Evangelio del Domingo de Resurrección
2021
La sorpresa del misterio (Juan 20,19-31)
Sin sorpresa y sin
misterio la vida acaba por ser una anodina sucesión de horas y días que se
resumen en un “siempre lo mismo, siempre lo mismo”. La mentalidad utilitarista
y objetivadora de nuestra cultura tecnológica nos empuja a vivir en la
superficie de lo material; y cercena, muchas veces, nuestro encuentro con el
misterio y los milagros de la vida, tan cotidianos, tan luminosos.
Las religiones reservaban
la palabra “misterio” para acontecimientos únicos, en los que personas privilegiadas
se encuentraban cara a cara con el poder sobrecogedor de la divinidad. Pero con
Jesucristo todo cambia. El acontecimiento más misterioso e iluminador de la
historia es un Niño que nace en un pesebre, un Justo que muere en una cruz, la
alegría de la vida fraterna que viene del Hijo de Dios. Con Jesucristo, nos
encontramos con el misterio a cada paso en nuestra vida: todo lo verdaderamente
humano nos habla de Dios, y solo en Dios comprendemos la medida de nuestra
propia humanidad.
La amistad, la
familia, el amor de pareja, la armonía con la naturaleza, la lucha por la
justicia, la solidaridad con los más pobres…, todo encuentra su verdadera profundidad
en Jesucristo. Ninguna llaga de nuestra vida, ni los traumas de nuestra alma,
ni las enfermedades de nuestro cuerpo, ni la soledad en la que a veces vivimos
nos alejan de Él; al contrario, en Él encuentran sentido y sanación. Toda la alegría
que experimentamos en Él se convierte en experiencia de la profundidad del
misterio de amor que Dios mismo es.
No dejes de dejarte
sorprender por la presencia de Cristo vivo y cercano en tu vida. No dejes de
vivir en la sorpresa del Misterio del Amor que se hace cotidiano.
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