Domingo 08 de diciembre
Tiempo de dejarse hacer (Lucas 1, 26-38)
Hay tiempo de hacer, de compromisos y de acción, de tomar iniciativas y de hacer proyectos. Pero también tiene que haber en nuestra vida personal y espiritual tiempo de dejarnos hacer. Dejarnos hacer por la armonía silenciosa de la Naturaleza; dejarnos hacer por el amor que, aunque torpemente, recibimos; dejarnos hacer incluso por las dificultades de nuestra vida. La mayor parte de lo bueno que somos es porque nos hemos dejado hacer. Dejarse hacer no es fácil, que se lo digan a María. Hay que soltarse de seguridades y de egoísmos, hay que abrirse al futuro que llega con promesas y con anuncios de dificultades, hay que mantenerse sereno cuando percibamos que el Espíritu va derritiendo el hierro de nuestro orgullo y abriendo puertas a la luz de una nueva aurora. Dejarse hacer es abrirse a lo nuevo. La vida es siempre abrirse a lo nuevo, a lo inesperado, con valentía, humildad y generosidad.
Ojalá la Iglesia y cada uno de nosotros nos dejáramos hacer como María; y, cada uno desde su ser, alumbrara la vida con Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario