Evangelio del domingo 6 de octubre del
2019
Actitud de fe (Lucas 17, 5-10)
Un fuego que refresca en las horas de
estío; un viento que impulsa sin saber a dónde nos lleva; un caminar sobre
cimiento firme aunque todo vaya cayendo. Fuente de alegría callada, serena, que
te hace ser afable y bondadoso. Regalo que se desgrana cada día de tu vida.
Tarea que te ocupa y te descansa desde el amanecer hasta el fin del día. Puerta
del amor y la esperanza. Vivir seguro sin seguridades; saber ver lo que otros
no alcanzan; acallar los deseos confiando en Quien nos llama. Esto es la fe.
“Si tuviéramos fe aunque fuera como
un grano de mostaza”, toda nuestra vida cambiaría: afianzados siempre en una
atalaya inexpugnable nos podríamos hacer vulnerables a todo dolor ajeno; con
mansedumbre y humildad nos enfrentaríamos a los orgullosos que violentan y
humillan a los pobres; con lágrimas en los ojos podríamos consolar a quien
sufre y se siente desfondado. La fe te da una mirada nueva ante el mundo, una
mirada de indignación ante la injusticia, de dolor ante los pobres; una mirada
que genera paz y que es semilla de justicia.
Los profetas tuvieron esa fe y se
expusieron a la persecución teniendo su corazón puesto en la transparencia de
la luz que viene de lo alto; por su fe supieron anunciar un mundo nuevo, la
ciudad de Dios. Los sencillos viven alegres en esa misma fe.
¡Cuánta fe nos falta a nosotros,
cristianos adormecidos y amodorrados, entumecidos de mediocridad y fríos en
nuestra relación con el Padre! Señor Jesús, auméntanos la fe, que se nos escapa
la vida sin que la estemos viviendo; auméntanos la fe.
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