inhumano de los más débiles. Hagamos nuestras las causas de los pobres, para desde ellos hacer de nuestro mundo el hogar de los hijos de Dios.


lunes, 31 de octubre de 2022

Día de los difuntos

 Evangelio del Domingo

Día de los difuntos (Juan, 14, 1-6)


Volver a nuestras raíces siempre nos da seguridad y serenidad. En el fondo de nuestra alma siempre somos aquel niño que jugaba a la puerta de su casa, y que acogía agradecido la mirada atenta de la madre, el padre o los abuelos. Ese recuerdo del pasado nos da perspectiva para mirar con verdad nuestra propia vida. La alegría y las bromas, la ternura y la condescendencia, la capacidad de sacrificio por nosotros y de exigir que nos superáramos constantemente son los rasgos que, ahora, más valoramos de los nuestros que ya han partido.

También da perspectiva a nuestra vida el saber que ahora están viviendo en plenitud el amor que en esta tierra fueron capaces de amasar. Los que creemos en un Dios Padre de Bondad sabemos que El no abandona a ninguno de sus hijos, sino que después de la muerte los acoge y los lleva a su seno; acogiendo las personas que eran, pero transformadas al colmarlas de su amor. Recordarlos es rezar al Padre para que los siga colmando con su gracia.

En el día de los difuntos, por un lado, recordamos las raíces del árbol de nuestra vida y, por otro, ponemos la mirada en lo alto del cielo, que es hacia donde tienden nuestras ramas. Con esa perspectiva nuestro presente tiene importancia, claro; pero en tanto amasa el pan del amor que damos a los que queremos, y en tanto ensancha nuestro corazón, libre de orgullos y de egos, para acoger el amor del Padre. Es día de recuerdo agradecido y de esperanza que serena.



martes, 25 de octubre de 2022

La ley de la gradualidad

Evangelio del Domingo

La ley de la gradualidad (Lucas 19, 1-10)


El papa Francisco tiene que soportar la crítica abierta de sectores más o menos inmovilistas de la iglesia porque en la exhortación apostólica Amoris laetitia ha abierto la puerta a que, desde un discernimiento eclesial sereno y bajo condiciones concretas, los casados por la iglesia, divorciados y vueltos a casar puedan recibir la comunión. A algunos les parece que cualquier excepción en la ley anula la ley entera.

Las leyes morales que la Iglesia propone como camino para la vida tienen la importante misión de ir haciéndonos “dignos de la vocación” (2Tes) a la que hemos sido llamados. Vivir fieles a la vocación que Dios nos hace vivir en plenitud personal. Pero, la vida de todos está llena de pecado y de debilidad; cada uno puede dar testimonio de esto de muchas formas. Por eso es tan gratificante escuchar lo que nos dice la primera lectura del próximo domingo, que el Señor corrige poco a poco a los que caen para que apartándose del mal crean en El. 

El señor siempre nos acoge tal y como llegamos a él. Ya seamos hijo pródigo o mujer adúltera, Pedro o Judas... siempre nos acoge como amigos. Quiere entrar en nuestra casa, como en la de Zaqueo para impulsar nuestra conversión. También a nosotros, porque somos pecadores, nos dice: “date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa”. Bájate de tu higuera, reconoce tu pecado, en la medida de tus posibilidades vive realmente conforme al amor, y nunca te alejes de Jesucristo.


lunes, 17 de octubre de 2022

Siembra pobreza

Evangelio del domingo

Siembra pobreza (Lucas 18,9-14).

Siembra pobreza que recogerás verdadera riqueza. Es una ley de nuestra vida. El labrador siembra un pequeño grano de trigo, sin la certeza de que la lluvia llegará a tiempo para hacerlo germinar. Pero aquella siembra de unas cuantas espuertas de grano da una cosecha que permite tener pan a todo un pueblo. Siembra tú también pobreza en tu corazón y en tu vida. 

Siembra la pobreza y la humildad del arrepentimiento en el daño que has hecho y en las faltas de coherencia que has vivido, y recogerás una cosecha grande de paz interior, de crecimiento personal. El perdón de Dios hace el milagro.

Siembra en tu vida la pobreza del esfuerzo por desarrollar tus capacidades, la pobreza del trabajo cotidiano por llevar adelante tus proyectos; y recogerás la cosecha abundante de ser una persona de la que se fían los demás, una persona que se tiene en cuenta para hacer el bien. Dios bendice a los que son fieles a su voluntad.

Acoge en tu vida la pobreza del menosprecio injusto, de las críticas infundadas, de la persecución –una siembra amarga-; pero recibirás a cambio un amor purificado y limpio, cribado de odios y de recelos, adornado con la confianza y la presencia de Dios.


Pesebre, Calvario, Eucaristía: Cristo nos enriquece con su pobreza; qué al acoger la sencillez y la pobreza, él nos enriquezca con su amor.


lunes, 10 de octubre de 2022

Imagen de la fe

Evangelio del Domingo

Imagen de fe (Lucas 18, 1-8)


Muchas imágenes podía haber escogido Jesús para mostrar a sus discípulos la actitud de fe. Podía haber hablado de quien iba al templo a rezar cada día; o de quien escuchaba las Escrituras con actitud humilde; o de quien daba limosna a un pobre. Pero escoge una imagen de la fe verdadera, por decirlo así, no muy religiosa.

Jesús compara la actitud de fe con de una mujer, que habiéndose quedado viuda, reclama persistentemente al juez lo que le corresponde en justicia, para poder sacar adelante a sus hijos. Aquella mujer, desde la herida de la soledad y el recuerdo del amor ausente, pedía lo justo y necesario para que sus hijos tuvieran vida. No sabía el juez lo que es una madre cuando se negaba a atender su petición, pensando que pronto iba a dejarlo en paz. 

