martes, 31 de diciembre de 2024

El mayor regalo

Día 6 de enero 

El mayor regalo (san Mateo 2,1-12)


Parece que ha remitido el celo laicista en contra del sentido religioso de la Navidad. No he escuchado este año ya aquello de “feliz solsticio de invierno”. Los pueblos que no mantienen el sentido profundo de sus tradiciones se despersonalizan. La última de estas tradiciones navideñas se centra, tal y como lo narra el evangelio de Mateo, en las figuras de unos sabios de oriente, que dejándose guiar por una estrella llegan al Niño Jesús, y le ofrecen oro, como rey, incienso, como Dios, y mirra, como profecía de su entrega. La tradición puso nombre a esos sabios, les dio categoría de reyes, e incluso los caracterizó de distintas etnias.

Es hermoso que los sabios y los poderosos de este mundo se arrodillen ante el niño de una familia pobre. Ojalá así sucediera con todos los niños de familias humildes. También es hermoso que cada niño de nuestros pueblos y barrios se sienta tan especial como el Niño Jesús para que sean los mismos Reyes los que le traigan su regalo. 

Los mayores ya sabemos que los mejores regalos que vienen a una casa son sus niños. Y que el mejor regalo que podemos hacerles es entregarles una fe de ternura y de agradecimiento, de amor solidario y de reconciliación con las propias contradicciones. El Niño Dios regala a cada niño la dignidad infinita de ser hijo de Dios. Ojalá siempre manifestemos la verdad profunda, y su riqueza humana y religiosa, de las tradiciones de la Navidad.


martes, 24 de diciembre de 2024

Vocación matrimonial

Domingo 29 de diciembre 

Vocación al matrimonio (Lucas 2,41-52)


La cultura, que ha tocado vivir a nuestros jóvenes, es una cultura de la precariedad. Hombres y mujeres de 30 años siguen cobrando sueldos de aprendices y con una inseguridad laboral que no les permite hacer planes de futuro. Desde los 18 o 22 años los jóvenes se han acostumbrado a trabajar para pagar sus gastos, pero sin tener ni estabilidad, ni una masa salarial adecuada. Económicamente España irá muy bien, nos dicen algunos políticos y algunos indicadores macroeconómicos, pero la economía de los españoles va cada vez peor; somos el país de Europa donde más niños viven en pobreza.

No es solo la situación económica, la mentalidad actual tiene cierta “alergia” a un compromiso estable. En nuestra generación se separó la sexualidad de la fecundidad; y a los jóvenes de hoy se les incita a separar sexualidad de la misma afectividad. Son malos tiempos para la vocación matrimonial.

Y, sin embargo, la vida empuja; y la experiencia de familia sigue siendo el modo en el que la inmensa mayoría de las personas pueden alcanzar una estabilidad, un proceso de madurez y una entrega generosa que haga verdaderamente humana la vida. Ser un padre responsable y tierno, ser una madre fuerte y comprensiva, vivir la relación matrimonial desde la sinceridad, el gozo y la mutua entrega, sigue siendo la llamada honda y profunda que Dios hace a los jóvenes de nuestro tiempo.


lunes, 16 de diciembre de 2024

Tiempo de los pequeños

Domingo 22 de diciembre 

Tiempo de lo pequeño (Lucas 1,39-45)


La Navidad es el tiempo de los pequeños. Son los niños los que más la disfrutan, con más inocencia, con más intensidad. En Navidad Dios se hace niño y se deja encontrar en lo que parece poco importante: en una joven embarazada, en un padre primerizo, en unos pastores pobres, en unos sabios locos que se hacen peregrinos, entre tanta mentira, de la luz de la verdad.

Por eso, la Navidad no es la fiesta de las grandes cenas, ni de los grandes regalos. La Navidad es el tiempo de la familia, donde cada uno, sin títulos ni méritos, es acogido en su debilidad. Navidad es el tiempo de quien por amor se hace pequeño; Dios siendo Dios no retuvo esa sublime dignidad, sino que se hizo niño y pasó por uno de tantos. El amor nos devuelve a la niñez. Por amor cantamos y hacemos versos; por amor entregamos todo nuestro tiempo, todo lo que tenemos; por amor se despojan de todo los amantes, quedando vulnerable uno ante el otro.

