lunes, 7 de octubre de 2019

Conversando


Evangelio del domingo 13 de octubre del 2019

Conversando (Lucas 1, 11-19)

Cuenta el Evangelio que un día iba Jesús caminando con sus discípulos entre Galilea y Samaría y se encontraron a lo lejos un grupo de leprosos. Jesús los curó. Pasaron muchos años y dos de aquellos leprosos se encontraron frente a la puerta del cielo para  ver si San Pedro los dejaba entrar. En la espera conversaban.

--Después de encontrarme con Jesús mi vida dio un cambio muy grande, incluso de antes de caer enfermo. Cuando me vi sano fui a donde Jesús y lo acompañé muchos días, escuché su enseñanza, me sentí acogido y comprendido por él, fui descubriendo cuán egoísta había, descubrí el amor de Dios en lo sencillo y lo pequeño. Cuando volví a mi casa fui mucho más feliz de lo que hasta que me entró la enfermedad lo había sido.

--Pues a mí no me ha ido mal…, ni bien. Ahora que echo la vista hacia atrás creo que he desperdiciado mi vida en cosas que no tienen mucho peso. Mi mujer es la que ha estado siempre ahí conmigo aguantándome, controlando mis malos genios y mis ganas de buscar pelea con todos… Tú ya me conoces…

Pero peor le fue a Aarón, el muchacho rico que nos acompañaba. Murió a los pocos días de regresar a casa de un atracón en un banquete. Y Matías, ¿te acuerdas?, murió a los pocos años en la cárcel. Su mujer se había liado con otro y cuando llegó  a casa los mató a los dos… De los otros no se mucho, la verdad.

--Ya ves, a mí, Jesús no sólo me curó, también me salvó; ahora espero verlo por aquí que un hombre tan bueno seguro que viene al cielo. Y tú estate tranquilo que Jesús siempre nos decía que Dios es Padre bueno que gusta de perdonar y salvar.

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