martes, 31 de diciembre de 2024

El mayor regalo

Día 6 de enero 

El mayor regalo (san Mateo 2,1-12)


Parece que ha remitido el celo laicista en contra del sentido religioso de la Navidad. No he escuchado este año ya aquello de “feliz solsticio de invierno”. Los pueblos que no mantienen el sentido profundo de sus tradiciones se despersonalizan. La última de estas tradiciones navideñas se centra, tal y como lo narra el evangelio de Mateo, en las figuras de unos sabios de oriente, que dejándose guiar por una estrella llegan al Niño Jesús, y le ofrecen oro, como rey, incienso, como Dios, y mirra, como profecía de su entrega. La tradición puso nombre a esos sabios, les dio categoría de reyes, e incluso los caracterizó de distintas etnias.

Es hermoso que los sabios y los poderosos de este mundo se arrodillen ante el niño de una familia pobre. Ojalá así sucediera con todos los niños de familias humildes. También es hermoso que cada niño de nuestros pueblos y barrios se sienta tan especial como el Niño Jesús para que sean los mismos Reyes los que le traigan su regalo. 

Los mayores ya sabemos que los mejores regalos que vienen a una casa son sus niños. Y que el mejor regalo que podemos hacerles es entregarles una fe de ternura y de agradecimiento, de amor solidario y de reconciliación con las propias contradicciones. El Niño Dios regala a cada niño la dignidad infinita de ser hijo de Dios. Ojalá siempre manifestemos la verdad profunda, y su riqueza humana y religiosa, de las tradiciones de la Navidad.


martes, 24 de diciembre de 2024

Vocación matrimonial

Domingo 29 de diciembre 

Vocación al matrimonio (Lucas 2,41-52)


La cultura, que ha tocado vivir a nuestros jóvenes, es una cultura de la precariedad. Hombres y mujeres de 30 años siguen cobrando sueldos de aprendices y con una inseguridad laboral que no les permite hacer planes de futuro. Desde los 18 o 22 años los jóvenes se han acostumbrado a trabajar para pagar sus gastos, pero sin tener ni estabilidad, ni una masa salarial adecuada. Económicamente España irá muy bien, nos dicen algunos políticos y algunos indicadores macroeconómicos, pero la economía de los españoles va cada vez peor; somos el país de Europa donde más niños viven en pobreza.

No es solo la situación económica, la mentalidad actual tiene cierta “alergia” a un compromiso estable. En nuestra generación se separó la sexualidad de la fecundidad; y a los jóvenes de hoy se les incita a separar sexualidad de la misma afectividad. Son malos tiempos para la vocación matrimonial.

Y, sin embargo, la vida empuja; y la experiencia de familia sigue siendo el modo en el que la inmensa mayoría de las personas pueden alcanzar una estabilidad, un proceso de madurez y una entrega generosa que haga verdaderamente humana la vida. Ser un padre responsable y tierno, ser una madre fuerte y comprensiva, vivir la relación matrimonial desde la sinceridad, el gozo y la mutua entrega, sigue siendo la llamada honda y profunda que Dios hace a los jóvenes de nuestro tiempo.


lunes, 16 de diciembre de 2024

Tiempo de los pequeños

Domingo 22 de diciembre 

Tiempo de lo pequeño (Lucas 1,39-45)


La Navidad es el tiempo de los pequeños. Son los niños los que más la disfrutan, con más inocencia, con más intensidad. En Navidad Dios se hace niño y se deja encontrar en lo que parece poco importante: en una joven embarazada, en un padre primerizo, en unos pastores pobres, en unos sabios locos que se hacen peregrinos, entre tanta mentira, de la luz de la verdad.

Por eso, la Navidad no es la fiesta de las grandes cenas, ni de los grandes regalos. La Navidad es el tiempo de la familia, donde cada uno, sin títulos ni méritos, es acogido en su debilidad. Navidad es el tiempo de quien por amor se hace pequeño; Dios siendo Dios no retuvo esa sublime dignidad, sino que se hizo niño y pasó por uno de tantos. El amor nos devuelve a la niñez. Por amor cantamos y hacemos versos; por amor entregamos todo nuestro tiempo, todo lo que tenemos; por amor se despojan de todo los amantes, quedando vulnerable uno ante el otro.

En Navidad se nos revela un Dios que tiene tiempo para los pequeños, para jugar con los niños, para hacer compañía a los ancianos, para ir a casa de las familias migrantes, para conmover hasta el que no cree mucho en Él. Navidad es el tiempo de los que tienen la fe débil y el espíritu pequeño. Absténganse doctores y licenciados, ingenieros y potentados, magnates y todo tipo de personas importantes e influyentes. Dios se complace en los pequeños, en los que por amor se hacen pequeños y lo acogen con humildad.


lunes, 9 de diciembre de 2024

Tiempo de alegría

Domingo 15 de diciembre 

Tiempo de alegría (Sofonías 3,14-18)


La alegría siempre se anticipa. Se alegran los padres antes de que nazca el hijo; se alegran los niños con la mera noticia de que irán a jugar donde ellos desean; se alegra la familia en paro cuando saben que alguno de sus miembros va a entrar a trabajar; se alegran los abuelos cuando sus nietos le dicen que van a ir a verlos... La alegría tiene la capacidad de la luz de iluminar el camino antes de todo pueda verse con claridad.

Así es el nacimiento del Salvador. “Alégrate hija de Sión, grita de gozo Israel; regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén. El Señor ha revocado tu sentencia, ha expulsado a tu enemigo”, dice el profeta Sofonías en este tercer domingo de adviento. El nacimiento del Niño Jesús hace que nuestra carne, madre de caricias y de dolor, sea hija del mismo Dios; que nuestro corazón, tan ambiguo y frágil, adquiera la fortaleza de quien fue fuerte ante toda tentación; que nuestra vida, amenazada siempre por la caducidad y la muerte, pueda gustar en cada experiencia de amor la misma eternidad.

Continuaremos en la ambigüedad y necesitando vencernos a nosotros mismos, pero ya sabemos que nuestro destino es el amor: un amor de luz sin sombras; de generosidad sin cálculos; de perdón sin rencor; de alegría adolescente; de fecundidad madura que se complace en la propia donación. La fuerza de la persona para vivir la conversión cristiana es la alegría de ser amada y ser llamada al amor.


lunes, 2 de diciembre de 2024

Tiempo de dejarse hacer

Domingo 08 de diciembre 

Tiempo de dejarse hacer (Lucas 1, 26-38)


Decía el sabio: “Hay tiempo de sembrar y tiempo de cosechar; tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de rasgar y tiempo de coser”; pues bien, el adviento es tiempo de dejarse hacer. Así nos lo atestigua María de Nazaret, la protagonista de los hechos del adviento junto con el Espíritu Santo, diciendo: “Hágase en mí según tu palabra”.

Hay tiempo de hacer, de compromisos y de acción, de tomar iniciativas y de hacer proyectos. Pero también tiene que haber en nuestra vida personal y espiritual tiempo de dejarnos hacer. Dejarnos hacer por la armonía silenciosa de la Naturaleza; dejarnos hacer por el amor que, aunque torpemente, recibimos; dejarnos hacer incluso por las dificultades de nuestra vida. La mayor parte de lo bueno que somos es porque nos hemos dejado hacer. Dejarse hacer no es fácil, que se lo digan a María. Hay que soltarse de seguridades y de egoísmos, hay que abrirse al futuro que llega con promesas y con anuncios de dificultades, hay que mantenerse sereno cuando percibamos que el Espíritu va derritiendo el hierro de nuestro orgullo y abriendo puertas a la luz de una nueva aurora. Dejarse hacer es abrirse a lo nuevo. La vida es siempre abrirse a lo nuevo, a lo inesperado, con valentía, humildad y generosidad. 

