Evangelio del 26 de abril del 2020
Esperanza viral (Lucas
24, 13-35)
¿Vivimos este tiempo de corona-virus apesadumbrados
o dando esperanza? El Evangelio es siempre fuente de esperanza. Jesucristo es
la esperanza concreta y última de nuestra existencia. Así pues, nosotros, ¿cómo
podemos vivir esperanzados y dando esperanza a los nuestros? Quizás para ello
tengamos que aprender de Jesús.
Iban dos discípulos, apesadumbrados y
desesperanzados, huyendo de Jerusalén por el camino de Emaús; y Jesús
Resucitado en persona se puso a caminar con ellos. Cuando se separó de estos
dos discípulos su espíritu había cambiado; estaban llenos de esperanza y
querían compartirla con los otros. ¿Qué les había ocurrido? ¿Cómo pudo Jesús
cambiar tan radicalmente su manera de afrontar la vida y las dificultades?
Lo primero que hizo fue acompañarlos, preguntarles,
escucharlos. Lo segundo recriminarles su torpeza: ya tenían que saber que la
cruz iba a llegar; ya teníamos que saber que nuestro poder de controlar las
fuerzas de la naturaleza es muy limitado, y que viviendo sin responsabilidad y
eligiendo a gobernantes irresponsables, los problemas se agravan y se
enquistan; también teníamos que saber que la vida, y la vida de cada persona es
algo precioso, a cuidar, a valorar y a disfrutar siempre…
Pero se lo iba diciendo de una manera que en vez de
entristecerlos o de llenarlos de culpa o de rabia, les iba despertando la
esperanza de poder rectificar y de vivir
con la serenidad y la responsabilidad, con la cercanía y el afecto que antes
les había faltado. Y cuando compartió con ellos el pan de vida, aquellos
discípulos volvieron a Jerusalén testimoniando su resurrección, que la
esperanza, incluso en dificultad, es necesaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario