Domingo 5 de mayo
Acepción de personas (Juan 15,9-17)
El domingo anterior veíamos que mientras a Pablo lo tenía que sacar de Jerusalén porque los fanáticos judíos lo querían asesinar, el conjunto de la Iglesia, con Pedro a la cabeza, gozaba de paz en toda Judea. A cada uno le llega a su hora lo que tiene que hacer. Pedro fue dándose cuenta poco a poco que la fe en Jesucristo desbordaba las fronteras de la religión judía. El amor de Dios alcanza a todos especialmente a los que sufren y a las personas de buena voluntad.
Los primeros discípulos de Jesús eran todos judíos, como Él mismo; pero el mensaje y la vida que traía no se circunscribía a una cultura, a una manera de entender la moral, incluso a una manera religiosa de entender a Dios. A los fanáticos de todos los tiempos, Jesucristo los pone nerviosos. No nos salva ninguna religión, ningún conjunto de prácticas con las que las personas quieren congraciarse a la divinidad. Jesucristo viene llamándonos amigos, viene amándonos hasta entregar la vida por nosotros, y convocándonos a vivir en su amor. Su mandamiento es que nos amemos unos a otros en el amor con que Él nos ama; nada más, nada menos.
Hoy día también nos encontramos con fanáticos de ideologías, que insultan y denigran a todo el que no sea de los suyos; y, en el último gesto de desprecio, lo cancelan. “Fachosfera”, “progresía”, “patrioteros” “feminazis” ..., cuánto insulto y cuanta necesidad de comprensión.
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