Ojalá la Iglesia y cada uno de nosotros nos dejáramos hacer como María; y, cada uno desde su ser, alumbrara la vida con Jesús.


martes, 26 de noviembre de 2024

Tiempo de promesas

Domingo 01 de diciembre 

Tiempo de promesas (Lucas 21,25-36)


Hermoso es el tiempo de las promesas. Promesas hechas de las vidas incipientes de los niños en los que ponemos nuestra esperanza. Promesas inmaduras y, sin embargo, sinceras de amor adolescente. Promesas de amigos que se conocen bien. Promesas, las más ciertas, de cuidado y apoyo de los padres a sus hijos. La realidad viene con su ambigüedad y sus limitaciones, pero las promesas nos abren a la verdad y al bien que anhelamos. Hermoso es el tiempo de las promesas de Dios. En Quien no hay inmadurez, ni doblez; estando seguros de su cumplimiento.

Quien vive en la promesa vive en sus propias fuerzas, desde su propia decisión, con la generosidad propia de quien nada tiene. Pero atraído e impulsado por un amor que colma y dinamiza; que excita el deseo cuando lo va colmando. 

Es tiempo de sacudirse el conformismo con el que vivimos nuestro pecado y nuestras limitaciones. Es tiempo de olvidarnos de nuestros lastres y acoger lo que Dios ha soñado para nosotros desde siempre. Adviento es despertar para soñar con el realismo y la lucidez del creyente, del que sabe que todo dependerá de su amor. Adviento es el tiempo de las promesas acogidas en esperanza. Adviento es tiempo, también, de hacer promesas, correspondiendo a la promesa de Dios. ¿Qué quieres prometer al Señor en este tiempo? ¿Qué vida quieres comprometer con él? No seas rácano, que ya sabes que Él da siempre el ciento por uno.


lunes, 18 de noviembre de 2024

Lo que de verdad importa


Domingo 24 de noviembre 

Lo que de verdad importa (Marcos 18,33-37)


autor alemán, Schopenhauer, escribió un libro que tituló: “El arte de tener razón”. Y mostraba 38 caminos para tener razón en una discusión, independientemente de la verdad. Eran estratagemas argumentales para salir victorioso en una discusión. En nuestro mundo parece tener renovada actualidad este ensayo. 

En base a razones se maltrata a personas, se las ridiculiza, se justifican medidas que empobrecen a las familias, se deciden guerras. Cuando el tener razón se antepone a la verdad es imposible el amor y la misma humanidad. El amor tiene verdades que la razón no entiende. El amor siempre busca la verdad del otro, aun escondida en medio de su ambigüedad y su pecado. Cuando discutimos por tener razón, perdemos el horizonte de la verdad que nos hace libres. Con razones seremos poderosos, pero no más humanos, ni más felices.

Ante Poncio Pilatos, prefecto de la provincia romana de Judea, Jesús, recorriendo las etapas para la entrega de su Vida, sintetizó su misión: “Ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”. 

¿En qué verdad se resume tu vida? No busques en ti la respuesta, porque te encontrarás con una oscuridad grande. Quien nos da su vida y nos enseña a darla, tiene la verdad que necesitamos.


miércoles, 13 de noviembre de 2024

Un tema tabú

Domingo 17 de noviembre 

Un tema “tabú” (Marcos 13,24-32)


La muerte y, aún más el fin del mundo, son temas tabú en nuestra cultura. Por una parte, la fe cristiana durante mucho tiempo estuvo alienada en el premio o el castigo eterno que merecerían nuestros pecados; y en vez de ser una fe que llenara de sentido y plenitud nuestra vida, la llenaba de miedo y de temor. Por otro, nuestra cultura ha ido alejando a la enfermedad terminal y la muerte a los hospitales y tanatorios, y vivimos en la ensoñación y en la falsedad de una vida que no muestra su fin.

La vida en la Tierra se acabará y nuestra vida biológica llegará un día a su fin. Estas son verdades palmarias. Cuando el Evangelio nos habla de que “el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor y las estrellas irán cayendo del cielo” nos está revelando, precisa y sorprendentemente, que el destino de nuestra vida no es la muerte, sino la comunión con Cristo: “Entonces verán al Hijo del hombre con gran poder y gloria”. 

Lo que le da verdadero sentido a nuestra vida aquí en esta Tierra, es la relación personal con Cristo, que nos hace vivir en comunión profunda con los nuestros; y eso es lo que podremos vivir en plenitud después de esta vida. Solo el amor perdura. Todo lo que no sea amor: orgullo, vanidad, envidia, avaricia, miedo, dolor, angustia... será polvo. El amor interesado no es amor, sino propio interés. ¿Cuánto pesa el amor en lo que vives? Quien tenga poco amor, ¿poco amor vivirá eternamente? Tenlo en cuenta.


lunes, 4 de noviembre de 2024

Enseñar a mirar

Domingo 10 de noviembre 

Enseñar a mirar (Marcos 12,38-44)



Damos un paseo y observamos a los adolescentes que parlotean animadamente sin casi escucharse unos a otros; al anciano que lentamente va dando el paseo de la tarde en soledad; a la madre que sale del coche con cuatro bolsas en las manos y que encuentra sitio para no soltar a su hijo y poder atinar con la llave en la cerradura; al migrante magrebí que entra en una casa con fachada desvencijada, casi ruinosa; también podemos contemplar cómo la luz va cediendo sitio a la oscura serenidad de la noche...

Una de las tareas más importantes en la educación es enseñar a mirar. Saber mirar y fijarse en los detalles nos ofrece datos importantes para conducirnos en la vida. Una madre o un padre que mira a sus hijos sabe si están nerviosos o tristes, si algo les preocupa o si están excitados por algo, por mucho que ellos quieran disimular. Esta mirada requiere empatía, entrar en el mundo de la persona que observamos, y comprender cómo siente y cómo se siente, por qué hace las cosas y la hondura personal de lo que hace. Esa mirada es un análisis que va más allá de lo que se ve, descubriendo el corazón de a quien está mirando.

Jesús ve a una anciana que echa una monedita en el cepillo del Templo y descubre que ha echado más que otros que hacían grandes donativos: ella había echado todo lo que tenía para vivir. ¡Quién nos enseñara a ver el mundo y a nuestros hermanos con la mirada de Dios!


lunes, 28 de octubre de 2024

Día de los difuntos

2 de noviembre día de los difuntos

Recordando (Juan 14, 1-6)


Recordando lo mejor de los nuestros se nos llena el alma de nostalgia y de ternura. Nos alegramos íntimamente de los momentos que con ellos compartimos; momentos seguramente sencillos, sobre los que nadie escribiría una novela, pero que fueron los que nos hicieron ser quienes somos. Ese mismo recuerdo nos hace sentir una nostalgia grande, que puede ser dolor punzante cuando a quien recordamos nos dejó recientemente.