Así ha de ser nuestra oración por las familias que viven la violencia estructural del paro, o de los contratos precarios, o de unos sueldos que condenan a la pobreza. Así ha de ser nuestra oración por los niños y adolescentes expuestos a la adicción de la pornografía y a la vaciedad de una vida consumista, en peligro de cualquier radicalismo que quiera captarlos. Así ha de ser nuestra oración por los ancianos y los enfermos, que tienen más facilidades en acogerse a la ayuda al suicidio que a una atención adecuada a sus necesidades.

La oración, cuando es como la de una madre, siempre lleva a buscar caminos de ayuda concreta a quien sufre.


martes, 4 de octubre de 2022

Después de la crisis

Evangelio del Domingo

Después de la crisis (Lucas 17, 11-19)

En época de crisis aumenta nuestro fervor religioso. Cuando nada parece que puede ayudarnos, nos acogemos con fe a la presencia siempre firme y misericordiosa de Dios Padre. Pero ¿y después de la crisis qué? ¿Volvemos a nuestra situación de lejanía de lo religioso? ¿Volvemos a vivir con actitudes contrarias a la fe en Jesucristo?

El evangelio de este domingo nos presenta a 10 leprosos que iban en grupo por uno de aquellos caminos cercanos a Jerusalén. Iban en grupo para conseguir la ayuda unos de otros, ya que a otras personas no podían ni acercarse. Ven de lejos a Jesús; han escuchado que hacía milagros; y le gritan desesperados: “Jesús, maestro, ten piedad de nosotros”. Jesús los manda a presentarse a los sacerdotes del templo de Jerusalén; ellos le obedecen y todos quedan limpios. Pero solo uno de ellos vuelve hacia Jesús, se postra ante él y da gloria a Dios.

Ante esto, Jesús dice unas palabras enigmáticas: “¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero? Levántate, vete; tu fe te ha salvado”. 

¿Qué significa esta salvación, que es más que la curación de la lepra? ¿Por qué la actitud de glorificar a Dios, signo de una fe distinta a la fe en el milagro, es la que lo salva?  Aquel leproso volvió a su casa, pero recordaría siempre el rostro de aquel ante quien se postró a sus pies; buscaría saber de él, de sus enseñanzas y de toda su vida.

lunes, 26 de septiembre de 2022

Nada sin fe

Evangelio del Domingo

Nada sin fe (Lucas 17, 5-10)

Nada hay en esta vida sin fe. Algunos presumen de no tener fe, pero eso es un absurdo, un contrasentido, una actitud inhumana. Fe es la confianza en el amigo en quien confiamos; fe es entregar el corazón a la persona a la que quieres; fe es poner tu vida completamente al servicio de tus hijos; fe es llenar el alma con la belleza que nos rodea; fe es acoger con sinceridad el sentimiento de compasión por la persona que sufre y disponerte a ayudarla en algo.

Sin fe, los científicos no investigarían la nueva hipótesis que revolucionará nuestra imagen del mundo, y que antes de ser comprobada requiere de años y años de entrega a lo que no saben si ratificarán los experimentos. Sin fe no se entregaría el artista a su intuición estética para captar la esencia de los sentimientos humanos como hasta ahora nunca se había hecho. Cuando nos falta la fe nuestro espíritu languidece. Pero con solo un poco de fe --“si vuestra fe fuera al menos como un pequeño grano de mostaza”, dice el Señor-, caminamos en esperanza. Sin fe el hombre no sería persona.

Vivir en la fe es acoger una existencia plena. Pero la fe, cuando es auténtica, siempre exige entrega y gratuidad. Creemos en lo que es más grande que nosotros; en lo que merece asumir cualquier penalidad; ante lo que, después de habernos entregado por entero, podemos decir: “siervo inútil soy, solo he hecho lo que tenía que hacer”. 

Piensa un poco: ¿Quién merece, en verdad, que le entregues así tu vida?


lunes, 19 de septiembre de 2022

El cielo está lleno

Evangelio del Domingo

El cielo está lleno (Lucas 16, 19-31)


El cielo está lleno de personas que, habiendo sufrido dificultades sin número en la tierra, ahora están profundamente agradecidas por vivir en la fiesta del amor del Padre.

El evangelio del próximo domingo nos narra la parábola del pobre Lázaro, un mendigo que murió a las puertas de la casa de un ricachón derrochador, que ni siquiera se dignó mirarlo un solo día. Lázaro fue el cielo; y aquel rico, vano y derrochón, fue al infierno por su falta de compasión.

El cielo está lleno de personas pobres alegrándose, por fin, en la presencia bondadosa del Padre y del Hijo, cantando y bailando con la alegría del Espíritu; también en el infierno habrá algunos, los que preocupados por miles de estupideces rechazan la mirada de los pobres y de los que sufren. Lo más terrible de todo es que alguno de estos se llaman cristianos y son devotos de tal o cual imagen...

Nosotros ya sabemos el mandamiento de la nueva alianza: “Amaos unos a otros como yo os he amado, con más ternura y generosidad cuanto más débil y pobre es la otra persona. Este mandamiento es más grande que todas las promesas que hayas podido hacer; es lo que dará eficacia a tus oraciones; es lo que hace aceptable la ofrenda que hagas a Dios". 

