Evangelio del Domingo
Si yo me encontrara una Estrella
(Mt 2, 1-12)
Aquellos magos de oriente desaparecieron y la vida de Jesús y su familia continuó siendo la de unos aldeanos pobres de Galilea. Pero en ellos no pudo borrarse la impresión de ver la omnipotente debilidad de Dios hecho niño; y en María y José, nada pudo hacer olvidar que no solo ellos sabían de la misión incomprensiblemente grande de aquel niño.
Cuando nosotros encontramos la estrella de la fe, que llena el corazón y la vida, todo cambia sin que haya cambiado nada. En todo vislumbramos motivos de esperanza. Toda nuestra vida se convierte en misión; y en todo momento nos sentimos acompañados –compartiendo el pan- con el que le da sentido a la historia y nuestra vida.
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