Recordar a nuestros difuntos nos hace más personas. Los recordamos con agradecimiento, con indulgencia, con comprensión. Es un recuerdo que se hace oración porque la muerte siempre nos sitúa en el umbral de esta vida y nos hace mirar a la oscuridad y el enigma de la otra. Desde que la persona es persona, eso es así. Los primeros rasgos de humanidad se dan con el culto a los difuntos; los primeros textos escritos se encontraron en sus tumbas. Como si toda nuestra humanidad se cifrara en reconocer que nuestra dignidad personal, que nuestro amor y nuestra libertad no sucumben con la muerte.

Eso que era un anhelo profundo de cada persona se hizo realidad en la muerte y la resurrección de Jesucristo. En Él sabemos que nuestra vida tiene esperanza (y responsabilidad) de vida eterna. La resurrección de Cristo le da su verdadera dimensión y sentido a nuestra vida. Él que entregó su vida por nosotros es ahora el corazón de nuestras vidas.


jueves, 24 de octubre de 2024

¿Puede curar la fe?

Domingo 27 de octubre

¿Puede curar la fe? (Marcos 10, 46-52)



Varias veces en los relatos de los evangelios escuchamos a Jesús decir: “Tu fe te ha curado, vete en paz”; o “que te suceda según tu fe”. Incluso la fe de otros –de la madre o de unos amigos-- se convierte en causa de sanación. 

Jesús nos salva de muchas cegueras espirituales, de muchas parálisis personales, nos da vida cuando vivimos en sombras de muerte. Hemos sido testigos muchas veces. La fe de una persona permite también que Dios reactive todas las energías de su cuerpo y de su espíritu para la sanación. La confianza, la fe y la esperanza consiguen lo imposible. También somos testigos de ello. 

Especialmente, cuando creemos en Jesucristo como Señor del universo, no hay situación difícil en la que no podamos sentirlo cercano, comprensivo con nuestros dolores y problemas, ya que Él los asumió primero. Hasta de nuestros pecados y de las contradicciones de nuestra historia nos permite descansar en Él. Hay muchas enfermedades psico-somáticas; por lo mismo hay también muchas curaciones que vienen de una actitud vital abierta a la luz y al amor. 

Ante la oración de alguien que sufre, ante la oración de un pobre, Dios padre se compadece y puede otorgarle el favor que pide, que puede servir de signo para una salvación plena. ¿Quién se atreve a poner límites al amor de Dios? La vida ya es un milagro; y en la vida se dan milagros sin cuento a quien tenga ojos para ver. Realmente la fe cura.


lunes, 14 de octubre de 2024

Dar la vida

Domingo 20 de octubre

Dar la vida (Marcos 10, 35-45)


Podría parecer que esta expresión “dar la vida” tiene dos significados distintos. Uno sería “engendrar una vida nueva”, como los padres que han dado vida a su hijo; otro sería “entregar la propia vida”, como el militar que pierde la vida en una misión por el bien de su país. Una cosa es “engendrar” y otra “entregar”, pero mirado con detenimiento no está tan lejos una de la otra.

Cuando queremos dar vida, tenemos que estar dispuestos a entregar la vida. Lo saben bien los padres. Dar vida a los hijos no es solo engendrarlos, sino vivir la experiencia cotidiana y profunda de darles su vida hasta quedarse sin ella, para recuperarla más bella y hermosa, nueva y fecunda. Lo saben bien los consagrados y los misioneros, que renuncian a su familia, a sus amigos..., entregan toda su vida para dar vida a los más pobres de la tierra, y una vida eterna, ya que le entregan lo más preciado, a Jesucristo mismo. Lo sabe todo aquel que busque vivir en profundidad; la vida verdadera requiere renuncias y sacrificios. De ningún comodón se escribió nunca nada; siempre la vida cómoda acaba dejando vacío el corazón.

Jesús, como en todo, también vivió esto hasta lo más profundo. Por eso decía: “El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.” Cada uno de nosotros hemos de preguntarnos a qué servicio y a qué entrega estamos llamados en nuestra vida.


lunes, 7 de octubre de 2024

La dama Pobreza

Domingo 13 de octubre

La dama Pobreza (Marcos 10, 17-30)

“Poderoso caballero es don Dinero”, dictaminaba Francisco de Quevedo en una metáfora que sigue siendo de actualidad. Pocas cosas no las compran las riquezas, solo las que dan sentido profundo a la vida: la amistad verdadera, el auténtico amor, la dignidad de la propia vida, el consuelo y la fortaleza de la fe. “Quien quisiera comprar el amor con las riquezas de su casa se haría despreciable”, sentencia la Biblia en el Cantar de los Cantares del rey Salomón.

Es más, solo cuando usamos el dinero y los bienes materiales con generosidad, y los ponemos al servicio de los demás, vivimos de acuerdo con nuestra dignidad humana. El egoísmo, la avaricia, la tacañería, la rapacidad, la mezquindad nos hacen menos personas y nos alejan de la voluntad de Dios. ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de los cielos!, dice el Señor en el texto del evangelio del próximo domingo. Necesitamos los bienes materiales para vivir, para eso los creó Dios; pero no vivimos para ellos. 

Quien se encuentra con el amor siente la profunda necesidad de entregarse a quien ama, y de compartir con él todo lo que tiene. Por eso, quien se encuentra con la inmensidad del amor de Dios gusta de vivir en austeridad y pobreza, conformándose con poco, queriendo compartir lo que tiene con los pobres, sintiendo como un agravio al amor a Dios el alejarse de sencillos buscando una vida de falsas apariencias. San Francisco se declaraba enamorado de la dama Pobreza.


martes, 1 de octubre de 2024

Imágenes de Dios

Domingo 06 de octubre

Imágenes de Dios (Marcos 10,2-16)



¿Qué realidad de nuestro mundo puede servirnos como imagen de Dios? 

Sabemos que la Biblia, antes de que el Padre enviara a su Hijo, “imagen de Dios Invisible”, prohibía toda representación de Dios, incluso pronunciar su nombre. Por eso, aunque a los creyentes le tenemos devoción a distintas imágenes religiosas de un artista inspirado, ya sean esculturas o pinturas, sabemos que toda son meras imágenes, y que la realidad de Dios está siempre más allá. Dios es espíritu y debemos adorarlo en espíritu y verdad.

El mundo ha sido creado por Dios, y hay muchas realidades del mundo que nos hablan de Él: el colorido y la atmósfera cálida un atardecer, el murmullo de los árboles y los pájaros de un bosque... Dios crea al hombre y a la mujer, dice el libro del Génesis, a su imagen y semejanza; y desde entonces el amor entre la mujer y el hombre –sus lazos de ternura que les acercan a la plenitud, la entrega sincera de un amor mutuo, su generosidad al engendrar y cuidar a los hijos, su disposición a cuidar el uno del otro en la riqueza y en la pobreza, en la salud y la enfermedad...—es la imagen más cercana a un Dios que se define a sí mismo como amor.

Ojalá cada uno de nosotros, en cualquier circunstancia, vivamos siempre en ese amor de entrega, en un amor grande que de sentido a toda nuestra vida.


lunes, 23 de septiembre de 2024

Tolerancia y firmeza

Domingo 29 de septiembre

Tolerancia y firmeza (Marcos 9,38-48)


En nuestras sociedades occidentales se ha implantado una virtud moderna que ha desplazado con creces a las tradicionales: la tolerancia. “Cada cual tiene derecho a vivir su vida y a ser respetado por los demás”; “cada cual es dueño de hacer de su vida lo que quiera, sin que los demás tengan que juzgarlo o, siquiera, opinar de él”. Esta orientación se ha vuelto radical reivindicando que todos tengamos que reconocer la identidad que cada persona siente en un momento de su vida.