Mira al pobre a los ojos y después haz lo que puedas y sea un bien para él.


lunes, 12 de septiembre de 2022

Pisotean al pobre

Evangelio del domingo

“Pisotean al pobre” (Lucas 16, 1-13)

Estamos viviendo momentos duros para muchas familias. Los precios de los productos básicos no paran de subir; y los sueldos, que subieron un poco hace unos meses, ya dan menos de sí que antes. Con la carestía de la vida, los pobres son más pobres. Muchas familias trabajadoras, en cuanto tienen un problema, --una enfermedad o quedarse en paro uno de los cónyuges- se ven en grandes dificultades para atender al alquiler o la hipoteca, a los gastos de los niños, y a lo necesario para comer.

Pero no todos nos estamos empobreciendo; como siempre, hay quien se enriquece con el sufrimiento y la angustia de los pobres. Así lo decía el profeta Amós: “pisoteáis al pobre, elimináis a los humildes”. Y así se sigue haciendo. Hay grandes empresas que se están enriqueciendo en esta situación; el propio gobierno sanea el déficit del estado a costa de empobrecer a los más humildes. Muchos sufren, y unos pocos atesoran para su propia ruina.

El Reino de Dios, que Jesús inicia con su vida, su muerte y resurrección, es un reino en el que los pobres, todos los pobres, tienen vida, y vida en abundancia. El Señor no quiere un mundo de ricos, sino un mundo en el que todas las personas tengan lo necesario para desarrollarse en libertad. “Nadie puede servir a dos señores; no se puede servir a Dios y al dinero”, dice Jesús. Tiene que llegar el día en los que los humildes del pueblo abramos los ojos y el corazón, y juntos hagamos que en la tierra, como en el cielo, se haga la voluntad del Padre.


lunes, 5 de septiembre de 2022

Su abrazo

Evangelio del Domingo

Su abrazo (Lucas 15, 1-32)

La palabra “alegría” acompaña al papa Francisco en sus escritos más importantes. Nos habla de la alegría de anunciar el evangelio, de la alegría del amor de pareja y de familia, de la alegría de la fraternidad y de la alabanza que brota en nuestros labios ante la hermosura de la creación. Dios Padre nos creó para la alegría y la alabanza.

El pecado nos provoca tristeza. La codicia, la tristeza de no tener más, de no acumular más. El afán de poder siempre nos hace tropezar con quien es más poderoso que nosotros. Los distintos vicios, aunque nos proporcionan un placer momentáneo, dejan en nuestro corazón un poso de tristeza por la indignidad a que nos llevan, por el daño que hacemos y nos hacen. La envidia, los arrebatos de genio, la indolencia y la pereza, el orgullo, la cobardía... Lo que nos quita la alegría viene del pecado. 

También está la tristeza de “los buenos”; de los que en vez de entregarse sin condiciones a los demás buscan alguna recompensa: reconocimiento, alabanzas, influir en el comportamiento de los otros, ser vistos como personas nobles... Si cuando somos “buenos” no vivimos alegres, es que hemos puesto nuestra alegría no vivir en Dios y en su Hijo Jesucristo, sino en nuestra propia gloria y voluntad.

Deja a un lado la tristeza y decídete a buscar el abrazo del Padre que te reconciliará con tus debilidades y con las de tu hermano. ¿Quién necesita algo más que su abrazo?


lunes, 29 de agosto de 2022

Sacrum facio

 Evangelio del Domingo

Sacrum facio (Lucas 14, 25-33)



Sin él nada valioso ni bueno viene a nuestra vida. Es la puerta de lo que más plenitud y alegría puede darnos.

Es la muestra de tu propia valía; sin afrontarlo ni tu amor, ni tu amistad, ni tu propia vocación puedes decir que es verdadera.

Cuando te decides a aceptarlo una paz grande te inunda; nadie puede arrancarte nada porque te has entregado, voluntariamente, a ti mismo.

Toda nuestra vida en él se sustenta. Por nosotros lo hicieron y lo hacen; y solo seremos personas plenas si por los otros lo hacemos.

Perseguir tus sueños, compartir tu amor, acoger la gracia de Dios tienen que pasar por él.

Si has encontrado algo tan hermoso que merece la pena sufrir por ello, podrás ser una persona profundamente feliz.

Cuánta luz vive una persona que es capaz de pasar por la noche oscura con la esperanza de ver, de nuevo, amanecer.

Solo cuando vives la plenitud del amor estás dispuesto a sacrificarte por quien quieres, y no para conseguir nada a cambio sino para que quien amas, tenga vida. Esa es la palabra que había que adivinar: sacrificio.


lunes, 18 de julio de 2022

La belleza de creer

 La belleza de creer (Lucas 11, 1-13)

Hay veces que la fe se deforma en mercantilismo sagrado. Las personas van al templo para pedir a Dios lo que necesitan: salud, prosperidad económica, ayuda en algún problema...; y para eso le ofrecen algún don: unas velas, unas flores o un sacrificio; otros pretenden recibir “de gratis”, con solo pedirlo. La fe es mucho más que esto.

Creer es adorar. Postrarnos humildemente ante Quien sabemos que es Bondad Plena, y dejar que nuestra alma se esponje en esa bondad que intuimos, que contemplamos, que anhelamos y que a veces irrumpe en nuestra vida.

Creer es escuchar la Palabra que da sentido a todo el universo y a nuestra propia vida. Sin que salgamos de nuestro asombro, Dios nos escucha y nos habla. Siendo el Dios Altísimo está pendiente de nuestras inquietudes, de nuestras necesidades, de lo más concreto de nuestra vida. Siendo en que Todo lo ha hecho, quiere contar con nosotros para seguir extendiendo el bien, nos envía a una misión. Nos habla al corazón, y nos ofrece una dignidad que nunca podríamos imaginar.

