Evangelio del Domingo 16 de mayo de 2021
¿Se desentiende Dios del mundo? (Marcos 16, 15-20)
Celebramos este
domingo próximo el día de la Ascensión del Señor. Los discípulos, después de experimentar
la presencia cercana e íntima de Jesús resucitado, ven cómo se separa de ellos
y va a la derecha del Padre. Esta separación produjo un vacío que les hizo orar
para que Jesús les enviara su Espíritu.
Tenían la certeza de
que el Señor no había ascendido al cielo para desentenderse de las inquietudes
y los problemas de los pobres; sino para enviarnos su Espíritu, con el que nos
va a acompañar siempre en nuestro caminar por esta vida, al encuentro
definitivo con el Padre. Dios no se desentiende nunca de nuestros problemas e
inquietudes. Al contrario, nos envió a su Hijo, y nos envía su Espíritu para
acompañarnos siempre.
Algunas veces, ante las
enfermedades o dificultades grandes, nuestra fe se tambalea, y podemos tener
esa sensación. Pero es una idea falsa. Dios aceptó la cruz para estar cerca de
todos los que sufren, sean cuales sean sus sufrimientos. Y envía su Espíritu a
la comunidad de los creyentes para que sintamos su cercanía y su fuerza, y tengamos
la fortaleza necesaria para estar cerca de cada persona en la búsqueda de su
propia dignidad.
Dios tiene muchas
maneras de estar a nuestro lado en nuestras dificultades. Hay momentos en los
que, sin que lo esperáramos en absoluto, esas dificultades se resuelven y se
solucionan, casi milagrosamente; otras, se hace cercano en nuestra oración, dándonos
las fuerzas y la esperanza necesarias para seguir adelante; otras veces pone en
nuestro camino a quien nos ayuda y nos echa una mano solidaria y fraterna.
Jesús nunca se
desentiende de nosotros; nunca. Su cercanía nos permite vivir toda
circunstancia sabiéndonos amados y creciendo en humanidad.
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