lunes, 25 de septiembre de 2023

Los de toda la vida

Domingo 1 de octubre

Los de toda la vida (Mt 21, 28-32).

Presumimos de cristianos viejos, de estar en la iglesia, o en el pueblo, o en tal o cual sitio desde siempre, y nos parece que eso nos da derecho a estar y a opinar, a vivir y a ser más que los otros. Es una suerte de orgullo y de prepotencia, de marginación y de rechazo del otro que toma como excusa alguna razón superficial. Todos somos personas, todos somos hermanos, todos somos hijos de Dios.

En tiempos de Jesús, los fariseos y los saduceos despreciaban a los pobres y a los sencillos; se consideraban superiores, con más derechos. Jesús les contrapone una frase tan sorpresiva como contundente: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios.” Condenaban a los publicanos por sus actitudes políticas, de colaboración con el imperio romano; y a las prostitutas por sus comportamientos sexuales, a pesar de que sin “clientes” no habría esta clase de explotación; condenaban, pero no eran ningún ejemplo.

Antes de condenar a nadie, antes de rechazar y de echar la culpa de todos nuestros males a un grupo de nuestra sociedad tendríamos que preguntarnos si no seremos como el hijo mayor de la parábola, aquel que cuando el padre le dice que vaya a trabajar a la viña dijo, inmediatamente que sí, pero después no fue. No presumamos de “ser de los de siempre” y, después, ni siquiera vayamos a misa; que nos gloriemos de ser los más “españoles” sin aportar nada a nuestro país.


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