Creer es aceptar la amistad de Quien se hizo hombre como nosotros para acariciar con su carne la nuestra, y despertarnos al amor. Y, como amigos, compartimos las alegrías y la vida, le ofrecemos lo que tenemos, y le pedimos cuando necesitamos de Él. Muchas veces de esto último nace una amistad hermosa.

Creer en Dios es algo hermoso, profundo e inexplicable.


lunes, 4 de julio de 2022

Lo más humano

 Evangelio del Domingo

Lo más humano (Lucas 10, 25-37)


La fe en Jesucristo es lo más humano que podemos vivir. Hay quienes se empeñan en oponer lo humano a lo divino, la libertad de la persona y la confianza en Dios, la razón y la fe. No se dan cuenta que para que todo esto se oponga de verdad hay que, o bien manipular lo religioso o reducir a la persona a una caricatura de lo que es.

Sin la compasión con el que sufre, que nos propone el mensaje y la vida de Jesús, ¿qué quedaría de nuestra humanidad de personas? Si todo en nosotros fuera cálculo de intereses egoístas, ¿en qué nos habríamos convertido?, personas, habríamos dejado de serlo.

Los que más anhelan y desean que sus padres se quieran para siempre son los hijos, que saben que solo en el respeto y el cariño de sus padres ellos podrán ser felices. Ellos no entienden eso de que “se acabó el amor” como argumento último de su divorcio.

Podemos asumir la propia muerte como final absoluto de la vida. La propia, porque la muerte de quien amamos, la desaparición completa de quién queremos verdaderamente siempre es un absurdo, la vivimos como imposible.

Estamos hechos a imagen de Dios y solo en Cristo podemos encontrar una vida reconciliada con lo que somos. Alguien se podrá empeñar en vivir de espaldas a Jesucristo, pero en el camino de la vida se lo encontrará muchas veces, curando sus heridas, cuidando de él.


domingo, 26 de junio de 2022

Tiempo de sementera

 Evangelio del Domingo

Tiempo de sementera (Lucas 10, 1-20)

Para la agricultura el verano no es tiempo de sementera. El calor y la sequedad de julio y agosto no hacen posible que una semilla sepultada en la tierra tenga la mínima humedad para poder sobrevivir sin calcinarse. Pero en lo que a la persona respecta, puede ser lo contrario. 

Toda semilla necesita quietud y sosiego para que, con un poco de humedad, pueda romperse por dentro y empezar a echar pequeñas raíces y a brotar. El verano es ese tiempo de quietud y de sosiego que necesita nuestra alma para que en ella brote la novedad que siembra el Espíritu. Una lectura, una conversación, una nueva experiencia, un rato prolongado de oración... de muchas maneras el Espíritu puede sembrarse en nuestra vida y hacernos echar raíces y brotar por donde no esperábamos.

El evangelio del próximo domingo nos muestra cómo Jesús envía de dos en dos a sus discípulos a que fueran iniciando la sementera del Reino de Dios. Eran personas sin cultura del discurso, pero les a hablaban a campesinos, con sus mismas inquietudes, de la esperanza del Reino. Los habría descreídos y escépticos de aquel anuncio de promesas. Pero, para su alegría, muchos los creyeron. Hasta el propio Jesús, quizás sorprendido, se alegró.

No endurezcas tu corazón; que la sementera del Reino que cada amanecer esparce el Espíritu, no te agarre cerrado ni escéptico. Dios se vale de quién menos lo esperas para impulsarte en los caminos de su alegría.


lunes, 20 de junio de 2022

Más que Elías, el profeta

 Evangelio del Domingo

Más que Elías, el profeta (Lucas 9, 51-62)


Comentaban la gente entre sí que Jesucristo era el nuevo Elías, el gran profeta de la Primera Alianza que hizo llover cuando la interminable sequía, que denunciaba las injusticias del rey, que devolvió la vida a un niño, pero que, a veces, confundía el poder de Dios con la violencia sagrada. 

Jesús daba muestras de ser como Elías, pero mucho más que Elías. Sus signos de curación a los enfermos, su palabra contundente ante el poder inicuo y la hipocresía de los jefes religiosos, su palpable cercanía al Dios Todopoderoso, así lo avalaban. Jesús era mucho más que Elías. Su poder nunca estaba en la violencia, sino en la misericordia y la compasión, en apelar a la conciencia de cada persona; su poder va a estar en devolver la paz y la reconciliación hasta a los endemoniados y los enfermos mentales, en dar de comer a una multitud con la pequeña colaboración de algunos de aquellos pobres. El poder de Jesús es siempre como el del Padre: respetuoso con la libertad de la persona; misericordioso con el pobre; dando vida entregando su vida, como lo hizo en Jerusalén.

Por eso, los mandatos de aquel obrero nazareno son, tan fuertes y exigentes, como solo Dios los puede hacer. Nada hay que se resista a su palabra, a su llamada. En responder a su llamada está la vida y la plenitud de cada persona. No dudes que vas a escuchar su voz en la brisa suave de tu silencio; y no dudes en acogerla en obediencia. 

De seguirlo, nunca te arrepentirás.


lunes, 13 de junio de 2022

Nuevo sacerdocio

 Evangelio del Domingo

Un sacerdocio nuevo (Lucas 19, 11-17)


En la última cena, Jesús realizó un gesto que daría mucho consuelo y mucho que pensar a sus discípulos. Tomó un poco de pan y de vino y les dijo que aquello era su cuerpo y su sangre, sacramento de la nueva alianza.

Tan profunda impresión causaron estas palabras en los discípulos que cada vez que querían recordar juntos a Jesucristo partían el pan; y aquel recuerdo lo vivían no como una conmemoración sino como una actualización de la paz y de la gracia, del amor y la salvación que Jesús les trajo. Pudieron comprender que en la persona de Jesucristo se realizaba un sacerdocio nuevo, no basado en ritos, ni en ceremoniales, sino en la entrega de su vida por la que ellos experimentaban una vida nueva.

