Domingo 3 de diciembre
Esperando en adviento (Mc 13,33-37).
-- Entonces, José, ¿para cuándo esperáis al niño?
-- Muy pronto faltan solo algunas semanas.
-- Ya estaréis nerviosos preparándolo todo. Tener un hijo es una ilusión grande. Yo creo que verdaderamente más grande no hay otra.
-- Sí; estamos muy ilusionados, pero a la vez preocupados. Tener un hijo es una responsabilidad, y cuando son tan pequeñitos, y tan frágiles, y sin saber decirte lo que les pasa o dónde les duele si se ponen malitos...
--Bueno, bueno; quizás es peor cuando ya saben hablar y salen y entran solos... Oye, ¿cuándo os mudáis al piso? Porque vivir en la habitación de un piso compartido y con un niño pequeño tiene que ser un lío.
--Ya estamos mudándonos. El piso es pequeño, pero por lo menos tendremos una cocina y un cuarto de baño para nosotros solos. La verdad es que lo estamos preparando todo con mucha ilusión. María y yo hemos hablado con su madre y le hemos pedido que no fume en el piso cuando se quede cuidándonos al niño, que no es bueno que el pequeño se críe con esos vicios a su alrededor. Yo ya lo he dejado. También hemos decidido dejar de hablarnos en un tono tan alto. Tú ya sabes las voces que doy yo para cualquier cosa. Y me dice María que el niño, en su vientre, se pone nervioso cuando escucha voces grandes... Intentaremos ser unos buenos padres.
--Vais a ser unos padres magníficos. María y tú os queréis mucho, y sois muy buenas personas. Ya verás como todo va muy bien. ¿Qué nombre habéis elegido para el niño?
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