El mensaje de Jesucristo es profundamente tolerante; él mismo tuvo actitudes que rompían el estrecho molde de la cultura judía de su tiempo. Pero, a la vez, Jesucristo es profundamente firme con todo lo que daña a las personas y les cierra las posibilidades de que el Espíritu las conduzca por su propio camino. Jesús fue firme con quienes querían condenaban a la adúltera; y con quien dando pábulo a sus deseos más mezquinos no encauzan su afectividad desde la familia. Jesús fue tolerante con Zaqueo y con el joven rico, pero fue intolerante con la actitud dañina de poner el corazón en el dinero y la avaricia. Instaba a algunos de los que había curado a volver a su casa, pero era firme ante la tibieza de quien quisiera seguirlo. Es tolerante con todo el que peca, pero no justifica nunca que se dañe a los pequeños y a los débiles.

Jesucristo siempre abre la puerta a todos, la puerta de su amor para que vivamos en su amor de entrega.


lunes, 16 de septiembre de 2024

Conocer a Manolillo

Domingo 22 de septiembre

“Conocer a Manolillo” (Marcos 9,30-37)



Las personas que tenemos un cargo de relevancia, aunque sea poca, en la sociedad o en la iglesia hemos de estar siempre atentos a que esa responsabilidad, que se nos ha entregado, la ejerzamos como un servicio, y no como un privilegio o como un honor.

El refranero, como siempre certero y cruel, así lo advierte: “Si quieres conocer a Manolillo, dale un carguillo”. Y es que algunas veces los “manolillos” cuando recibimos un pequeño cargo ya queremos que nos llamen “don Manuel”, y que las personas estén a nuestro servicio. Cargos políticos, alcaldes y cargos municipales, presidentes de asociaciones de vecinos o encargados de una sección en la fábrica, hermanos mayores de hermandades, responsables de un área u otra de la parroquia, párrocos... Todos estamos tentados de que el cargo se nos suba a la cabeza.

Para eso hemos siempre de estar atentos a vivir desde la humildad, que se expresa en estar al servicio de las necesidades concretas de las personas, buscando ser los primeros en colaborar con los trabajos más bajos e ingratos; y atentos también en bien de todos, en lo que de nosotros dependa; sirviendo con agrado al más pequeño, sin emplear acritud con nadie. Al modo de Jesucristo, que no se aferró a su dignidad divina, sino que se hizo hombre y pasó por uno de tantos; aceptando la muerte, y una muerte de cruz. Por eso, ahora, toda rodilla se dobla ante su Nombre bendito, por su amor y su humildad. 


lunes, 9 de septiembre de 2024

Cargar con la cruz

Domingo 15 de septiembre

Cargar con la cruz (Marcos 8,27-35)


La experiencia de fe en Jesucristo potencia lo mejor del ser humano, lo mejor que hay en cada uno de nosotros. La amistad, la relación profunda con Jesucristo nos libera de nuestros demonios, nos da humildad para superarnos y nos abre a una fraternidad que da sentido a nuestras vidas. Lo más auténtico del ser de nuestra persona encuentra resonancia en el Evangelio.

Pero hay experiencias profundas en la fe que no se explican desde meramente lo humano; una de ellas es el acoger desde un sentido pleno y luminoso a los momentos de sufrimiento y de cruz que tenemos que afrontar. Todos hemos de vivir momentos de sufrimiento. Todos, incluso, por ser honrados, por luchar por la justicia y el bien podemos vernos despreciados y perseguidos. Es ley de vida, si no te resignas a la injusticia y a la mentira de este mundo, esa injusticia y esa mentira se centrarán en ti.

Los seguidores de Jesucristo tenemos un consuelo y una fortaleza grande en los momentos de cruz: al participar de una entrega como la de Cristo, participamos y participaremos en una vida y en una resurrección como la suya. Unidos a Él, nuestra cruz se convierte en un yugo llevadero, y en una carga suave. Todos nosotros, como el apóstol Pedro, nos asustamos ante la cruz. Ojalá seamos, también como él, fuertes y generosos cuando nos toque acoger los sacrificios que la vida nos presente.


martes, 3 de septiembre de 2024

Imparable

Domingo 8 de septiembre

Imparable (Marcos 7, 31-37)

Cuando el Señor habla al corazón de una persona, su palabra poderosa se convierte en nosotros en una fuerza imparable, que ni nuestras cobardías, ni nuestros pecados, ni las censuras o prohibiciones pueden acallar. Los profetas son testigos de esta experiencia. Estamos hechos para la verdad y para el bien, y cuando los encontramos en profundidad qué difícilmente los dejamos de lado.

Quizás me diréis que la experiencia es la contraria; que muchas personas que han vivido momentos de encuentro con el Señor, después, han seguido o recaído en la injusticia y la mentira... En ellos, la palabra está aletargada, como la semilla que en la tierra está esperando para dar fruto. Así le ocurrió a Moisés que estuvo años y años pastoreando antes de reconocer aquella zarza que ardía sin consumirse y que le habló del sufrimiento de su pueblo y de la voluntad de Dios de salvarlos. Pero la Palabra allí estaba y germinó y dio fruto.

Este domingo celebramos la natividad de María de Nazaret. En ella la Palabra fue acogida y dio fruto sin tardanza, sin dilación, sin falsas prudencias. Ojalá nos sirva de ejemplo María para no retardar una respuesta plena a nuestra vocación. Cuando así lo hagamos, viviremos reconciliados con nosotros mismos, humildemente orgullosos de vivir conforme a la misión que nos han encargado.


miércoles, 10 de julio de 2024

Nueva Creación

Domingo 14 de julio

Nueva creación (Marcos 6,7-13)


La fe cristiana es una fe apostólica; una fe que no se reduce en pedirle al Dios de la Misericordia dones y favores, clemencia y perdón, sino que se ofrece humildemente a Él para que se cumpla su voluntad así en la tierra como en el cielo. Una fe meramente devocional no es cristiana porque tiene el sesgo egoísta del “Señor, te pido (solamente) por mí y por los míos”.

El Señor llama a los discípulos y les da la responsabilidad de continuar con su misión; los nombra apóstoles. Todos los cristianos vivimos, de una manera y otra, esa llamada al apostolado, a ir haciendo, desde esta creación, en la que la injusticia y el pecado están tan omnipresentes, una nueva creación desde la gracia y el amor, desde la justicia y la verdad. ¡Ay de aquel apóstol que olvide su misión por corromperse con lo mundano! Así le ocurrió a Amasías, y el profeta Amós se lo recriminó duramente.

La comunidad cristiana está llamada a ser pueblo nuevo, recreado por la gracia, signo de una bondad que nos trasciende, instrumento de una justicia y un perdón que transforma el mundo. Cada familia, cada consagrado, cada joven y cada niño cristianos estamos llamados a ir acogiendo el tesoro de su gracia, el amor de Cristo que nos recrea y nos invita a recrear todo desde su amor.