Tan distinto era aquel sacerdocio del de los judíos, del de Aarón y los levitas que acudieron a un personaje del Antiguo Testamento coetáneo de Abraham: Melquisedec. Este bendijo a Abraham cuando venía de arriesgar su vida por rescatar a su sobrino y su familia que estaban prisioneros y esclavos. Aquel gesto valiente y solidario de Abraham le gana la bendición de Melquisedec, que le agasaja con pan y vino. Un gesto sencillo para quien venía feliz por ayudar su hermano.

Así es la eucaristía: regalo que se nos ofrece, con la sola condición de abrirnos a la fraternidad con el que sufre y a la amistad con un Dios que es verdaderamente Padre.

martes, 7 de junio de 2022

El verdadero conocimiento

 Evangelio del Domingo

El verdadero conocimiento (Juan 16, 12-15)

Se acerca a nosotros una persona y vemos su estatura, su porte, su aspecto físico; hablamos con ella de alguna cosa y nos separamos. No podemos decir que la conocemos. En posteriores encuentros descubro sus capacidades, las habilidades que tiene, sus limitaciones. Me doy cuenta que me puede ayudar a resolver tal o cual problema que tengo. Que manteniendo relación con ella tendré tal o cual beneficio. No puedo decir aún que la conozco.

Se llama Juan y ya me ha contado algo de su familia y de su historia, de cómo llegó hasta aquí y de sus planes de futuro. No puedo decir todavía que la conozco.

Soy yo, en un momento, quien se sincera con él. Le comento un asunto personal que me preocupa; él comparte conmigo esa preocupación, lo noto. Sin darme cuenta he empezado a confiar en él. Ahora sí estoy en camino de conocerlo. Compartiremos tareas y momentos de descanso; algún día pasearemos juntos un rato; ya comprendo que es alguien único, una persona, para la que Dios tiene su proyecto y su misión, y que, como yo mismo, unas veces a acepta y otras no. Así en el camino nos conocemos.

Con el Señor pasa igual; solo cuando nos dejamos acompañar por él en el camino de la vida lo vamos conociendo. Lo demás son conceptos que, si no se viven, esconden más que revelan.


lunes, 30 de mayo de 2022

Espíritu Ruah

 Evangelio del Domingo

“Espíritu Ruah” (Jn 20, 19-23)


“Espíritu” en hebreo se dice “Ruah”, una fuerza que era fuente de vida y movilizaba a los profetas para que cumplieran la misión que Dios les encomendaba. La “ruah” es el aire que respiramos y nos permite vivir; es símbolo de la presencia del Dios que siempre está con su pueblo.

Sutil como la brisa que refresca y alegra en verano. Invisible como el aire que impulsa los veleros en el mar. Irresistible como la ráfaga que, en otoño, te vuelve el paraguas del revés. Así es el Espíritu de Dios en nuestra vida. Siempre una sutil invitación a tu libertad para que vivas desde el amor. Invisible conjunción de las cosas que hace que sabes qué rumbo has de tomar en la vida. Irresistible poder de Dios ante el que sabes que tu vida depende de acoger con humilde obediencia su voluntad.

“Ruah”, en la gramática hebrea, es una palabra femenina. La “Ruah” tiene esa sabiduría femenina, maternal, de saber antes que nadie lo que te ocurre, lo que estás sintiendo, lo que te conviene de verdad; también, como los varones podéis imaginar, es imposible de descifrar.

Dejarse llevar por el Espíritu de Dios es siempre la mayor aventura de amor y de plenitud que puede vivir una persona, una familia, una comunidad cristiana. El Espíritu romperá tus rutinas y tus expectativas, para compensarte te dará una luz distinta en la mirada, como cuando una brisa limpia la niebla del horizonte.


martes, 24 de mayo de 2022

Empoderados

 Evangelio del Domingo

Revestidos de la fuerza de lo alto 

(Lc 44, 46-53)

Últimamente, en el contexto de las ciencias sociales, se usa una palabra que me parece cacofónica: "empoderamiento". Me suena mal por dos motivos. Las palabras largas, que hay que respirar antes de pronunciarlas, nunca me han gustado. Sin embargo, su sentido es bueno: la adquisición de capacidades e independencia por parte de un grupo social desfavorecido para mejorar su situación; pero hace mención al “poder” sin vincularlo al amor ni al servicio. Y, sinceramente, ni el poder de Dios sería bueno si no nos hubiese mostrado Jesús que, tanto como su poder, el amor de Dios es infinito, y que siempre lo usa al servicio de todas las personas. Así lo hizo Él que es el Hijo de Dios.

El Espíritu Santo nos reviste de la fuerza de lo alto y nos capacita para vivir en paz los problemas más difíciles, para no dejarnos vencer por el desaliento y el conformismo, para buscar con creatividad solución a los problemas de los pobres, y para extender siempre la alegría del Evangelio. 

Cada día tenemos que pedir que el Señor nos envíe su Espíritu, que revista nuestra debilidad con su fuerza. “Yo solo le pido al Señor que me dé fuerzas para criar a mis hijos”, me decía una joven ante los problemas que tenía. Esa es la fuerza que queremos pedirle y que el Espíritu Santo quiere darnos.


lunes, 16 de mayo de 2022

Guardianes de la Palabra

 Evangelio del Domingo

Guardianes de la Palabra (Jn 14, 23-29)

Entre las noticias falsas, los bulos y la manipulación del lenguaje vivimos en una sociedad donde la mentira provoca división y enfrentamiento, adormece conciencias y oculta realidades incómodas.

