Evangelio del domingo 7 de febrero de
2021
Sentido de la existencia (Marcos 1,29-39)
Todo se soporta si la
vida tiene sentido. Nada nos satisface si caemos en el vacío existencial. Víctor
Frankl, neurólogo y psiquiatra judío que sufrió los campos de concentración nazi,
así lo explica en sus muchos estudios.
Las lecturas del próximo
domingo nos reúnen un texto del libro de Job y una de las muchas confesiones de
Pablo de Tarso. Job acosado por terribles problemas y desgracias no encuentra
el sentido de su vida, ha caído en un pozo oscuro; el autor lo narra
desgarradoramente. Pablo, que ha sufrido por el evangelio todo tipo de persecuciones
y dificultades: calumnias y difamaciones, hambre y sed, palizas hasta ser dejado
por muerto, naufragios en los que se dio por acabado, cárceles y cautiverios es
un hombre feliz. El personaje de Job se siente como jornalero en su propia vida.
Pablo de Tarso se sabe elegido para la misión de evangelizar; se siente hijo,
se siente amado.
Vivimos tiempos
recios, en los que sólo una conciencia profunda de que somos llamados, por Dios
mismo, a amar y a dejarnos amar puede llenar nuestra vida de sentido.
Nos ha llegado el
tiempo de no poder hacer muchas de las cosas que querríamos, de vivir
confinados y limitados hasta el cansancio. Sea lo que sea lo que nos toque
hacer podemos vivirlo como hijos del Padre, acogidos entre sus manos, enviados
a amar a todos los que Él ama. Ese es el Evangelio que vino a traernos
Jesucristo. Y que proclamó con su palabra poderosa y esperanzadora en Galilea,
con sus respuestas contundentes y sus denuncias ante los jefes del pueblo en
Jerusalén, y con su entrega en la cruz, cuando ya no podía siquiera casi ni hablar,
pero podía seguir amando sin límites.
Amar en todo; y cuando
toque la nada, dejarnos amar.
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