Felices días de verano; que estos días de descanso lo sean también de descanso sereno en el Señor.


lunes, 1 de julio de 2024

Debilidad y pecado

Domingo 7 de julio

Debilidad y pecado (Marcos 6,1-6)


Nuestra condición humana es de debilidad. Débiles y necesitados de los demás nacemos; en debilidad morimos, anhelando una mano amiga a la que asirnos; en medio de estos extremos errores, ofuscaciones, enfermedades... En esa debilidad vamos aprendiendo a vivir en el amor, que es nuestra única y gran fortaleza.

Cada vez que egocéntricamente nos cerramos a la carne débil del otro, o nos centramos orgullosamente en nosotros mismos, nos alejamos de vivir en el amor y caemos en el pecado. El pecado es negación de Dios porque es negación de nosotros mismos y negación del amor. No te asustes de tus debilidades, porque luchando por superarlas haces digno tu amor; no reniegues de las debilidades de los demás, porque acogiéndolas vas haciendo fuerte tu amor. 

Nuestros pecados son fruto muchas veces de la debilidad en la que vivimos. Por eso no te angusties por ellos; levántate, pide perdón y sigue caminando sinceramente buscando el bien. En ese camino te encontrarás siempre con Jesucristo que quiso nacer hijo de una aldeana y de un trabajador sencillo, que quiso vivir pobremente, que murió en un patíbulo, para que ante Él nadie tuviera que fingir ni impostar dignidades, ni fortalezas. 

El Hijo de Dios haciéndose débil y viviendo en el amor nos muestra el verdadero camino de la dignidad humana.


lunes, 24 de junio de 2024

Siendo rico, se hizo pobre

Domingo 30 de junio

Siendo rico, se hizo pobre (Marcos 5,21-43)

La sabiduría de los otros mueve a admiración o a envidia; a no ser que reconociendo nuestro desconocimiento dejemos libre un “espacio” en nosotros para aprender. La necesidad de llenarnos con riquezas materiales nos hace caer en un egoísmo que nos esteriliza para la vida y para los demás; solo los que comparten o arriesgan lo que tienen para generar riqueza, solo los que apuestan por disminuir pueden aumentar el bienestar de todos. El afán de ser honrados, de que hablen bien de nosotros nos va haciendo hipócritas, falsos, tibios; sin querer molestar a nadie con nuestra libertad de conciencia, la perdemos; sin buscar la verdad que brota de la realidad y de la vida nos conformamos con lugares comunes, con lo políticamente correcto, con ideas que ni iluminan ni nos mueven.

Para que las ruedas puedan acoger los ejes que soportan el carro y rueden, deben tener el centro vacío, hueco. Los chinos decían esto del emperador; su labor era estar ahí, sin hacer, sin ocupar el puesto de los demás, para que el reino avanzara como las ruedas de un carro.

Jesucristo siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Y nosotros solo cuando reconocemos la verdad de nuestra pobreza podemos abrirnos a las inmensa riqueza que es el conocimiento de Jesucristo en nuestra vida. Vacíate de ti mismo, póstrate ante el Cristo, como Jairo o como la hemorroisa, y sabrás qué significa la gracia de tener a Cristo como salvador, como Hermano.


lunes, 17 de junio de 2024

El arte de callar

Domingo 16 de junio
El arte de callar (Marcos 4,35-40)



Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a escuchar, según le atribuyen a un escritor famoso. Y parte tiene de verdad.

Adolecemos de falta de capacidad de escucha; antes de que el otro acabe de hablar y de explicarse, ya sabemos lo que nos va a decir, y ya estamos preparando nuestra respuesta. Se nota en nuestros recuerdos; siempre nos acordamos de lo que dijimos en tal o cual conversación, pocas veces lo que nos dijeron. Escuchar requiere silencio de nuestra parte. Escuchar de manera activa requiere un silencio que busca comprender al otro, que quiere adentrarse en lo que quiere decirnos con lo que nos dice, en lo que siente, en cómo se ha sentido, en cómo se comprende a sí mismo.

Cuando rezamos también necesitamos silenciarnos, acogernos en una escucha activa. Primero decir, y después saber por qué decimos lo que decimos, cómo nos sentimos al decirlo, por qué nos sentimos así. Es la confianza profunda en el amor de Dios la que nos permite ser sinceros con nosotros mismos. Después hemos de guardar silencio ante Él, silenciar lo superficial y lo profundo. Su música callada le dará una nueva sintonía a nuestra vida; una nueva paz, una nueva luz, un silencio que nos permite Vivir.

Así es, Jesucristo tiene poder para silenciar el mar embravecido interno que muchas veces es nuestro corazón.

martes, 11 de junio de 2024

De la espera y la esperanza

Domingo 16 de junio

De la espera y la esperanza (Marcos 4,26-34)


Para recoger frutos de un árbol plantado se necesita paciencia en la espera y paz de espíritu con esperanza. Cada árbol tiene su ciclo vital y hay que respetarlo. Así sucede con las personas. Cada uno tenemos nuestros ritmos, nuestras fases y periodos, y tenemos que acogerlos con paciencia y paz. Perder la paciencia en la educación de los niños, en la apertura de procesos en la comunidad cristiana y en los pueblos es simplemente perderlo todo. 

Tiene paciencia quien no se da más importancia de la debida, quien por amor espera siempre que el otro vaya creciendo en el bien, y quien tiene su confianza puesta solo en Jesucristo. La juventud suele ser impaciente; y el secreto de la sabiduría está en acoger ese crecimiento lento e inexorable del bien, aunque nos exija la cruz. Así lo vivió Jesucristo, que supo que solo cuando fuera levantado a lo alto atraería a todos hacia sí. 

Sea cual sea tu tarea no cejes en hacer el bien; no pierdas el norte desesperándote por creerte más de lo que eres; disfruta del silencioso crecer de lo que siembras, que la sonrisa y la comprensión es el mejor de los abonos. Y si toca sufrir y pasar por la cruz, no olvides que el mismo Hijo de Dios tuvo que pasar por ella.  El bien, como la salud, necesita paciencia y buenos alimentos, es decir, buenos ejemplos.


lunes, 3 de junio de 2024

La evidencia del mal

Domingo 9 de junio

La evidencia del mal (Marcos 3,20-35)


Si ustedes repasan el credo, que es la síntesis de lo que los cristianos hemos de creer, verán que no aparece ni el pecado, ni el pecado original, ni la figura de satanás. Y es que el mal, el mal que se mete en los entresijos de nuestra vida y nos destruye, no es una verdad de fe, sino una evidencia que solo hay que abrir los ojos para corroborarla.

En las relaciones más sinceras y auténticas, de amistad o de pareja, se mete el orgullo de creerse mejor que el otro, el recelo de sospechar que el otro me quiere mal, la manipulación de querer poner al otro a nuestro servicio, y lo que era una amistad de vida compartida se convierte en ruptura que hace sufrir a todos.

Toda instancia de poder y de prestigio social parece que tiene intrínsecamente la semilla de la discordia. El poder corrompe, se decía; hoy sospechamos que los corruptos tienen más fácil llegar al poder. Nadie escucha razones, sino el morbo de la frase altisonante y del insulto. Nadie parece buscar el bien común, sino el bien del partido del que quiere medrar. Los discursos que apelan al sentimiento visceral del rechazo al otro por su ideología están carcomiendo nuestra sociedad.

