Evangelio del Domingo
Después de la crisis (Lucas 17, 11-19)
En época de crisis aumenta nuestro fervor religioso. Cuando nada parece que puede ayudarnos, nos acogemos con fe a la presencia siempre firme y misericordiosa de Dios Padre. Pero ¿y después de la crisis qué? ¿Volvemos a nuestra situación de lejanía de lo religioso? ¿Volvemos a vivir con actitudes contrarias a la fe en Jesucristo?
El evangelio de este domingo nos presenta a 10 leprosos que iban en grupo por uno de aquellos caminos cercanos a Jerusalén. Iban en grupo para conseguir la ayuda unos de otros, ya que a otras personas no podían ni acercarse. Ven de lejos a Jesús; han escuchado que hacía milagros; y le gritan desesperados: “Jesús, maestro, ten piedad de nosotros”. Jesús los manda a presentarse a los sacerdotes del templo de Jerusalén; ellos le obedecen y todos quedan limpios. Pero solo uno de ellos vuelve hacia Jesús, se postra ante él y da gloria a Dios.
Ante esto, Jesús dice unas palabras enigmáticas: “¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero? Levántate, vete; tu fe te ha salvado”.
¿Qué significa esta salvación, que es más que la curación de la lepra? ¿Por qué la actitud de glorificar a Dios, signo de una fe distinta a la fe en el milagro, es la que lo salva? Aquel leproso volvió a su casa, pero recordaría siempre el rostro de aquel ante quien se postró a sus pies; buscaría saber de él, de sus enseñanzas y de toda su vida.
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