“El que me ama guardará mi Palabra”. Guardar su Palabra no es meramente recordarla en la memoria; ni solo intentar vivirla personalmente. Guardar su Palabra es acoger su voz, que resuena silente, ante el pecado que deshumaniza y en la esperanza que ilumina. 

El mismo día que un muchacho, alienado de racismo, mata a 10 personas negras en un supermercado de Estados Unidos, se recoge una patera donde habían muerto 11 personas que buscaban realizar sus sueños en Europa. 300 jóvenes se suicidaron en España en el pasado 2020: participamos de una cultura que desarraiga y va dejando sin base espiritual la vida. Durante la pandemia ha crecido el reconocimiento a los profesionales sanitarios y a la importancia de la familia; es en los momentos difíciles cuando apreciamos lo importante...

Dejarnos manipular por la mentira o volver la mirada para no dejarnos “arrostrar” por la verdad que incomoda le pone sordina a la Palabra que sigue hablándonos en su Espíritu. Como cristianos estamos llamados a guardar su palabra sin dejar de pronunciarla, abiertos a su voz que resuena en lo concreto de nuestra vida.


lunes, 9 de mayo de 2022

Lúcida soñadora: la Fe

 Evangelio del Domingo

Lúcida soñadora: la Fe (Jn 13, 31-35)

¿Cómo se le pudo ocurrir al Señor pedirnos que nos amáramos unos a otros como Él nos amó? El mandamiento de la Nueva Alianza señala el imposible de los imposibles. A nosotros que somos egoístas y orgullosos, nos pide que amemos con generosidad y humildad; si hasta haciendo algo bueno nos llenamos de un orgullo sutil y dañino. A nosotros que somos cobardes y calculadores, nos pide que amemos hasta entregar la vida, sin pasar factura... Realmente el Señor soñó con una utopía.

Pero eso es la fe: soñar lúcidamente con un mundo nuevo, con una tierra nueva y un cielo nuevo; soñar con que quienes se mueven serpenteando, se asienten en sus dos pies y caminen decididamente hacia el Reino.

La fe es esa lúcida soñadora que pone en nuestro corazón la única meta que puede llenarlo totalmente. Nos equivocaremos, tropezaremos mil veces en la misma piedra, pecaremos, pero nada debe impedir que tengamos nuestra mirada puesta en el horizonte de la gloria del amor de Dios. Hasta el pecador más recalcitrante puede decir con humildad: “Señor, Tú eres clemente y misericordioso”. Los más pobres y los que más sufren son los que con más ahínco buscan que el Señor todo lo haga nuevo, y se acaben las lágrimas, el luto y el dolor.

No hay fe verdadera si nuestro pecho no se llena de anhelos de una justicia y un amor sin límites.


lunes, 2 de mayo de 2022

Seguridad en la fe

 Evangelio del Domingo

Seguridad en la fe (Jn 10, 27-30)

Pocas cosas puede haber peor que vivir con miedo. Cuando alguna persona me comparte que vive con miedo, entiendo que pasa por un profundo e intenso sufrimiento. Intento tranquilizarla y objetivar su situación, incluso con alguna pequeña broma, pero la comprendo.

La fe en Cristo tiene la virtualidad de darnos seguridad y confianza. Ninguna situación puede alejarnos de Jesucristo. Quien vive de la fe, en toda circunstancia se sabe arropado y protegido por El Señor, el buen pastor. Quizás por eso el salmo más querido por muchos creyentes es: “El Señor es mi pastor, nada me falta; por verdes praderas me hace recostar y repara mis fuerzas...”

La presencia íntima, cercana, sensible de Cristo en nosotros es un don cotidiano que nunca agradeceremos lo suficiente. Esa conciencia de estar entre sus manos no nos evita los problemas, pero nos hace afrontar las dificultades de nuestra vida con serenidad en el corazón y una sonrisa en los labios, incluso en los momentos más duros. Sabemos que quien pasó por la cruz nos arropa y nos acoge. Sabemos que quien fue enviado por el Padre a anunciar su amor a los hombres, también nos envía a nosotros a hacer de nuestra vida semilla de su amor.

“Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.”


lunes, 25 de abril de 2022

Humilde valentía de la fe

 Evangelio del Domingo

Humilde valentía (Jn 21, 1-19)

El evangelio de san Marcos se compuso en Roma y tenía tras de sí el testimonio apostólico de san Pedro. Y como las personas de fe son así, Marcos es el que con más claridad refleja las limitaciones, las tentaciones y las negaciones del primero de los papas de la Iglesia. Por el contrario, el que nos transmite el texto más tierno y trascendente de la relación entre Pedro y Jesucristo es el evangelio de san Juan. Paradojas que solo desde la fe se entienden.

Cuando Dios decide encarnarse, lo hace con todas las consecuencias. No solo con las posibilidades y limitaciones de nuestra condición biológica, también las de nuestra condición histórica. Y para que el evangelio se fuera extendiendo a todas las personas y todos los pueblos puso a Pedro como signo de unidad y de caridad en la Iglesia. “Pedro, ¿me amas?”, le pregunta una y otra, y otra vez; y ante la respuesta humilde y sincera de aquel pescador de Galilea lo llama a una misión muy superior a sus fuerzas: “Apacienta mis ovejas”.