Nuestra condición humana parece lastrada. Necesitamos Alguien que en la transparencia de su vida clarifique las aguas que hemos enturbiado. Necesitamos a Alguien que amándonos aun pecadores, nos infunda su amor.


lunes, 27 de mayo de 2024

Por las calles del Pueblo

Domingo 2 de junio

Por las calles del Pueblo (Marcos14,12-26)


La Eucaristía tiene tanta densidad de sentido que nunca se termina de decir todo lo que significa. Fue la última cena de Jesús, premonición de su pasión; es actualización de la entrega de su vida en la cruz, el amor más grande; fue y es comida fraterna de quienes comparten la misión de anunciar el evangelio; es invitación constante a la conversión de nuestra vida tibia y superficial; es comunión íntima que quiere regalarnos el Padre con su Hijo por la acción del Espíritu; es sacramento en el que la comunidad experimenta que es Cuerpo de Cristo en la historia para proseguir con toda su misión; es Santísimo Sacramento ante el que postrarnos, no como ante ningún poder ajeno, sino ante la grandeza de un amor que en todo nos puede; la eucaristía es pan, paz, alegría, perdón, esperanza nuestra de cada día... ¿Cómo abarcar tanto con nuestra mente pequeña, aunque nuestro corazón tenga siempre anhelo de más?

En el día del Corpus, Jesucristo vuelve a las calles de su Pueblo, como en aquellos días por Cafarnaúm o Magdala, rodeado del agradecimiento de los que hemos recibido de Él la vida, y de la esperanza de todos sus amigos.  Algunos, como en Nazaret, mirarán incrédulamente pensando si de alguien tan corriente como el hijo de un carpintero puede venir la salvación. Pero nosotros lo hemos experimentado, de algo tan corriente como un poco de pan, nos llega todo el amor de Dios hecho sacramento.

 


martes, 21 de mayo de 2024

El donante y el donado

Domingo 26 de mayo

El donante y el donado (Mt 28,16-20)


El amor es don. Don acogido en gratitud; don que ilumina nuestra vida; don que le da sentido a todo lo que hacemos. El amor es don en sí mismo, por sí mismo. No se cifra el amor en lo que de él recibimos; no necesitamos nada para amar porque el amor se vive siempre en gratuidad. Pero cuando amamos y somos amados, recibimos un mundo, el mundo entero desde un Edén de plenitud.

Es verdad que en el amigo encontramos compañía y en la pareja ternura; es verdad que en los hijos encontramos ilusión y esperanza. Pero cuando llega el momento en el amigo no puede acompañarnos, o la pareja no puede mostrarnos ternura o vivimos un desengaño con los hijos, no dejamos de amarlos; en muchos casos esta prueba se convierte en crisol de nuestro amor.  Cuando amamos queremos darnos por entero a quien amamos. Y, por ese amor, en todo lo que le entregamos nos entregamos nosotros mismos. El amor no se conforma con menos que con la entrega sin reservas al otro. 

El Padre porque nos ama no se conforma con entregarnos algo distinto a Sí Mismo, y por eso nos entrega a su propio Hijo. El Hijo, porque nos ama, se nos entregó por entero y ahora nos entrega entero su Espíritu. Porque el amor de Dios es Amor, hemos de confesar que el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo son donación de su más íntima intimidad, de su ser más verdadero. Mas, ¿cómo entender que Dios se nos entregue así?, ¿quién podrá comprender el Amor? 


lunes, 13 de mayo de 2024

Dador de vida

Domingo 19 de mayo

Dador de vida (Juan 20,19-23)


Temblor que resquebraja lo anquilosado, viento que barre el pecado, fuego que enardece el corazón, ven Espíritu Santo, Señor y Dador de vida.

Cincuenta días después de la Pascua, hablándoles de su Reino de justicia y amor para los hombres, Jesús envía su Espíritu a sus seguidore, a los doce y a otros de sus seguidores que estaban en Jerusalén. Rompe su cascarón de miedo y de recelo y los lanza a hablar y a amar, a anunciar el amor del Padre hecho carne en Jesucristo y a vivir en el amor de Cristo hecho comunidad de creyentes.

El Espíritu en cada uno de los creyentes produce frutos distintos. Lo mismo que el agua que riega la tierra, que a la semilla de trigo le hace multiplicarse para pan, a la vid preñarse de racimos y al olivo le hace reverdecer en aceitunas, el Espíritu a cada persona la impulsa por caminos distintos; pero a todos nos hace salir de nuestra rutina, de nuestras ideologías para vivir en un amor que nos da la libertad. El Espíritu alienta el amor fecundo de los jóvenes y la luz que brota de la sonrisa de los niños. El Espíritu impulsa y consolida en la sociedad iniciativas de mayor justicia; y dinamismos evangelizadores en parroquias y comunidades. El Espíritu pone en el centro siempre el amor del Padre y a los pobres que son sus preferidos. 

Cuando nos dejamos llevar por el amor del Espíritu somos alegres y fecundos.


lunes, 6 de mayo de 2024

Entre la tierra y el cielo

Domingo 12 de mayo

Entre la tierra y el cielo (Marcos 16,15-20)


La enseñanza de Jesús resucitado a sus discípulos, antes de ascender a los cielos y dejarles su misión encomendada, versó sobre el Reino. El Reino de paz y de justicia, el Reino de libertad y de gracia que acontece cuando las personas tenemos solo al Padre por Rey, solo al Hijo como Señor, solo al Amor como anhelo de vida.

La misión de la Iglesia está entre la tierra y el cielo. Estamos llamados a anunciar el Nombre de Jesús con las actitudes de misericordia y de compasión que él tuvo con nosotros, pobres y pecadores. Con los signos de cercanía y de liberación de las esclavitudes que Él realizó. Una misión muy terrena y carnal: dar de comer al hambriento, denunciar las injusticia que se cometen contra los pobres, acariciar y acompañar al enfermo... Pero, a la vez, muy de los cielos, porque anunciamos que solo nos salvamos en el Amor de aquel que entregó su vida por nosotros, en el Amor de aquel que se dio por entero en su vida y se entregó por entero en la cruz. Anunciamos, y nos proponemos vivir, un Amor que está muy por encima de la tierra, un amor que es del cielo.

Paradojas de la Iglesia que reflejan las paradojas y las contradicciones de la condición humana, las tuyas y las mías. Vivir es amar; sin amor no merece la pena la vida; amar es entregar a quien amas enteramente la vida. Nuestra vida está siempre entre la tierra y el cielo.


lunes, 29 de abril de 2024

Acepción de personas

Domingo 5 de mayo

Acepción de personas (Juan 15,9-17)


El domingo anterior veíamos que mientras a Pablo lo tenía que sacar de Jerusalén porque los fanáticos judíos lo querían asesinar, el conjunto de la Iglesia, con Pedro a la cabeza, gozaba de paz en toda Judea. A cada uno le llega a su hora lo que tiene que hacer. Pedro fue dándose cuenta poco a poco que la fe en Jesucristo desbordaba las fronteras de la religión judía. El amor de Dios alcanza a todos especialmente a los que sufren y a las personas de buena voluntad. 

Los primeros discípulos de Jesús eran todos judíos, como Él mismo; pero el mensaje y la vida que traía no se circunscribía a una cultura, a una manera de entender la moral, incluso a una manera religiosa de entender a Dios. A los fanáticos de todos los tiempos, Jesucristo los pone nerviosos. No nos salva ninguna religión, ningún conjunto de prácticas con las que las personas quieren congraciarse a la divinidad. Jesucristo viene llamándonos amigos, viene amándonos hasta entregar la vida por nosotros, y convocándonos a vivir en su amor. Su mandamiento es que nos amemos unos a otros en el amor con que Él nos ama; nada más, nada menos.

