Evangelio del Domingo 09 de mayo de 2021
Unidad de vida (Juan 15, 9-17)
El amor, la alegría,
la rectitud de vida, el servicio de entrega a los otros, la libertad, el sabernos
elegidos para una misión única… todo viene a nosotros desde la amistad con
Jesucristo. Él ya nos llama siervos, a nosotros nos llama amigos; y de esa
amistad profunda brota la vida verdadera de nuestra alma.
Podemos vivir la rectitud
moral en nuestra vida por decisión propia, por nuestra propia voluntad; pero
poco a poco las contradicciones de la vida y la insatisfacción de afrontar con
sensación de soledad nuestra existencia van mermando nuestra alegría y sentimos
que estamos perdiendo nuestra libertad, nos amargamos y nos volvemos duros, comenzamos
a juzgar a condenar a los otros y, en vez de ser motivo de esperanza para los
demás comienzan a rehuirnos y a temernos. Sin alegría íntima la rectitud nos
amarga.
Podemos iniciar el
camino del amor a quien nos ama, del amor solidario a quien nos necesita. En el
comienzo todo son buenas intenciones, pero pronto los demás –como nosotros
mismos- se nos muestran inconstantes, no merecedores de nuestros desvelos. El
amor se hace desconfiado, receloso, posesivo, y deja de ser amor. Sin recibir un
amor constante e incondicionado no podemos vivir amando de verdad.
Alegría en el amor,
esperanza en el servicio, libertad íntima en la entrega…, todo procede de la
amistad con Jesucristo. De una amistad no meramente sentimentalista y emotiva, sino
de una amistad que quiere conocerlo cada día más, que busca estar donde Él
está, que busca vivir como Él vivió. Conocer personal e íntimamente a Jesucristo,
desde el Evangelio y desde la vida, lo es todo. El conocimiento de amistad del
Señor te hace vivir agradecido, esperanzado, entregado y con buen humor.
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