Cuando nuestra humildad y la gracia de Dios mate la raíz del orgullo que nos desazona y nos desorienta, podremos vivir en fecunda entrega a la misión que Jesucristo nos confía. Ojalá tengamos la humilde valentía de Pedro para asumirla. Solo tú puedes hacer lo que Dios a ti te pide. En este aquí y este ahora tú también puedes responder a Jesús: “Señor, a pesar de mis debilidades y caídas, tú sabes que te quiero”.


lunes, 18 de abril de 2022

Creer sin ver

 Evangelio del Domingo

Creer sin ver (Jn 22, 19-31)

Creer siempre es una apuesta, una aventura; como amar; como crear. La fe no es mera credulidad; quien cree en Dios encuentra todo su ser comprometido en esa confianza. Deja a un lado la superficie de la vida y se adentra en lo profundo de su propia humanidad. 

Hay razones para creer en Dios; muchas. Pero hay ocasiones en las que todas esas razones se oscurecen; y todo lo que eran luces se convierten en sombras ante la tiniebla que segó la vida de quien amamos. La muerte del marido, de un hijo… convierte en absurda toda palabra de esperanza, en burla toda frase de consuelo. Queriendo acariciarnos tocan la herida que tenemos en carne viva. Eso le ocurrió al apóstol santo Tomás. Los otros le hablaban de que Jesús había resucitado, pero tanto era su sufrimiento que no pudo sino expresarse con la violencia de su dolor: “Si no meto mis dedos en sus yagas, no creo.” 

Todas las comunidades cristianas contamos con el testimonio de personas que han perdido a quien más querían; y que, con todo su sufrimiento, se agarraron a la fe en Cristo muerto y resucitado; y sin comprender, y con el apoyo de los compañeros de la comunidad, comenzaron a sentir el bálsamo que necesitaba su herida, a recorrer el camino nuevo que la vida les había deparado, a encontrar fuerzas para seguir respirando; y han llegado a vivir la bienaventuranza de los que creen sin ver. 

Como todos tendremos que hacer algún día.


lunes, 11 de abril de 2022

El crisol del sufrimiento

 Evangelio del Domingo

El crisol del sufrimiento (Pasión del Señor)

Cuando las dificultades afrontan nuestra vida y tenemos que definirnos ante el sufrimiento propio o el ajeno manifestamos lo mejor o lo peor que hay en nosotros. Así les pasó a Pedro y a Judas que, ante la aparente impotencia de su maestro para ser el mesías esperado, uno lo negó y el otro lo traicionó. Otros fueron fieles hasta acompañar a Cristo en su pasión, así lo hicieron Simón de Cirene, ayudándolo a llevar la cruz, y Verónica, enjugando su rostro del sudor y la sangre.

Esta dualidad de nuestra alma se dio también en el mismo suplicio de la cruz. A cada lado de Jesús había crucificados dos ladrones. Uno de ellos renegaba y lo insultaba; el otro, recriminando a su compañero y confiando en Jesús, consiguió su salvación. San Dimas se hizo consciente a las claras de su situación: “¿Ni siquiera temes a Dios estando en el mismo suplicio?”; reconoció su culpa y su pecado: “Lo nuestro es de justicia porque pagamos por lo que hemos cometido”; y, por último, confió toda su esperanza en la misericordia y el poder de Jesús: “Llévame contigo cuando llegues a tu Reino”.

Ojalá cuando nos toque a nosotros afrontar las dificultades y el dolor en nuestra vida, o el mal y la injusticia de este mundo tengamos estas actitudes de reconocer nuestra propia fragilidad, de humildad sincera y de confianza en Cristo que tuvo san Dimas, para que también nosotros escuchemos como él: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.


lunes, 4 de abril de 2022

El principio de la plenitud

 Evangelio del Domingo

El principio de la plenitud (Lc 22, 14ss)

Jesús era una persona transparente; no ocultaba a sus discípulos que su misión en Jerusalén pasaba por ser despreciado por los jefes y las autoridades, y por ser apresado y torturado hasta entregar la vida. Repetidamente se lo había indicado; aunque ellos no podían creerlo y seguían pensando que en algún momento algo ocurriría para impedirlo.

No fue así. Nada impidió que Dios Padre en su propio Hijo mostrara el amor sin límites con el que nos ama. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos –dijo el Señor-. Pero él dio la vida por nosotros de una manera que impresionó a todos los que la vieron y a los que hemos tenido noticia de ella.

El Señor entregó su vida en la plenitud del amor. No hubo dolor que no cargara sobre sus hombros, no hubo herida que no acogiera en su propia carne, no hubo vejación ni violencia que no sufriera; y todo ello en paz, perdonando, consciente de que su misión era amar hasta el extremo, hasta mostrar el poder de conmover en lo más íntimo a todos.

La base del cristianismo no es una institución, por muy importante que sea la Iglesia; ni unas ideas, por muy interesantes que sea la doctrina moral de la Biblia. El fundamento del cristianismo, de nuestra fe es una persona, Cristo. Y solo acudiendo a él, dialogando con él, abriéndonos a su presencia, todo acaba por tener sentido.


lunes, 28 de marzo de 2022

En el camino, comprensión



 Evangelio del Domingo

En el camino, comprensión (Jn 15, 1-11)

Todos tenemos cosas que reprocharnos. A todos nos pueden decir: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Por eso, a nadie debemos juzgar, ni condenar. En el camino de nuestra vida tenemos siempre que comprender a quien tropieza y cae; a quien, en un momento de su vida, tuvo una debilidad. Esto no significa que las cosas que hagamos no tengan importancia. Lo malo es malo, y lo bueno, bueno. Lo que hace daño, hace daño, valga la redundancia; de tal manera que lo que construye y aprovecha es lo que debemos hacer.