Hoy día también nos encontramos con fanáticos de ideologías, que insultan y denigran a todo el que no sea de los suyos; y, en el último gesto de desprecio, lo cancelan. “Fachosfera”, “progresía”, “patrioteros” “feminazis” ..., cuánto insulto y cuanta necesidad de comprensión.


jueves, 25 de abril de 2024

Juego de humildades

Domingo 28 de abril

Juego de humildades (Juan 10,1-8)


En el evangelio de Juan, Jesús se describe a sí mismo con algunas metáforas sorprendentes. “Yo soy la puerta”, “yo soy la vid”; metáforas que nos invitan a pensar. La puerta tiene la función de dejar entrar. Si uno no quiere que nadie entre en un lugar, no le pone puertas, le pone un muro; una puerta cerrada es la continuación del muro en el que está. Pero ¿qué es la puerta?: un hueco, un vacío, una parte en la que no hay nada; y, por esa nada, podemos pasar.

Jesucristo se hizo así, se anonadó a sí mismo para convertirse en puerta para que por él lleguemos a la vida. Somos tan importantes para él que por nosotros entregó su vida. El orgullo siempre dice: “yo hago”, “yo valgo”, “yo siento”, “yo pienso”. La humildad pregunta, guarda silencio y deja espacio para que el otro crezca.

Otra de esas metáforas de Jesús es: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos”. Y en esta nos pide humildad a nosotros, nos pide dejarnos hacer. El sarmiento es cauce por el que la vid produce sus frutos; y, cuando lo hace, ya muere. Como el mismo Jesucristo estamos llamados a ser cauces de una vida que no es nuestra; a no retener el amor sino a acogerlo para entregarlo; a no imponer nuestros pensamientos, sino a hacer pensar; a abrir caminos para que los otros sean protagonistas de su propio destino. 

La vida es un juego de humildades que se alientan unas a otras en el hálito del Espíritu.


lunes, 15 de abril de 2024

Como Cristo, así nosotros

Domingo 21 de abril

Como Cristo, así nosotros (Juan 10,11-18)


El próximo domingo es el del Buen Pastor, permitidme que en este comentario cite un párrafo de la Constitución “Lumen Gentium” del Concilio Vaticano II, en el que se nos explica cómo ejerció Jesucristo esa misión y cómo la debe realizar la Iglesia hoy día. 

“Como Cristo realizó la obra de la redención en pobreza y persecución, de igual modo la Iglesia está destinada a recorrer el mismo camino a fin de comunicar los frutos de la salvación a los hombres. Cristo Jesús por nosotros «se hizo pobre, siendo rico» (2 Co 8,9); así también la Iglesia no fue instituida para buscar la gloria terrena, sino para proclamar la humildad y la abnegación, también con su propio ejemplo. Cristo fue enviado por el Padre a «evangelizar a los pobres y levantar a los oprimidos» (Lc 4,18); así también la Iglesia abraza con su amor a todos los afligidos por la debilidad humana; más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura servir en ellos a Cristo. Pues mientras Cristo no conoció el pecado (cf. 2 Co 5,21), la Iglesia encierra en su propio seno a pecadores, y siendo al mismo tiempo santa y necesitada de purificación, avanza continuamente por la senda de la penitencia y de la renovación. (LG 8)

Ojalá los llamados a ser pastores en la Iglesia nos apliquemos estas palabras “a la letra”; pero los cristianos sed indulgentes con nuestra debilidad.


lunes, 8 de abril de 2024

El carné de cristiano


Domingo 14 de abril

El carné del cristiano (Lucas 24, 35-48)



En muchas de sus apariciones a los discípulos, Jesús Resucitado les muestra las llagas de la cruz en su carne, las llagas del pecho, de las manos y de los pies. Eran como su carné de identidad: “Soy Yo, el que os amo hasta el extremo de entregarme en la cruz por vosotros y por todos”. El distintivo de Jesús es ese amor que busca el bien del otro por encima de sí mismo; que busca que nos sintamos amados para que comencemos también a amar así.

El carné del cristiano es un amor que es ternura y gozo, que es alegría y plenitud; y que, cuando hace falta, avanza con paso firme por la incomprensión y el perdón, por el sacrificio y la cruz; un amor que encuentra su gozo en el bien del otro. Cada vez que una persona, lúcidamente, se entrega por amor a sus hermanos –independientemente de sus creencias religiosas- adquiere el documento de identidad cristiana.

Hace algún tiempo vimos cómo a un muchacho migrante que se encaramó a una ventana de un bloque de pisos, arriesgando su vida, por salvar a un niño de un incendio, se le concedió de manera inmediata el permiso de residencia. Así es también nuestra fe: quien ama dando la vida por los amigos vive el amor más grande, vive en el amor del Padre, el Hijo y el Espíritu, vive el amor cristiano.

Nunca te avergüences, ni te arrepientas de las llagas que haya dejado en tu carne el amor al otro, son tu carné de cristiano.


lunes, 1 de abril de 2024

La Iglesia de los comienzos

Domingo 07 de abril

La Iglesia de los comienzos (Juan 20, 19-31).


De entre los primeros cristianos los había pescadores y jornaleros, comerciantes y artesanos, gentes de la mar y del interior; casi todos pobres, pero también algunos ricos; muchos de origen judío, pero también gentiles; del oriente medio, pero también del norte de África, y de Siria y de Asia Menor; algunos eran señores, que evangelizaron a sus siervos; otros esclavos, que evangelizaron a sus señores... Ninguna característica exterior los unía entre sí, ninguna los diferenciaba de sus vecinos que ignoraban quién era Cristo. Pero habían escuchado hablar de Jesús de Nazaret, habían experimentado la luz con que los iluminaba y habían sentido su llamada: Cristo, el Hijo de la Misericordia, el Hijo de Dios, estaba vivo y les estaba dando vida.

Siendo tan distintos se sentían convocados a vivir juntos la gracia de la fe: a vivir compartiendo los bienes y los problemas; a vivir unidos escuchando el testimonio de los apóstoles para ellos poder dar testimonio de Jesucristo a quienes se encontraran. Iban creando una comunidad de hermanos unidos por la fe en Cristo. Quienes los veían reconocían en ellos una vida especial: generosos y austeros, fuertes ante la adversidad, tiernos con el que sufría, alegres en su fe, respetuoso con todos, libres en todo...

Cada vez más personas sentían curiosidad y admiración por aquella Vida que sostenía a los creyentes. ¿Así son hoy nuestras comunidades?

martes, 26 de marzo de 2024

Lucharon vida y muerte

Domingo 31 de marzo

Lucharon vida y muerte (Juan 20, 1-19).

“Lucharon vida y muerte en singular batalla, y muerto el que es la vida triunfante se levanta.” Así cantaremos el domingo de resurrección cuando comience la celebración de la Pascua. 