En Navidad se nos revela un Dios que tiene tiempo para los pequeños, para jugar con los niños, para hacer compañía a los ancianos, para ir a casa de las familias migrantes, para conmover hasta el que no cree mucho en Él. Navidad es el tiempo de los que tienen la fe débil y el espíritu pequeño. Absténganse doctores y licenciados, ingenieros y potentados, magnates y todo tipo de personas importantes e influyentes. Dios se complace en los pequeños, en los que por amor se hacen pequeños y lo acogen con humildad.


lunes, 9 de diciembre de 2024

Tiempo de alegría

Domingo 15 de diciembre 

Tiempo de alegría (Sofonías 3,14-18)


La alegría siempre se anticipa. Se alegran los padres antes de que nazca el hijo; se alegran los niños con la mera noticia de que irán a jugar donde ellos desean; se alegra la familia en paro cuando saben que alguno de sus miembros va a entrar a trabajar; se alegran los abuelos cuando sus nietos le dicen que van a ir a verlos... La alegría tiene la capacidad de la luz de iluminar el camino antes de todo pueda verse con claridad.

Así es el nacimiento del Salvador. “Alégrate hija de Sión, grita de gozo Israel; regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén. El Señor ha revocado tu sentencia, ha expulsado a tu enemigo”, dice el profeta Sofonías en este tercer domingo de adviento. El nacimiento del Niño Jesús hace que nuestra carne, madre de caricias y de dolor, sea hija del mismo Dios; que nuestro corazón, tan ambiguo y frágil, adquiera la fortaleza de quien fue fuerte ante toda tentación; que nuestra vida, amenazada siempre por la caducidad y la muerte, pueda gustar en cada experiencia de amor la misma eternidad.

Continuaremos en la ambigüedad y necesitando vencernos a nosotros mismos, pero ya sabemos que nuestro destino es el amor: un amor de luz sin sombras; de generosidad sin cálculos; de perdón sin rencor; de alegría adolescente; de fecundidad madura que se complace en la propia donación. La fuerza de la persona para vivir la conversión cristiana es la alegría de ser amada y ser llamada al amor.


lunes, 2 de diciembre de 2024

Tiempo de dejarse hacer

Domingo 08 de diciembre 

Tiempo de dejarse hacer (Lucas 1, 26-38)


Decía el sabio: “Hay tiempo de sembrar y tiempo de cosechar; tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de rasgar y tiempo de coser”; pues bien, el adviento es tiempo de dejarse hacer. Así nos lo atestigua María de Nazaret, la protagonista de los hechos del adviento junto con el Espíritu Santo, diciendo: “Hágase en mí según tu palabra”.

Hay tiempo de hacer, de compromisos y de acción, de tomar iniciativas y de hacer proyectos. Pero también tiene que haber en nuestra vida personal y espiritual tiempo de dejarnos hacer. Dejarnos hacer por la armonía silenciosa de la Naturaleza; dejarnos hacer por el amor que, aunque torpemente, recibimos; dejarnos hacer incluso por las dificultades de nuestra vida. La mayor parte de lo bueno que somos es porque nos hemos dejado hacer. Dejarse hacer no es fácil, que se lo digan a María. Hay que soltarse de seguridades y de egoísmos, hay que abrirse al futuro que llega con promesas y con anuncios de dificultades, hay que mantenerse sereno cuando percibamos que el Espíritu va derritiendo el hierro de nuestro orgullo y abriendo puertas a la luz de una nueva aurora. Dejarse hacer es abrirse a lo nuevo. La vida es siempre abrirse a lo nuevo, a lo inesperado, con valentía, humildad y generosidad. 

Ojalá la Iglesia y cada uno de nosotros nos dejáramos hacer como María; y, cada uno desde su ser, alumbrara la vida con Jesús.