Pero insisto, todos tenemos cosas que reprocharnos; por eso también todos podemos escuchar las palabras que Jesús ofrece a aquella mujer sorprendida en adulterio a quien los vecinos de Jerusalén querían lapidar. También nosotros podemos escuchar: “Tampoco yo te condeno”. Nos lo dice el mismísimo Hijo de Dios. Así que, si Él no nos condena, no debemos condenarnos a nosotros mismos, ni revivir eternamente la vergüenza y el arrepentimiento de aquello que hicimos. Solo debemos recordar la mirada de comprensión y perdón, el gesto de acogida, con la que Jesucristo rehabilitó nuestra dignidad dañada.

Ni podemos cancelar el pasado, ni dejar que el pasado anule la bondad y la hermosura que el futuro nos puede deparar. Al escuchar a Jesús decir: “En adelante, no peques más”, sabemos que Él confía en nosotros, para que vivamos conforme al amor con el que Él se entregó. Que Él se entrega para que vivamos en su amor.


martes, 22 de marzo de 2022

Al final, la reconciliación

 Evangelio del Domingo

Al final, la reconciliación (Lc 15, 11-32)

Nuestra vida está llena de conflictos y sinsabores; y mientras más cercana y querida es la persona con la que nos sentimos agraviados, más dolor vivimos, y más nos cuesta perdonar. Hay hermanos que llevan décadas sin hablarse por alguna razón de relativo peso. Hay parejas que a pesar de estar juntas no dejan de echarse en cara agravios del pasado, de años y años atrás. Vivir con rencor es, directamente, un sin vivir. 

El evangelio del próximo domingo es la conocida parábola de Hijo Pródigo. Razones hubiera tenido el Padre para rechazar al Hijo Menor que le pidió su herencia en vida para no esperar a su muerte. Razones tenía el Hijo Mayor para rechazar la calurosa acogida del Padre a aquel Hijo Ingrato. Razones tenía el Padre para recriminar al Hijo Mayor que se hubiera sentido tantos años desgraciado e infeliz a su lado, sin derecho ni a festejar con sus amigos, y sin alegrarse al recuperar a su hermano…

“Razones”, “razones”, “razones”, pero la única razón válida esta en el abrazo y la reconciliación. ¿Hasta cuándo guardar “dignamente” rencor?, ¿hasta dónde llevar nuestro orgullo herido? Era “Dios mismo quien estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuenta de sus pecados”, nos dirá san Pablo.

Debajo de la costra del resentimiento, late en ti un inmenso deseo de abrazo; de ser abrazado en tus errores y de abrazar al hermano que contigo erró.


lunes, 14 de marzo de 2022

En el principio, el encuentro

 Evangelio del Domingo

En el principio, el encuentro (Lc 13, 1-9)

El encuentro está siempre al principio de todo lo verdaderamente importante. Del silencioso crepitar de una zarza que ardía sin consumirse brota la Voz que llama a Moisés a ir a liberar a sus hermanos. En ese encuentro silencioso con “El-que-Es” está el comienzo de todo.

La costumbre hace que no nos sorprenda que en la iglesia sigamos recordando un acontecimiento perdido en los anales de la historia: la narración de cómo un grupo de israelitas escaparon de la esclavitud a la que estaban sometidos. Todos los pueblos, en algún momento, se han visto sometidos a la esclavitud, pero aquellos acontecimientos sucedieron en figura para nosotros. 

Como Moisés, muchos estamos en una vida que no sentimos como a nuestra; nos dejamos llevar por la rutina, pero no nos sentimos encajados en lo que hacemos. Como Moisés, el sufrimiento de nuestros hermanos que sentíamos lejano y apagado por la distancia y el tiempo vuelve a nosotros con el calor de las brasas. Como a Moisés, o como a la Samaritana, o como a Pedro, viene a nuestro encuentro Quien nos devuelve nuestro verdadero rostro en los que sufren. Los migrantes explotados, los refugiados de Ucrania o de África, las familias con amenaza de desahucio, los jóvenes en paro, los enfermos y los ancianos, los niños y las familias que viven desestructuradas, los enfermos mentales, los soldados que mueren en el sinsentido de la guerra… Si Dios te encuentra, buscarás dar frutos de verdad. 


lunes, 7 de marzo de 2022

En el principio, la promesa

 Evangelio del Domingo

En el principio, la promesa (Lc 9, 28-36)

Comprometidos son aquellos que se hacen una mutua promesa. El compromiso se da en el matrimonio, simbolizado en un anillo, y en muchos aspectos de la vida con un contrato o dando la palabra. La promesa nos abre al dinamismo de la confianza: nos fiamos de quién nos entrega su palabra y nos disponemos a cumplir nuestra.

¿Y cuándo es Dios mismo quien nos ofrece promesa de cuidarnos y entregarnos su propia vida? ¿Quién puede compararse con el Dios que ha creado el mundo y el universo entero, para establecer con él un pacto, o un acuerdo, o para solicitarle que nos dé su Palabra, o para ofrecerle la nuestra? Los creyentes vivimos en esa osadía. Experimentamos que Dios mismo viene a nosotros, y como una madre ante su hijo temeroso, o como un amigo ante un amigo angustiado, nos dice: “No temas yo estaré contigo siempre.” A veces se nos olvida lo más elemental; y para el creyente lo primero es la promesa de Dios que nos llena de confianza y de seguridad. Si Dios está con nosotros, ¿qué habremos de temer? 

Dios no nos promete solo tierra y descendencia, como hizo con Abraham. Dios nos prometió a su Hijo Único; y su Hijo vino a la tierra y se entregó por nosotros; y nos ofrece su Espíritu para que vivamos, en todo momento, con el gozo personal de vivir la plena comunión. ¿Qué más se puede pedir? ¿Qué podemos negarle si nos lo pide? 

Somos como recién comprometidos con quien nos ama.