La muerte de Jesús, como todo sacrificio que se hace por amor, fue inicio de vida; inicio de vida plena para toda la humanidad. Hasta la muerte y resurrección de Jesucristo, la muerte parecía ganar la partida. Los mejores sentimientos, los proyectos de justicia, las mejores acciones de solidaridad, la entrega de amor concreta por los débiles si no perecían ante la injusticia y la violencia, sucumbían en el olvido de los años. El amor siempre ha sido semilla de bien, y su fuerza ha sostenido siempre el mundo, así nos creó el Padre. Pero, quien amaba se veía maltratado o, en el mejor de los casos, olvidado a los pocos años.

La muerte y la resurrección de Jesucristo nos muestran que el amor entregado y generoso tiene sentido no solo para seguir sustentando la humanidad del mundo, también para que quien se ve en la tesitura de entregar toda su vida, todo su tiempo, todas sus energías, a sí mismo, por amor, sepa que su vida triunfa sobre la muerte, que su amor tiene todo el sentido.

Vivir en Jesús, muerto y resucitado, es vivir en este círculo virtuoso en el que Él que nos da su vida nos capacita para dar la nuestra para que podamos ser cauces de nueva vida.


martes, 19 de marzo de 2024

En un borriquillo

Domingo 24 de marzo

En un borriquillo (Marcos 15, 1-39).


¡Qué hermosa es nuestra fe! El salvador del mundo quiere entrar en la ciudad santa, en Jerusalén, realizando el signo que había profetizado Jeremías; y entra como príncipe de la paz, sereno y alegre, rompiendo los esquemas de este mundo, montado en un borriquillo. Los grandes de este mundo, los “alejandros de Macedonia” o los “césares de Roma” hubieran entrado con parafernalia de carruajes y corceles. 

Jesucristo no hace manifestación de poder, porque no quiere y no va a querer ningún poder de imposición ni de violencia. El único poder que busca tener es el de interpelar nuestro corazón hacia el bien y hacia el amor. Todas sus palabras habían buscado, durante tres años, anunciar la Buena Nueva del amor y la justicia de Dios. Todos sus gestos de sanación y de ayuda a los pobres habían buscado mover a la esperanza de vivir en el amor. Y cuando llega el momento culminante de enfrentarse con los poderes de Jerusalén, su gesto es el pasear por sus calles como hijo de David, como el que viene a traer la justicia para el pueblo pobre desde la paz.

No hay caminos para la paz, la paz es el camino. No se cambia con violencia un mundo violento; no se cambia con odio el odio; no se vence la injusticia con más injusticia; ni la manipulación con mentiras. Jesucristo es el camino, la verdad y la vida; sin Él, ¿cómo podríamos siquiera pensar en un mundo nuevo?


jueves, 14 de marzo de 2024

Vidas sembradas

Domingo 17 de marzo

Vidas sembradas (Jn 12, 20-33).


Piensa en qué personas han dejado en ti una huella honda y profunda de humanidad; aquellas que acuden a tu memoria en los momentos difíciles y en los más tiernos; aquellas que, de vez en vez, siguen alumbrando tu rostro con una sonrisa de agradecimiento sincero... Hay personas que se han sembrado en nuestra vida; son las que nos permiten dar fruto de humanidad.

Personas sencillas, pero con carácter; fueron serviciales y, a la vez, recriminaron, con sus palabras o sus silencios, nuestra falta de generosidad; personas que no solo nos daban cosas, sino que se nos dieron ellas mismas, y con ternura despertando nuestra libertad. Hay personas que se siembran en la vida y dan fruto: “Os aseguro que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”. Así quiso ser el Señor, grano de trigo que se sembró en el surco del mundo. 

Sembrarse requiere sacrificio, entrega, negarse a uno mismo, aguantar momentos de oscuridad en los que parece que nada tiene sentido, momentos de tentación en los que el camino más fácil parece ser el mejor. Sembrarse requiere mucho amor. El amor verdadero da sin esperar nada a cambio, no se supedita a la reciprocidad; entrega no lo que le sobra, sino lo que el otro necesita para crecer. El que ama sale de sí mismo, y en ese “éx-tasis”, se entrega a Dios, Padre de la Vida. Concédenos, Señor, vivir sembrándonos.


lunes, 4 de marzo de 2024

Yo no te juzgo

Domingo 10 de marzo

Yo no te juzgo (Jn 3, 14-21).



Nicodemo era un hombre de bien; justo, recto, con la intención de hacer lo debido toda su vida, creyente en el Dios de la promesa. Le desagradaba la hipocresía de los de su clase, pero aun le repugnaba más el pecado burdo y la vida obcecada de los incultos e ignorantes.

Escucha hablar de Jesús y una luz se le enciende en el alma. Va a verlo de noche. Las palabras de Jesús le sorprenden: “Tienes que nacer de nuevo”, “yo no he venido a juzgar a nadie”, “el que obra mal no se acerca a la luz y ya está juzgado” ... Fue una conversación no tan larga, pero serena; sobre todo sorprendente y que lo dejó con una paz profunda. “Dios no me juzga, pero cuando me acerque a Él iluminará este pecado de soberbia que me lastra el alma.” Nicodemo había comprendido que de poco sirve condenar la tiniebla; ante la tiniebla hay que aportar luz. Él, maestro de la Ley, había estado toda su vida recriminando, juzgando, pesando y midiendo conductas, condenando; pesando, midiendo y condenándose a sí mismo...; y con tanto rigor que estaba cansado y vacío. Y todo era tan fácil como dejarse iluminar e intentar reflejar es luz. ¿Podría ser todo así de sencillo?

Pero el Nazareno había dicho otra cosa: “Cuando me levanten como a la serpiente atraeré a todos hacia mí”. ¿Qué necesidad hay de ese sufrimiento? ¿Para qué pasar por el desprecio y la ignominia? ¿Se podrá ser luz sin quemarse? Pero la presencia de Jesús había sido tan fuerte que toda pregunta pasaba a un segundo término.


lunes, 26 de febrero de 2024

Mercadear con la Palabra

Domingo 03 de marzo

Mercadear con lo santo (Jn 2, 13-25).


Todo cambio personal requiere hacerse violencia. No cambiamos a mejor sin un esfuerzo consciente y voluntario para buscar el bien. La cuaresma cristiana subraya la dimensión del “negarnos a nosotros mismos” para acoger la voluntad de Dios. Si nos dejamos llevar por nuestras inclinaciones no es de extrañar que acabemos con grasa sobrante en el cuerpo y en el alma; no más relajados, sino con una intranquilidad improductiva que nos quita la paz interior. Toda transformación social que luche contra la injusticia, contra la pobreza deshumanizadora que roba el desarrollo personal a los niños y a los jóvenes, requiere valentía y arrojo. Ningún cobarde sigue a Jesucristo.

El texto del evangelio que leeremos el próximo domingo así lo atestigua: la purificación del templo de Jerusalén, la expulsión de los mercaderes. Jesús se opone frontalmente a la forma en la que desde la religión se oprimía y se engañaba al pueblo judío. Bajo excusa de la ley de Dios se les saqueaba el bolsillo y se le dejaba fría el alma. No era esa religión verdadera y Jesús se enfrenta con ella.

La Primera Alianza era relación de adoración al Padre de la vida, de respeto al hermano, de compasión con el pobre; pero se había prostituido. La Nueva y Eterna Alianza es comunión personal con Jesús de Nazaret, Dios Crucificado y verdadero Templo Santo. ¿Tendrá que venir de nuevo Jesucristo con un látigo a expulsar a quien intenta egoístamente mercadear con su Palabra?